2) Interesarse más cuando hace las cosas bien que cuando "se porta mal". Estar ahí dando abrazos y besos o un "muy bien" cuando pasa un rato sin hacer alguna travesura. "Oh que bien Pedrito, te has quedado muy tranquilo en la sala sin armar algún escándalo". Te agradezco mucho que así pude cocinar tranquilo sin problemas y ahora podemos comer un rico almuerzo.
3) Cuando tienes que lograr que el niño haga algo urgentemente, haz uso del contacto físico nuevamente. Antes de pedir, te sientas, lo tomas en brazo o le acaricias el pelo, logras que te mire, creas un ambiente "agradable". Háblale de cosas triviales y entretenidas, entra en simpatía y luego dile "qué entretenido, amor, vamos que ya es hora de lavarse los dientes, yo te acompaño".
4) Si está haciendo algo indebido y ya no hay mas que ponerle un "párale", lo primero es que tú estés centrada y en control de tu ser. Debes ser como el piloto del avión, que en turbulencia está en extremo tranquilo y confiado de sus habilidades y le transmite esa tranquilidad a los pasajeros. ¿No te has fijado que el piloto te da una orden y tú la cumples sin chistar? ¡¡Y eso que eres una adulta!! Con los niños es lo mismo. Si estas teniendo problemas para tranquilizarte porque "mi hijo debería hacer xxxx", piensa por un segundo por qué tu hijo "NO DEBERÍA", encontrarás muchas razones que justificarán su actuar. Con esa tranquilidad vas y tranquilamente le das una indicación. Amor, eso no está bien. Anda, recojamos lo que rompiste" (que participe, que le cueste trabajo y que entienda que debe reparar lo que hace de mal).
5) Si tu hijo está en modo "pataleta", déjalo pues, acompáñalo, que saque lo que tiene. Ayúdalo a ponerle nombre a lo que le pasa pero sin "sermonear", no es el momento de educar. "Dale, estás enojado, llora, está bien, sin golpear, vamos que no te gustó que te dijera que no, a mi tampoco me gusta eso, porque es muy entretenido jugar con las cosas de mamá". Eventualmente el niño irá transitando del enojo a una etapa mas de comprender y acordar, de un odio extremo a un enojo condicionado y eventualmente se calmará, "se adaptará a la situación". Eso es bueno porque la frustración y su manejo es algo que se aprende y la única forma de aprenderlo es frustrarse 40 mil veces y llegar al final del camino a la calma. Si no se frustra ahora y no se logra calmar, de adulto se le dificultará más hacerlo. No hay que desesperarse ante las pataletas, hay que dejar que sigan su proceso. Luego que se calmó, ahora sí le educamos y le decimos qué estuvo mal y qué debemos hacer en esos casos. Con firmeza, seguridad de piloto de avión y con amor y compasión.
Funciona y genera los mejores resultados aun cuando se ha probado de todo, incluso castigos (que no funcionan).
7) Testimonio de una madre: Yo seguí con mi primer hijo la desgraciada tradición de "el bofetazo a tiempo". Con el paso del tiempo, mucho estudio y análisis, introspección, etc., me vi como madre maltratadora sustentada en pura ignorancia e irracionalidad. No hay lógica, no aguanta análisis. Más aún, cuando me vi en la necesidad de advertir y enseñar a mi hijo sobre su seguridad e integridad, cuando quise decirle que su cuerpo es sagrado y nadie tiene derecho ni razón para maltratarlo, comprendí lo absurdo de someterlos a obediencia con agresiones físicas; tremenda contradicción decirle que debe ser respetado pero es transgredido en su propia familia.
¿Cómo les protegemos y enseñamos a exigir respeto si nosotros mismos les infringimos violencia física?