miércoles, abril 14, 2010

CRECIMIENTO PERSONAL

En las últimas semanas, el comportamiento egoísta, inconsciente y hasta agresivo de unas personas que creía conocer… me llevo a reflexionar sobre si realmente podíamos hacer algo concreto para transformar y suavizar nuestro mundo.

Yo creo, que sin el concurso y la participación consciente de la mayoría de nosotros, en un cambio primero de creencias, actitud y hábitos, no sería posible hacerlo.

Inmediatamente recordé el rostro, los comentarios y la solidaridad y el compromiso de tantas personas a las que he conocido, o que me han acompañado en algunas etapas de mi servicio, y me sentí de nuevo motivado y renovado en mi deseo y compromiso de seguir trabajando por la paz y el bienestar de todos.

Es cierto que no podemos cambiar a otros, aun cuando el beneficio sea para ellos mismos y lo intentemos con todas nuestras fuerzas… pero, sí podemos encender la llama que permanece dormida dentro de aquellos que ya la tienen y motivarlos a mantenerla encendida.

Cada uno de nosotros tiene asignada una gran responsabilidad: Vivir a plenitud y compartir el resultado positivo de ese proceso de aprendizaje y transformación con los demás.

Podemos, a través de nuestro ejemplo, afectar de manera positiva nuestro entorno inmediato, sembrando y fortaleciendo los valores esenciales que nos ayuden a mejorar nuestro espacio familiar y social.

Tal vez el efecto de nuestro trabajo no se vea inmediatamente, pero, muchas situaciones pueden cambiar, para dar paso a otras diferentes y mejores; podemos buscar y alcanzar de nuevo el balance y la armonía que nos permita recuperar nuestra calidad de vida; recuperando y fortaleciendo el aprecio y el valor por nosotros mismos y por los demás, de manera que tenga sentido hacer el esfuerzo de vivir la diferencia; entregando lo mejor de cada uno nosotros, podremos poco a poco mejorar nuestro espacio vital.

Recordemos, que depende de cada uno de nosotros y de la decisión que tomemos de asumir el compromiso de hacer cuanto sea necesario para conseguirlo, sin dejarnos contagiar por la indolencia, el egoísmo, la apatía, el pesimismo o la ignorancia de los demás.

Muchas veces podremos ser ese instrumento que motive a otros a recuperar la fortaleza y la determinación de actuar de la mejor manera. ¡No perdamos la oportunidad de hacerlo!

Es el momento de recordar verdades sencillas, pues solo con la puesta en práctica de algunas de ellas, podremos participar en la restauración de la paz, la armonía y la prosperidad en nuestro entorno.

Hoy, podemos ofrecerle al mundo nuestro compromiso de vivir de un modo que no cree temor, violencia, desanimo o confusión en la vida de otros.

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