Piensa en los amores que pasaron por tu vida, en lo que representaron en su momento, en aquella adolescencia ciega y frenética de amor y míralo ahora con la perspectiva que dan los años.
¿Te provocan algún impulso irrefrenable, algún sentimiento desbordado: te agitan, te mueven, te angustian?
No, ¿verdad?
La memoria emocional cedió paso a una memoria más conceptual, más fría e inteligente.
Muchos de esos recuerdos no pasan de ser una anécdota, elementos de tu historia personal y parte de tu currículo vitae afectivo.
¡Y hubieras hecho cualquier cosa para mantener esas relaciones!
En su momento, pensabas y sentías que morirías en cada adiós o en cada amor no correspondido, y actualmente no te hacen ni cosquillas.
El tiempo ayuda.
Walter Riso
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