La imaginación nos permite transportarnos, sin ningún costo adicional, a situaciones deseadas o prohibidas. Desde la niñez, las fantasías son el vehículo de nuestros más ocultos deseos, algunos inocentes y otros no tanto.
Si bien es cierto que el desconocimiento, la falta de respuestas o la represión son grandes generadores de fantasías, de ningún modo debe pensarse que todas son la consecuencia de una limitación o carencia afectiva y sexual. Muchas personas recurren a ellas como un factor de enriquecimiento de su vida amorosa.
Los distintos tipos
Podríamos intentar tipificar algunas fantasías eróticas para facilitar su comprensión y, a la vez, disminuir la angustia de muchas personas que se alarman cuando las tienen porque se sienten como perversos, anormales o enfermos, en lugar de aceptar que los sueños, utopías, delirios y vuelos imaginarios son universales:
1) Las fantasías que ayudan a excitarse: responden a un placer de tipo narcisístico, pues quien las produce no persigue otra finalidad que regodearse imaginándolas.
2) Las fantasías que sirven para masturbarse: aquí entra en juego un otro. Se conciben situaciones, personas y lugares con el fin de lograr una excitación que será liberada a través del acto masturbatorio.
3) Las fantasías que suplen carencias: comunes a algunas personas solteras/os, maduras/os, viudas/os y gerontes (tercera edad) de ambos sexos.
4) Las fantasías que permiten realizar el coito o sirven como ingrediente: hay personas que no pueden tener actividad sexual si no encienden sus fantasías a través de material gráfico o audiovisual y otras aderezan el encuentro fantaseando determinadas situaciones, inclusive pensando en otra persona que no es su pareja.
5) Las fantasías compartidas con la pareja que procuran aumentar la pasión: pueden incluir juegos donde se interpretan escenas, lugares, personajes o roles diferentes.
6) Las fantasías sadomasoquistas: en ciertos casos, aparece la necesidad de lastimar, de infligir castigos, o de ser castigados.
7) Las fantasías de prostitución: pueden llegar a estimular y excitarse, pero también pueden actuar como inhibitorias (“si yo tengo muchos orgasmos: ¿en qué me voy a convertir?”, suelen pensar pacientes anorgásmicas).
8) Las fantasías de poder, de gran potencia o de dominio sexual.
9) Las fantasías de escenario: estar en un lugar exótico, en una playa en la arena o en el mar.
10) Las fantasías de la persona que se coloca en actitud de idolatría y adoración: es deseo exclusivo del varón y sus atributos.
11) Las fantasías voyeuristas: imaginan mirar a una dama o a un varón que se desviste o se masturba o a una pareja haciendo el amor. Una variedad, muy prevalente entre los varones, es de querer ver a dos mujeres teniendo relaciones sexuales entre ellas.
12) Las fantasías exhibicionistas: consisten en mostrar su cuerpo o los genitales o masturbarse delante de otras personas que las desean.
13) Las fantasías “colectivas”: representan el deseo de intercambio de parejas o de sexo grupal.
14) Las fantasías de contexto variado: imaginar una situación determinada e incluso prohibida, por ejemplo, jefe-empleado, alcoholizados, con una persona dormida o inconsciente, fetichismo de pies, relatos eróticos, etc.
15) Las fantasías que giran en torno a personas o personajes: en general tienen que ver con damas o varones inaccesibles, como la pareja de las amistades, los compañeros de trabajo o un personaje famoso. Las estadísticas revelan que la mayor parte de las fantasías se dan con personas conocidas o allegadas.
16) Las fantasías preparatorias: hay personas que se obsesionan esperando el primer encuentro sexual con una nueva pareja. Estas fantasías sirven para calmar la angustia.
17) Las fantasías que incluyen variantes: la persona se imagina con otras dos personas, orgías grupales, uso de objetos y ayudas sexuales (dildos, vibradores, arneses) que no se atrevería a emplear en la práctica, con cambios de roles (por ejemplo que la mujer penetra a su compañero).
18) Las fantasías homosexuales: hay personas que las utilizan en sus encuentros heterosexuales o en sus actividades masturbatorias. Se refiere a heterosexuales que se excitan con historias donde mantienen relaciones sexuales con otras personas de su mismo sexo o en las que otras personas poseen a sus compañeros. Esto no deberá parecer tan extraño, ya que en muchos seres humanos pueden aparecer sueños o fantasías homoeróticas. No por soñar con un juego amoroso con alguien del mismo sexo eso las define como homosexuales.
Sin lugar a dudas, el sexo se enriquece con las fantasías. Por supuesto, las personas deberían tener una vida sexual, en lo real, lo suficientemente intensa e interesante como para que las fantasías funcionen como complemento o ingrediente, sin llegar nunca a sustituirla. También suelen ser un antídoto contra la rutina sexual.
Extractos del libro “Derecho al goce” (ediciones Lea), del doctor Adrián Sapetti, médico especialista en psiquiatría, psicoterapeuta y sexólogo. Es miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM) y miembro directivo de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), entre otras instituciones.
Fuente: Clarín