Por: Lic. Gladys Aldana Primo
El punto de partida para la educación en valores son los valores mismos que el padre de familia, educador o agente socializador debe esforzarse por adquirir y practicar siendo modelos en su enseñanza, y sobre todo siendo congruentes y consistentes entre lo que dicen y practican.
Para ello tendría que tenerse en cuenta que en toda sociedad esta envuelta de fuerzas disgregadoras (que rompen, que molestan) y fuerzas convivenciales (que permiten la convivencia, el respeto), de esta manera la educación en valores se relaciona directamente con la convivencia escolar.
De esta manera, se puede decir que la educación en valores es enseñar a vivir y Aprender a vivir implica muchas cosas, pero se pueden resumir en cuatro: aprender a ser, aprender a convivir, participar y habitar el mundo.
El Aprender a ser se refiere a la autoética, se da mediante el trabajo formativo de sí mismo favoreciendo su autonomía y responsabilidad. En este proceso el individuo se hace dueño de sí mismo, posee pensamiento crítico, sensibilidad moral, regulación del comportamiento, coherencia.
El Aprender a convivir: se refiere a la alterética, proceso en cual se enseña al individuo a crear vínculos entre las personas permitiendo el abrirse a los demás, el logro de la empatía, colaboración, altruismo, amistad.
El Aprender a participar: se refiere a ética cívica. Y enseña al individuo sentirse parte de una colectividad: ciudadanía, logrando un alto grado de civismo. e identidad ciudadana que le permita interactuar activamente en su sociedad reclamando derechos y cumpliendo deberes, manifestando capacidad de deliberación y de emprendimiento.
El aprender a habitar el mundo: corresponde a la ética global., que viene a se la visión global del mundo, la ética de la responsabilidad, ayudando a que el individuo conserve un equilibrio con la naturaleza y con los demás.
En la escuela educar en valores requiere de la pasión por una idea, diseñar actividades, prácticas o proyectos para llevarlos a la práctica, en los que se contemple el afecto, diálogo, cooperación, y creación de un medio educativo que agrupe la suma de todas las prácticas. Las prácticas deben estar bien diseñadas, relacionadas, organizadas, secuenciadas. Crear situaciones que permitan realizar actividades valiosas para los alumnos: aprender por la acción. Actividades de mediación, tutorías, diálogo, deben ser actividades bien pensadas y programadas.
La educación en valores fortalece el crecimiento personal, al tener personalidad el ser humano tiene tres vértices: Primero el valor que es la dimensión objetiva de la moralidad, segundo el deber que es la respuesta intrínseca al valor y finalmente la virtud que es lograr responder bien.
Finalmente es perentorio reconocer que la educación en valores es tarea de todos los agentes socializadores, y la labor en los centros educativos es tarea de todos los componentes de la comunidad educativa, en la cual obviamente están incluidos los padres de familia, siendo un reto para los educadores no solo educar en valores a sus alumnos sino que desde esta llegar al hogar para fortalecer la unidad familiar y por ende el desarrollo y crecimiento de sus integrantes.