Un hombre cuyos doctores llamaban “Mr. Wright” iba a morir de cáncer a los nódulos linfáticos. Tumores del tamaño de una naranja habían invadido su cuello, ingle, pecho y abdomen, y sus doctores habían agotado todos los tratamientos posibles. No obstante, Mr. Wright tenía confianza en que un nuevo medicamento anti cancerígeno llamado Krebiozen lo curaría, según reporta un informe de 1957 elaborado por el psicólogo Bruno Klopfer de University of California, Los Angeles, titulado “Variables Psicológicas en el Cáncer Humano”.
Mr. Wright estuvo postrado en cama y luchaba por cada aliento cuando recibió su primera inyección. Pero tres días después estaba caminando alegremente por los pasillos, bromeando con las enfermeras. Los tumores de Mr. Wright se habían reducido a la mitad, y después de 10 días más de tratamiento fue dado de alta del hospital. Sin embargo, los demás pacientes del hospital que habían recibido Krebiozen no presentaban mejoría.
Durante los siguientes dos meses, no obstante, Mr. Wright se preocupó por informes de prensa que cuestionaban la eficacia de Krebiozen y sufrió una recaída. Sus doctores decidieron mentirle: una versión mejorada doblemente efectiva de dicho medicamento iba a llegar al siguiente día, es lo que le dijeron. Mr. Wright estaba emocionado. Los doctores entonces le pusieron una inyección que no contenía ni una molécula del medicamento—y Mr. Wright mejoró mucho más que la vez anterior. Pronto estaba saliendo del hospital sin síntomas. Permaneció saludable hasta dos meses después cuando, luego de haber leído reportes que demostraban que Krebiozen no era eficaz, murió en unos cuantos días.
Como lo demuestra la experiencia de Mr. Wright, las expectativas y creencias de un paciente pueden afectar en gran medida el proceso de una enfermedad. Cuando factores psicológicos que se relacionan con una sustancia inactiva, como Krebiozen, producen una recuperación, los doctores denominan a esa mejora “el efecto placebo”.
Durante los siguientes dos meses, no obstante, Mr. Wright se preocupó por informes de prensa que cuestionaban la eficacia de Krebiozen y sufrió una recaída. Sus doctores decidieron mentirle: una versión mejorada doblemente efectiva de dicho medicamento iba a llegar al siguiente día, es lo que le dijeron. Mr. Wright estaba emocionado. Los doctores entonces le pusieron una inyección que no contenía ni una molécula del medicamento—y Mr. Wright mejoró mucho más que la vez anterior. Pronto estaba saliendo del hospital sin síntomas. Permaneció saludable hasta dos meses después cuando, luego de haber leído reportes que demostraban que Krebiozen no era eficaz, murió en unos cuantos días.
Como lo demuestra la experiencia de Mr. Wright, las expectativas y creencias de un paciente pueden afectar en gran medida el proceso de una enfermedad. Cuando factores psicológicos que se relacionan con una sustancia inactiva, como Krebiozen, producen una recuperación, los doctores denominan a esa mejora “el efecto placebo”.
En décadas recientes varios informes han confirmado la eficacia de tales tratamientos ficticios en casi todas las áreas de la medicina. Los placebos pueden ayudar no solo a aliviar enfermedades con un obvio componente psicológico, tales como dolor, depresión y ansiedad, sino también a reducir los síntomas de la enfermedad de Parkinson y trastornos inflamatorios. Ocasionalmente, como en el caso de Mr. Wright, los placebos han podido reducir tumores.
Las últimas investigaciones demuestran que el efecto placebo no siempre surge a raíz de confiar conscientemente en un medicamento. En otros casos, puede surgir de asociaciones inconscientes entre la recuperación y la experiencia de pasar por un tratamiento, desde el pinchazo de una inyección hasta el uniforme blanco de un doctor. Dicho condicionamiento subliminal puede controlar procesos corporales, inclusive respuestas inmunológicas y la liberación de hormonas. Mientras tanto, los investigadores han decodificado parte de la biología de las respuestas placebo, demostrando que son el resultado de procesos activos que tienen lugar en el cerebro.
“La mente puede hacer de tu vida un cielo o un infierno” es una verdad que ayuda al paciente cuando es confrontado con enfermedades que no tienen cura inmediata. El deseo de vivir y una sólida fe en que podrá superar su problema mediante medicamentos que curan, juegan un papel importante para mantenerse con vida. Conozco un paciente con una enfermedad irreparable al corazón que sobrevivió durante dos años debido a su determinación mental. También tuve otro paciente que vivió con un trastorno de motricidad durante 7 años sin medicación únicamente aplicándole tratamiento placebo con vitaminas. El Dr. Dieta, el Dr. Tranquilidad y el Dr. Persona Feliz en efecto juegan un papel importante en nuestra salud y enfermedad.
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