1. Es muy difícil tener un buen comienzo, y es tan importante que no lo dejemos al azar. Tenemos que prepararlo con cuidado y anterioridad.
2. La introducción debe ser breve. Debe constar a lo sumo de una o dos frases. Muchas veces prescindiremos de ella. Es mucho mejor entrar en el corazón del tema con las menores palabras posibles. Nadie se opondrá a esto.
3. Los principiantes son muy amigos de empezar con un cuento humorístico o con una excusa. Estas dos maneras son malas. Casi siempre el auditorio queda desconcertado; más que divertido, muchas veces se ríen sólo para que no se sienta incómodo el orador.
4. Se puede atraer la atención del auditorio de estas maneras:
a) Despertando la curiosidad (Ej. ¿Saben uds. que la humanidad de nuestro siglo, entre nuestros contemporáneos, de cada tres hombres, dos son esclavos? ...¿Hoy día esclavos? ¿Tantos? ¿Dónde?... De cada tres hombres, hoy día en el mundo, dos no comen lo que necesitan).
b) Contando una narración de interés: La gente quiere que le contemos cosas interesantes y si es fruto de una vivencia personal, el impacto será de gran fuerza.
c) Comencemos por un ejemplo preciso: Es muy árido, difícil para un auditorio común y corriente, seguir por mucho rato proposiciones abstractas. Los ejemplos son más fáciles de escuchar y retener después, sigamos con observaciones generales.
d) Mostremos algún objeto: El mostrar un objeto a los oyentes confiere vida e interés al discurso y con esto logramos que encuentren su atención sobre el mismo.
e) Haciendo una pregunta: ¿Están organizados los vendedores ambulantes? ¿Cómo? El uso de este recurso es uno de los métodos más seguros y sencillos para abrir la mente de los oyentes.
f) Comencemos con una acertada cita de algún orador famoso: Las palabras de un hombre famoso siempre son capaces de concentrar la atención de nuestros oyentes.. Si hacemos una pausa después de la cita, el efecto es mayor aún.
g) Mostrar cómo el tema afecta a los intereses supremos: Vamos a hablar sobre la necesidad de conservar limpia nuestra ciudad. Si damos un discurso sobre urbanidad, sobre lo que es un pueblo desarrollado, poco le interesará a nuestros oyentes. Pero si le decimos que una ciudad limpia es la prolongación de nuestra casa limpia, que el no mantenerla limpia suponen más y más impuestos para los gastos de barrenderos municipales, etc., nuestros oyentes sentirán el tema mucho más cercano y más propio.
5. No hagamos muy formal el comienzo. Comencemos con sencillez: “En meses pasados, durante un viaje de vacaciones, navegando por el Titicaca...“. Esto despierta nuestro deseo de recibir todo el contenido de la narración iniciada como forma casual. De allí es fácil remontarse a la profundidad del tema que deseamos exponer.