PADRES E HIJOS
Por: Nelly Chong García
Juan tiene 16 años, sale todas las noches con sus amigos, le ha ido muy mal en el colegio, sus padres sienten que no tienen ninguna autoridad para con él. Si imponen alguna sanción él les grita y los amenaza con irse de la casa. Viene del colegio, se lleva la comida a su cuarto, pone música a todo volumen y si le reclaman algo se enfrenta a ellos y les dice que no tienen derecho a meterse en su vida. El otro día Clara, su hermana, estaba en la computadora y él quería usarla, como ella no se la entregó inmediatamente la sacó de la silla y la pateó en el suelo. Al escuchar la bulla vino la madre a ver que pasaba, ella le reclamó por su comportamiento y él le dió una cachetada. Cuando el padre llegó a la casa y le contaron lo sucedido él se sintió atado de pies y manos, pues siente que no sabe qué más hacer con Juan y que las cosas han llegado al límite.
Pero ¿Cómo se llegó a este punto? ¿Cuándo y cómo los padres perdieron su autoridad como tales?. Las estadísticas indican que esto es cada vez más frecuente. Se trata de padres asustados y preocupados que ya no pueden ejercer autoridad y se ven en la necesidad de denunciarlos como una forma de poner fin a este descontrol. Probablemente, para llegar a este punto la historia haya comenzado sin que nadie se diera cuenta. Así, cuando Juan era pequeño, siendo hijo mayor, los padres le daban gusto en todo, les costaba mucho trabajo decirle que no a algo. Su filosofía era que cuando fuese más grande pondrían límites, pero por ahora para qué hacerlo sufrir.
Intentaban contentarlo en todo. Él aprendió que no tenía que esperar cuando quería algo y que todos, de una manera u otra, se adecuaban a sus necesidades. Así, al comienzo, si le decían que no, unos gritos o una pataleta o unos llantos desaforados conseguína lo que él quería. Mamá o papá sólo atinaban a decir:"Ay, Juanito, por qué eres así hijo, no tienes que gritar!", pero...siempre le daban lo que pedía. Cuando intentaban ponerle límites, estos nunca fueron consistentes. Así, si la mamá decidía que estaba castigado por sus malas notas y no vería la televisión hasta que mejoren, a los dos o tres días "le daban otra oportunidad". Oscilaron en darle fuertes castigos y levantarlos antes de que se cumplan o se cotradecían a la hora de poner los límites.
El mensaje consistente que fue recibiendo a lo largo de estos 16 años fue siempre el mismo: no es necesario hacer ningún esfuerzo y todo estamos estamos acá para complacerte. Poco a poco conforme fue creciendo, el hijo aprendió que sus deseos son ordenes y siempre será complacido. Con el tiempo, obviamente sus exigencias fueron en aumento y la autoridad fue dando paso al temor a la reacciones que pasaron de las pataletas de un niño a la violencia arriba descrita.
¿Qué hacer? La prevención: desde la infancia los niños deben aprender que hay límites. Los padres de adolescentes en esta situación deben buscar ayuda especializada para restaurar las reglas de convivencia y la autoridad perdida.
Fuente:Diario La República
Transcrito por: Angélica Canales
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es muy cierto aunque conozco otro caso aparentemente pasivo donde el padre le da todo al hijo, sin poder. No puede decirle que no porque tiene miedo que se aleje o se ponga triste
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