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martes, agosto 07, 2018

DIA 219: 5. ¿QUE ES EL AUTORESPETO?

El autorespeto es el respeto por nosotros mismos como seres humanos dignos y valiosos, que necesitamos no solo que nos comprendan y nos valoren los demás sino ante todo, nosotros mismos. Mirarnos atentamente y saber cuánto valemos, reclamar y luchar por satisfacer nuestras necesidades personales, sin dañarnos ni tratando de sobrepasar nuestros límites. ¿Cuántas veces hemos exigido a nuestro cuerpo y nuestra mente más de lo que le pediríamos a otro que haga? ¿Alguna vez hemos incorporado a nuestro organismo sustancias que nos ponen en peligro o nos enferman? ¿Descansamos en forma adecuada? ¿Reflexionamos sobre lo que nos conviene para nuestro futuro para llegar a realizarnos nosotros y no cumplir expectativas ajenas?

El respeto es una de las cualidades más importantes en su relación con cualquier persona, y no hay ninguna excepción cuando se trata de su relación consigo mismo. El respeto a sí mismo abarca una multitud de ideales, pero se refiere a ser el tipo de persona con la que se está satisfecho mostrar al mundo y ser alguien del que usted y las personas que le importan están orgullosos. El respeto por uno mismo se trata de tener un sentido de honor y dignidad sobre usted mismo, sus elecciones y su vida. Se trata de tratar bien a los demás y de saber que al hacerlo, otros te tratarán bien a cambio. Por último, el respeto por uno mismo es saber que no todos te tratarán bien y, sin embargo, elegirán respetar a todos, pero aún sabiendo que te mereces estar rodeado de grandes personas.

El respeto por uno mismo tiene que ver con tener el coraje de defenderse a sí mismo cuando se le trata de una manera que es menos de lo que se merece. Se trata de conocer su valor y tener la capacidad de ajustar su vida y sacar a la gente de ella si le están tratando mal. Si te respetas a ti mismo, naturalmente exigirás el respeto de los demás sin tener que hacer gran cosa. Las personas que se respetan a sí mismas tratan a los demás con respeto, pero reconocen que no todos los demás harán lo mismo. En lugar de rebajarse a su nivel e irrespetarlos, simplemente no debes interactuar con ellos porque debes respetarte lo suficiente como para saber que son una pérdida de tiempo que podrías invertir en mejores personas.

El respeto por uno mismo se trata de ser el tipo de persona de la que te sientes orgulloso y el tipo de persona que agrada a las personas que te importan. Si reflexionas sobre tu vida y las cosas que has hecho y sientes un fuerte sentido de la dignidad, es probable que tengas un gran respeto por ti mismo. La capacidad de enorgullecerse de uno mismo es el aspecto primordial del respeto por uno mismo. Si no está orgulloso de quién es o de lo que ha hecho en su vida, entonces podría estarse subestimando a corto plazo o comprometiendo sus valores. Si tus amigos, familiares y mentores están orgullosos de ti y te respetan, ese es un gran indicador de que te estás respetando a ti mismo porque las personas que conoces te considerarán digno.

Si sé respetarme a mí mismo, voy a hacer eso mismo con los demás, ya que no me gustaría que me faltasen el respeto y, por tanto, no les haría a los demás lo que no me gustaría que me hagan a mí.

Si me respeto a mí mismo, no me autolesionaría, no me cortaría los brazos, no me drogaría, no comería en exceso, no me involucraría en relaciones tóxicas, pondría un "¡pare!", un "¡alto!", ya que me respeto a mí mismo, a mi cuerpo, a mi esencia interior.

Lo opuesto al autorespeto es la autolesión o la autodestrucción; el hacerse daño a uno mismo.


5 TIPS PARA RESPETARTE A TI MISMO

  1. Trátate bien
  2. Sé honesto contigo mismo
  3. Rodéate de personas que te traten bien
  4. Conócete a ti mismo
  5. Aplica la empatía: Ponte en el lugar de los demás
En definitiva, si confías en ti mismo y te enorgullece quién eres, te estás respetando siendo la persona que deseas mostrar al mundo. Trata a los demás con el mismo respeto que te estás dando a ti mismo, y la mayoría de personas te tratarán bien a cambio. Ten el respeto suficiente por los demás para nunca tratar mal a las personas, pero ten suficiente respeto por sí mismo para saber que mereces estar rodeado de buenas personas. El respeto propio es la base de una buena relación contigo mismo y eventualmente con los demás, por lo que es imperativo construir una base sólida capaz de resistir cualquier cosa.

Fuente: deconceptos.com, sebascelis.com, theodysseyonline.com

martes, marzo 17, 2015

HOY VI A MI MAMA CON OTRO HOMBRE... Y ME GUSTO LO QUE VI

Él le acomodaba la silla para que ella se siente; con mucha atención, en silencio y mirándola a los ojos, escuchaba lo que ella decía, era mi madre, ella hablaba con tanta emoción, con tanta motivación, con tanto interés, que se sentía una mujer importante; nunca antes la había visto tan feliz, aquel OTRO HOMBRE la atendía como una reina.
Sí, una reina, a la que muchas veces vi que en casa la trataban como una empleada, ella siempre tenía todo listo; desde muy temprano, el desayuno para todos; la ropa limpia y perfectamente planchada, la casa nunca estaba desordenada, siempre aseada; recuerdo que ella no era de hablar mucho, que pocas veces sonreía, mayormente lo hacía cuando nos veía porque regresábamos del colegio, de la universidad o de algún trabajo; mi padre, con sus incómodas ironías, siempre la interrumpía cuando ella quería decir algo, no tengo en mi memoria un tema completo que ella haya querido decir; siempre le cortaba lo que quería contar, sus temas de conversación se redujeron a los quehaceres domésticos de la casa; en otras oportunidades, él, mi papá, terminaba burlándose o gritándola, tanto que terminaba preguntándome ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo se enamoraron? ¿Cómo o por qué se casaron?
Hace algunos días, con mis 18 años y en un arranque de confianza, me atreví a decirle a mi papá que no me gustaba como la trataba, que no era atento, que menos le ponía atención cuando ella quería decir algo, que eran pocos, mejor dicho nada, los detalles que habían de él para con ella, que nunca la abrazaba y menos le daba una caricia, que no la sacaba a cenar, que los regalos por su cumpleaños, por el día de la Madre o por Navidad, sólo eran adornos, muebles o artefactos domésticos para la casa, pero no para ella; cuando sentí que había captado su atención, me atreví a dar un paso más de confianza y le dije: “algún día la vas a perder”; ... hoy recordé lo que le dije y, el solo hecho de pensar, de ver a mi madre separada de mi padre hace que sienta una corriente helada que me eriza la piel.
El día que vi a mi mamá con este OTRO HOMBRE, primero fue grande la impresión, luego el cuadro me agradó, es que la había visto tan sola, tan abandonada, que lo que hoy veía me invitaba a ver más, vi su alegría y quise ver más, tanto que sentí su alegría, luego salieron del restaurante, él, con diligente atención, le abrió la puerta del coche para que ella suba, las lágrimas recorrían lentamente mis mejillas; y yo los seguí, quería ver más, ellos se fueron a un teatro; él la llevaba del brazo, ella parecía una joven recién enamorada, él le compró flores, chocolates, ambos eran unos chiquillos locos de amor, no pude más, me dije: “es suficiente”, y me fui a casa, las lágrimas me brotaban sin cesar, era mi madre y su felicidad con otro hombre; y yo no podía creerlo.
En la noche esperé sentado en un sillón de la sala, frente a la puerta; recuerdo que aquel día (para el día), todo había quedado listo, las comidas para cada uno de nosotros en la refrigeradora y con instrucciones de cómo usar el micro-hondas, ahora entiendo porque ella no estuvo en casa todo el día; más tarde, sentí que llegó, su risa me despertó; ella caminaba y mi padre la traía abrazada. "Hola hijito", me dijo ella. Ante mi silencio y asombro, levantó la voz, acompañada de la sonrisa de siempre, "¿hijito, pasa algo?", preguntó. Yo le dije: "no, no mamá, nada pasa"; y, con una sonrisa mía acompañé la suya y ella se fue a la cocina, como siempre, a dejar todo listo para el día siguiente.
Cuando mi papá y yo nos quedamos solos en la sala; él se acercó a mí, había servido dos copas de vino, me miró a los ojos, me entregó una copa y haciendo un brindis me dijo: “Gracias”. Mis lágrimas humedecieron mis ojos; y él repitió: “Gracias hijo, muchas gracias por el consejo; hoy he tratado a tu madre como se merece, como una reina", yo le dije: “Y YO FUI TESTIGO PAPÁ, ... HOY VI QUE TÚ PUEDES SER OTRO HOMBRE”, ... sabes papá, proseguí: “Hoy vi a mi mamá con otro hombre, ... y me gustó lo que vi".
Gracias a ti hijo, a partir de hoy seré OTRO HOMBRE, dijo él; y yo mirándolo a los ojos, con los míos inundados de alegría me repetía una y otra vez “Hoy vi a mi mamá con otro hombre... ¡y me gustó lo que vi!".
Autor:
Benito D. Cervantes Quiroz
ABOGADO - DOCENTE UNIVERSITARIO