Una forma de ser pareja que algunos consideran nueva
El fenómeno social de parejas que están juntas: tienen hijos, relaciones sexuales, conviven esporádicamente, y se comportan como parejas... pero viven separados.
Jean Paul Sartre (1905-1980) y Simone de Beauvoir (1908-1986), la legendaria pareja francesa de filósofos y escritores, fueron pareja por décadas, sin embargo, no vivieron nunca juntos. Cada uno tenía su propia residencia y hacían una vida independiente.
Woody Allen y Mia Farrow es otra pareja de famosos que vivieron en diferentes hogares en Central Park, New York mientras estuvieron casados.
La novelista Margaret Drabble y el biógrafo Michael Holroyd han estado casados por 24 años, pero aún viven en casas separadas en Londres.
El fenómeno que se lo denomina relaciones LAT (Living Apart Together), están juntos, pero viven en viviendas separadas; tienen independencia, aunque se consideran pareja.
Dicha forma de ser pareja está tomando cada vez más fuerza, y según las investigaciones que se realizan, va en aumento.
Juntos, pero separados
John Haskey y Jane Lewis publicaron en la revista International Journal of Law in Context, un informe titulado "Living-apart-together in Britain: context and meaning", la primera investigación realizada en Inglaterra que señala claramente el fenómeno y muestra que en ese país hay al menos dos millones de parejas que están juntas, pero viven separadas, número que se ha equiparado al de casados viviendo en la misma casa.
En Suiza de un 6% de parejas que vivían en esta condición en 1993 ha aumentado a un 14% en la actualidad.
Según una investigación realizada el año 2009 en EE.UU., una tercera parte de los matrimonios o parejas viven en situación de LAT. Esta investigación define al fenómeno como “uniones de relaciones íntimas entre parejas no casadas que viven en casas separadas, pero se identifican a sí mismos como parte de una pareja”. Aunque también se da la situación entre parejas casadas, pero que tienen casas distintas.
Los investigadores Jan Trost e Irene Levin, de Noruega, en su estudio "Parejas sin domesticidad común", definen el LAT como "una pareja que no comparte la misma vivienda en la cual cada miembro de la pareja vive en su propia casa, en donde otras personas también pueden vivir. Las personas que viven en una relación LAT se definen como pareja y piensan que su entorno más inmediato también las define así".
Razones para vivir de esta forma
Las razones que se dan para vivir este estilo de pareja son muchas y variadas, algunas de las más comunes investigadas por especialistas son:
Parejas jóvenes que estudian y deciden vivir de esta forma para poder compatibilizar su actividad educativa con las otras actividades que realizan, especialmente cuando están iniciándose en el mundo laboral.
En el caso de parejas divorciadas, y que se han vuelto a casar, optan por esta forma de ser pareja para facilitar su relación con sus propios hijos adultos o menores, para no tener que vivir la tensión de una nueva casa.
También se da el caso de personas que han vivido la experiencia del divorcio, y prefieren vivir con sus propios espacios personales, debido a la mala experiencia vivida anteriormente.
Algunos sostienen que es por comodidad y poder de esa forma mantener los espacios personales sin ser alterados.
Hay quienes defienden esta forma de relación porque de ese modo se mantiene la privacidad y la autonomía personal. Concepto muy propio de los tiempos que vivimos.
Para mantener la idea de igualdad y no caer en ningún esquema de sumisión o subsidiaridad, propio de relaciones donde uno se encarga de labores domésticas, mientras el otro es servido. Es decir, se buscaría la equidad y en evitar conflictos.
En el informe de Trost y Levin se menciona el hecho de algunas personas que se sienten en la obligación de cuidar padres ancianos, y no quieren vivir lejos de ellos, por eso optan por esta forma de convivencia.
La segunda transición demográfica
Algunos estudiosos del tema señalan que “las relaciones LAT parece ser parte de una Segunda Transición Demográfica, que marca un cambio en la demografía y el significado de las relaciones de pareja en las sociedades occidentales”.
Las razones que explicarían el fenómeno son:
- El alto aumento de las relaciones sexuales extramaritales.
- El incremento de las vinculaciones no maritales.
- El incremento de los divorcios.
- El aumento de formas de pensar que tienden hacia el igualitarismo y el individualismo.
Lo que se sugiere con esta forma de actuar es que los individuos no rechazan la relación de pareja o el matrimonio per se, sino que simplemente buscan maneras de interactuar que les dé más libertad en relación a los modelos presentados por los padres y abuelos.
Una forma de vivir la pareja
Seguramente personas más tradicionalistas estarán en desacuerdo con esta manera de vivir la pareja, no obstante, los individuos tienen derecho a elegir la forma de vivir que más les acomode. Evidentemente aún hay mucho camino que recorrer hasta que esta forma de ser pareja se establezca como una manera habitual y sea aceptable como otra alternativa.
De hecho, según el informe que presentan Simon Duncan y Miranda Phillips, en la revista Sociological Review, titulado "People who live apart together (LATs) – how different are they?", el 54% de los británicos acepta que esta sea una forma normal de convivencia, sólo un 25% de los encuestados manifestó desagrado y la mayoría asociado a cuestiones de tipo cultural. Incluso los investigadores quedaron asombrados que entre los jóvenes un 21% cree en estar en pareja, pero no en vivir juntos, situación que va en aumento.
Según los datos aportados por las investigaciones al respecto, es un fenómeno que ocurre en todos los grupos sociales y sin distinguir categorías socio-económicas.
Conclusión
Sigue siendo buena idea para muchos el estar en pareja. De hecho, el matrimonio y la relación de pareja son saludables para la experiencia humana, ¿cómo vivir dicha relación?, es otro asunto.
Se puede seguir con los modelos tradicionales o elegir otro diferente. Sigue siendo la persona individual la que decide, no la sociedad ni la cultura imperante.
Por: Miguel Ángel Núñez
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