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miércoles, agosto 22, 2012

TOWN SQUARE THEATER


Tómate una foto con Mickey Mouse en el Centro Disney's Photopass.


Ingreso

Los Tres Cerditos

Los Tres Caballeros

Formando cola para las fotos





Photopass

Los Fotógrafos Oficiales de Disney's Photopass

Un Recuerdo Memorable


Tienda Disney a la salida del Town Square Theater

PsicologosPeru.com

martes, noviembre 15, 2011

EL SINDROME DE LA DAMA Y EL VAGABUNDO

...Y CON EL BEBE SON 3

Un gran número de perros pierden sus hogares felices cuando el primer bebe humano se une a la familia y usurpa el rol de Reina (la cocker spaniel) como "hij@ únic@". Lo irónico de esto es que esto no tendría por qué ser una tragedia. Los padres primerizos inteligentes se cercioran de que Reina (la Dama) acepte a su hermanit@ con poca o ninguna resistencia y así llegan a evitar con éxito el síndrome de La Dama y el Vagabundo.

LOS PERROS Y LOS BEBES

Al igual que sucede con muchos retos de entrenamiento, cuanto antes se empiece, mejor. Muchas parejas deciden no tener hijos por años antes de que dicho evento glorioso se produzca. Es más difícil convencer a una perrita de 8 años de edad que acepte al nuevo bebito si ella nunca ha estado cerca de niños, que lo que sería si Mamá y Papá hubiesen hecho el esfuerzo de lograr que sucedieran buenas cosas cuando hubiese bebes en los alrededores. Esto es algo positivo por hacer incluso si la pareja estuviese 100% segura de que nunca tendrán bebés propios. Existen bebés y niños por todos lados, y si la perrita mordiese al nuevo bebe de la Tía Meggie durante el Día de Acción de Gracias en tu casa, las festividades terminarían por arruinarse.

PASOS DE BEBE

De ser posible, empiecen cuando Reinita, todavía sea una cachorrita. Si no conocen a un familiar, amigo o vecino que tenga un bebé, vayan al parque al menos una vez a la semana en un día soleado. Siempre habrá madres y niñeras con bebés y niños pequeños en los parques. Cerciórense de mantener a Reinita con su correa, limpiar sus necesidades y obedecer todos los reglamentos de los parques referentes a perros.




Fuente: "El Poder del Entrenamiento Positivo para Perros" por Pat Miller

Traducido por: Psicólogo Luis Venegas Chalen

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lunes, noviembre 14, 2011

EL SINDROME DE ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Esta condición toma su nombre del famoso libro de Lewis Carroll, por la similitud que presentan las vivencias del sujeto con las del personaje de la historia.
El síndrome fue descubierto por un psiquiatra ingles llamado John Todd en 1955 y se trata de un desorden neurológico que afecta la percepción de la persona, de forma tal que el sujeto experimenta una distorsión de la imagen del cuerpo propio y de los objetos que lo rodean.

La persona puede sentir que su cuerpo entero o partes del mismo se alteran en tamaño y forma y que los objetos se encojen o se agrandan, se alejan o se acercan. Esta patología no es un problema visual, sino un trastorno en la forma en que el cerebro toma y procesa la información entrante. La percepción de objetos como más grandes de lo que son se llama macropsia.

La micropsia es la percepción de los objetos como más pequeños de lo que son y lo interesante es que las micropsias también tienen un nombre literario. Se las suele llamar visión o alucinación liliputense, en honor a otro libro, en este caso “Los Viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. El síndrome de Alicia se asocia con la migraña frecuente, y a veces puede estar causado por una condición epiléptica preexistente. Como es de suponer también puede ser causado por el consumo de drogas psicoactivas, como hongos alucinógenos.

“Un día vi cómo los libros de mi hermana se volvían más grandes y cómo mi padre se hacía tan pequeño como un muñeco”. “Siento que mi cuerpo crece y crece hasta que parece ocupar la habitación entera”. Son algunas de las sensaciones que caracterizan al síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, que suele afectar a niños y adultos con migraña.

Investigadores gallegos han estudiado un caso excepcional de este trastorno neurológico en una niña de ocho años de edad que nunca antes había tenido migraña. Sus observaciones se publican en el último número de la Revista de Neurología. “La niña, que sufrió trastornos de la percepción visual todos los días durante un mes y cada dos o tres días en las dos semanas siguientes, empezó con los síntomas sin haber tenido antes cefaleas”, explica a SINC María José Corral Caramés, autora principal del estudio y pediatra del Centro de Salud A Ponte (Orense).

Los pacientes que sufren este síndrome perciben alteraciones en la forma, tamaño y situación espacial de los objetos, así como distorsión de la imagen corporal y del transcurso del tiempo. También se han asociado otras ilusiones visuales como palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras).

Según los expertos, las personas afectadas por el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas son en todo momento conscientes de la naturaleza ilusoria de sus percepciones. Sin embargo, éstas son lo suficientemente intensas como para que tengan que mirarse en un espejo para comprobar su talla.
Aunque las pruebas diagnósticas aún no han permitido identificar ningún área cerebral específicamente afectada, los resultados de los estudios realizados en pacientes en su fase aguda mediante tomografía computarizada revelan áreas de hipoperfusión en las proximidades del tracto visual y córtex asociado, lo que podría explicar las quejas visuales de los pacientes.

Los científicos sospechan que Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y afectado por migrañas, pudo sufrir el síndrome, de forma que las experiencias de la joven Alicia eran bien conocidas por su creador.



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domingo, noviembre 13, 2011

EL SINDROME DE BAMBI

¿Es la caza cruel?

La supuesta crueldad de la caza es uno de los motivos más enfervorecidamente defendido por todo aquel que presume poseer una conciencia anticaza. En este punto la demagogia, la hipocresía y la doble moralidad han dado lugar a algo denominado el «Síndrome de Bambi», en el que el cazador se convierte en el malo, la encarnación de la perversidad y la crueldad gratuita, así como el desestabilizador del orden natural.

Por: Santiago Segovia

Fuente: http://www.club-caza.com/blog/diariodecaza/postver.asp?p=681

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EL CONSUMO INTELIGENTE DE LA ENERGIA PARA REMEDIAR ELSÍNDROME DE BAMBI
Por: Jorge Laine

El síndrome de Bambi, que hace ver todo desarrollo del trópico como catastrófico, parece acentuarse con los pronósticos de expansión de tales monocultivos. La mayoría de las selvas tropicales están en países en vías de desarrollo, que para poder aumentar el consumo energético asociado a ese desarrollo (acceso a la electricidad, transporte automotriz, etc.) podrían verse tentados a producir materia prima para biocombustibles, no solo para su propio consumo sino también para satisfacer las reservas estratégicas de combustible líquido de los países más desarrollados, las cuales en un futuro tal vez ya no serían reservas de petróleo, sino de biocombustible. Sería el neocolonialismo del oro verde para remplazar al oro negro.

Estamos iniciando el fin de la era de la combustión, y comenzando la nueva era de la energía limpia, tratando además de remediar el Síndrome de Bambi; sin embargo, el riesgo de recaída persiste, si crece la población de ciertas especies que atentan contra la armonía de la biodiversidad, entre las cuales podría incluirse a la especie humana.

Fuente: http://es.scribd.com/doc/44067892/El-Sidrome-de-Bambi



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sábado, noviembre 12, 2011

EL SINDROME DE DUMBO

...O EFECTO PLACEBO
TIMOTEO... EL PRIMER PSICOLOGO DEL DEPORTE DE LA ANIMACION (1941)

... Pero sea cual sea la fuente a la que el deportista acuda desesperadamente para conseguir esa “confianza instantánea”: psicólogos, médicos, programas de entrenamiento, barritas energéticas, modelos de neumáticos, tipos de raqueta, nuevos pies de gato, etc. es indiscutible que nada de eso funciona en la dirección deseada. Más aún, la incorporación de esos elementos, aún cuando es cierto que suponen una mejora objetiva en los medios que el deportista emplea; al final lo que suelen provocar es un aumento de la presión que el deportista experimenta para rendir.

En resumen, el deportista busca soluciones rápidas a su falta de confianza incorporando algún elemento externo a su persona. Pero a continuación el deportista siente mucho más amenazada su autoestima, por que si disponiendo de esa nueva raqueta, o de ese nuevo material o sistema, al final no logra sus objetivos, entonces su percepción de fracaso será mucho mayor.
Esto me recuerda a la historia de “Dumbo”, el film de animación clásico que produjo el célebre Walt Disney en 1941. Una película pasada de moda sin duda, pero que suelo contar a algunos deportistas. Muy brevemente, Dumbo era un elefante que tenía la orejas tan grandes que agitándolas podía volar. Volar era algo natural para él. Pero si no recuerdo mal, en algún momento de la trama Dumbo tiene un encuentro con un grupo de cuervos, que extrañados se ríen del hecho que un elefante vuele. Los cuervos, que son pájaros conocedores del fenómeno del vuelo, convencen a Dumbo que los elefantes efectivamente no pueden volar. De esta manera Dumbo pierde la confianza en su capacidad de volar. Más adelante en la película Dumbo se encuentra con Timoteo un ratón que vive en el circo; y que talmente actua como una especie de psicólogo deportivo. Timoteo le hace creer a Dumbo que si sostiene una pluma de pájaro con el extremo de su trompa, podrá volver a volar. Timoteo, usando una lógica de autoengaño, y con una estrategia y una oratoria digna del más agresivo especialista en terapia breve, consigue que Dumbo desplace la confianza desde sí mismo hasta la pluma. Eso es fácil porque Dumbo apenas confía en sí mismo para volar, de manera que confiar en la pluma es una alternativa clara. En este punto Dumbo agarrando fuertemente la pluma con su trompa empieza a agitar sus orejas, tal como siempre lo había hecho, consiguiendo de esta manera volver a volar. Dumbo recupera su capacidad de volar, pero no su confianza. Por ello ahora su vuelo no es fluido, ni natural, porque está demasiado pendiente de sostener la pluma con su trompa.

Es muy interesante constatar que al trabajar con deportistas con el síndrome de Dumbo, la “plumas” pueden llegar a hacer que las cosas cambien un poco. Es decir que el deportista esté dispuesto a intentar actuar de nuevo. Pero de ahí a conseguir la acción refinada y oportuna necesaria para el rendimiento hay un trecho muy grande. Por eso este tipo de intervenciones terapéuticas con “plumas”, basadas en el autoengaño (Dumbo se engaña a sí mismo respecto al poder de la pluma), están más orientadas a encontrar soluciones de mínimos, en el campo de la psicología clínica. Como cuando una persona obsesionada no se atreve a salir a la calle por que cree que le caerá un rayo o algo así. Sin embargo, en el ámbito del rendimiento deportivo ese tipo de soluciones difícilmente nos permiten reintegrar al deportista a una línea de alto rendimiento, caracterizada por la “búsqueda permanente del más difícil todavía”.

Por cierto, nuestro ratón psicólogo deportivo logra que efectivamente Dumbo intente reiniciar sus vuelos, gracias a su confianza ciega en la pluma. Pero si no recuerdo mal, para que Dumbo termine por recuperar auténticamente su confianza es necesaria una situación límite, donde la motivación de Dumbo le permitirá afrontar el riesgo de no lograr mantenerse en el aire sin la pluma. Veamos como se produce eso: Dumbo se halla volando con su pluma en plena “misión de combate” para defender a su madre y otros elefantes de los maltratos que le inflingen los cuidadores del circo. Y es entonces, en pleno vuelo, cuando pierde la pluma. El pánico se apodera de él e incapaz de mover sus enormes orejas sin la pluma empieza a desplomarse sobre el suelo. Y es en esta situación cuando se suman motivaciones y compromisos (evitar a toda costa estrellarse contra el suelo y seguir defendiendo a su madre). Así en plena caída, intenta de nuevo mover las orejas. Lo hace por que las circunstancias le obligan. No tiene otro remedio. Se trata de hacerlo o caer con toda seguridad. Al agitar de nuevo sus orejas Dumbo vuelve volar, pero no sólo eso; recupera su confianza. Es entonces, al final de la película, cuando el genio de Walt Disney nos muestra, no a un elefante que vuela, si no a un elefante de alto rendimiento que se comporta como un caza de combate, haciendo acrobacias en el aire y ametrallando con cacahuetes a los malvados de la película.

Para nuestros deportistas la moraleja debería ser clara: Se puede llegar a perder la confianza, pero en tal caso habrá que reconstruirla mediante el conocimiento y el intento efectivo de actuar, aún a riesgo de fallar. Pero jamás la recuperarán por medios mágicos e instantáneos, rápidos o sobrenaturales

Fuente: http://mindisaction.blogspot.com/2011/03/timoteo-el-primer-psicologo-del-deporte.html







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viernes, noviembre 11, 2011

EL SINDROME DE PINOCHO

Carlo Collodi escribió un cuento infantil para denunciar la mentira. Utilizó como protagonista a un títere de madera que llamó Pinocho. Por la metáfora de Collodi, algunos estudiosos de la mente humana han designado como “síndrome Pinocho” a la compulsión incontenible que sufren algunas personas para mentir.

Escrito por: HAMLET HERMANN
Fuente: http://www.hoy.com.do/opiniones/2011/7/3/382572/Sindrome-de-Pinocho

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La mentira se encuentra a la orden del día en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Aunque ésta puede resultar algo normal en la infancia desde un punto de vista evolutivo, cuando en la edad adulta nos encontramos con personas que envuelven su vida con farsas y engaños para justificar determinadas acciones o simplemente para equilibrar problemas de autoestima, entonces nos encontramos ante un serio problema.

Existen personas que llegan a alcanzar niveles en los cuales no saben hablar sin incluir en sus frases alguna mentira, llegando a perder el hábito de la comunicación sincera y normal. Se trata de personas que mienten de forma patológica, compulsivamente, sin poderlo remediar.

Estas personas crean en torno a sí mismas un mundo irreal e imaginario y experimentan grandes dificultades para escapar del circulo vicioso que ello genera. Las personas que mienten de modo obsesivo esconden habitualmente problemas psicológicos y trastornos de personalidad: déficit o carencias personales, falta de autoestima, fobias, ansiedades, inseguridad, timidez, problemas de habilidades sociales, complejos de inferioridad... Son personas que no se aceptan ni a nivel personal ni social, ya que se consideran inferiores, por lo que intentan compensar sus inseguridades o falta de aprecio a base de mentiras y de construir castillos irreales en el aire.

Las causas que conducen a la mentira son varias. Se puede mentir para evitar problemas, para obtener algún beneficio de alguien, para que los demás nos atiendan, nos hagan más caso o nos quieran más, para compensar inseguridades y ansiedades, para sobrevalorarnos y encontrarnos mejor, para obtener placer o poder, para hacer daño a los demás... El verdadero problema surge cuando esa forma de actuar se convierte en un hábito, cuando la persona que miente se cree sus propias mentiras y crea un mundo imaginario falso del que no puede salir.

Las personas que padecen el síndrome de Pinocho llegan a desarrollar un comportamiento autodestructivo porque no se enfrentan a los problemas, sino que los evitan y ocultan con sus mentiras. Esta actitud puede generar el rechazo de los demás y provocar en el mentiroso compulsivo estados de culpabilidad, remordimiento, inseguridad y un desgaste emocional que acabe mermando su salud física y mental. Esta patología tiene solución, pero debe abordarse desde un trabajo terapéutico adecuado.

Ferran Martínez
Psicólogo de ISEP Clínic Castelló
Fuente: http://www.isepclinic.es/index.php?option=com_content&view=article&id=88%3Ael-sindrome-de-pinocho&catid=9%3Apsicologia-adultos&Itemid=173&lang=es
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El autoengaño, un arma peligrosa
Todos somos un poco Pinocho

EFE
Muchas personas viven distorsionando la realidad para tapar su miedo al fracaso
María Jesús Ribas, EFE

El miedo a ser juzgados o rechazados, a sufrir o fracasar, a descubrir nuestras sombras, nos lleva a hacer lecturas parciales de la realidad, a ocultarla o interpretarla a nuestro antojo, o bien a reprimir, inhibir u ocultar ciertos aspectos de nuestra forma de ser.

Decir mentiras a menudo no es bueno, pero mucho peor es creérselas uno mismo. El autoengaño es una estrategia más de supervivencia, nadie se libra de emplearlo en algún momento de su existencia, e incluso puede ayudar a superar momentos difíciles, pero si se emplea como norma en lugar de como excepción puede volverse enfermizo y en contra de uno.

Muchas personas viven distorsionando la realidad, para tapar su miedo al fracaso, su falta de capacidad para aceptar la frustración, su temor a enfrentar las propias emociones o cambiar su vida, su zozobra ante el juicio negativo de los demás.

Se autoengañan, creyendo que mediante este subterfugio podrán mantener bajo control aquellas facetas, actitudes, deseos, ideas y emociones que consideran censurables.

Los autoengaños o mentiras vitales se sientan a la mesa de muchas casas y descansan en la almohada de muchas personas. En ocasiones son la compañía más habitual de un individuo. Y a veces se comparten con la familia, en un acuerdo tácito para no "poner los pies sobre la tierra".

Encubren desde temores crónicos y conflictos internos, hasta situaciones de maltratos físicos y abusos sexuales. Explican la tendencia humana a optar por explicaciones ventajosas e ilusorias: atribuir nuestros éxitos a la propia competencia y los fracasos a la mala suerte o el destino, o pensar que nuestros contrincantes triunfan por fortuna y pierden por su ineptitud.
Fuente: http://archivo.univision.com/content/content.jhtml?cid=343948

jueves, noviembre 10, 2011

EL SINDROME DE LOS TRES CERDITOS

¿Padece del "Síndrome de los Tres Cerditos " cuando se trata de su negocio?

Yo estaba buscando a través de mis viejos libros esta mañana y me encontré con un montón de cuentos infantiles de cuando yo era un niño. La mayoría de ustedes recordarán el cuento de los tres cerditos y el lobo feroz. Lo sé, lo sé... usted probablemente está pensando, ¿qué tiene que ver conmigo y mi negocio, pero tengan paciencia, porque la historia tiene un mensaje importante.

Para aquellos de ustedes que no conocen el cuento, he aquí un resumen:

Tres cerditos decidieron salir de casa y aventurarse en el mundo, lejos de la comodidad y la seguridad de su casa, en busca de su fortuna. Al encontrar un lugar para instalar su casa cada uno de ellos construyó una casa propia. El Cerdito 1 construyó su casa de paja, ya que era la forma más rápida y más fácil de hacerlo. El Cerdito 2, construyó su casa de palos, un poco más fuerte, pero no tan resistente como la del Cerdito 3 que construyó su casa de ladrillos.

Aquí aparece el lobo feroz en busca de su cena. Se aproxima a la puerta del Cerdito 1 y con un soplido derrumba la casa con facilidad, el cerdito temeroso corre a la casa del cerdito 2, pero el lobo lo sigue y vuelve a suceder lo mismo. Ahora, los tres cerditos están en la casa de ladrillo del Cerdito 3 y cuando el lobo sopla y sopla no pasa nada y la casa se mantiene firme. El lobo hambriento intenta engañar a los cerditos pero el Cerdito 3 es bastante inteligente. En su intento por irrumpir en la casa, el lobo sube por la chimenea y cae de frente en una olla grande de agua hirviendo: game over = fin de la historia.
Me encanta lo tanto que se resume en este sencillo cuento sobre muchas de las personas en nuestra industria. Por lo tanto, hay un par de aspectos muy importantes que quiero señalar.

Al final del día todo el mundo está tratando de mantener al lobo lejos de la puerta. Con la economía tan mal y tanta gente ajustándose los cinturones, muchos dejarán su zona de comodidad y buscarán otras maneras de aumentar y/o sustituir sus ingresos y muchos de ellos encuentran su camino hacia la comercialización del Internet.

No me gusta decir esto, pero necesitan saberlo. La mayoría fracasa; el 97% de los vendedores por Internet fracasan en la industria - ¡wow! Sorprendente, lo sé. Pero la buena noticia es que esto no tiene por qué necesariamente ser su caso, usted no tiene por qué fracasar, usted puede tener éxito, usted sólo necesita saber cómo hacerlo. La mayor parte de este fracaso se debe a la pereza, la falta de dirección, la formación inadecuada y la no consistencia. ¡Pero usted es diferente!

Usted debe seguir los pasos del Cerdito 3: trabajar con inteligencia, trabajar arduamente y construir una base sólida en su negocio y no sólo va a ser recompensado con seguridad y estabilidad a largo plazo, sino que literalmente tendrá a las personas acudiendo a usted, tocando a su puerta desesperados por su ayuda al igual que en el cuento arriba mencionado.

Usted no compraría un bisturí y se haría llamar cirujano. ¡No! Debe instruirse (formarse, capacitarse) y trabajar duro, desarrollar sus habilidades y convertirse en grandioso. La buena noticia es que los negocios en casa no son difíciles, pero sí requieren bastante trabajo duro.

¿Cuál de los tres cerditos es usted?

http://networkercity.com/wp-content/uploads/2010/06/piggy-presentation-pdf.pdf

No hay lugar para la flojera ni la chabacanería, como los Cerditos 1 y 2, usted debe “pagar piso” y mejorar sus habilidades, nunca dejar de aprender y nunca rendirse. Si usted puede hallar un mentor o coach que conozca “el teje y maneje” y absorber el máximo de conocimiento que pueda de él, entonces recomiendo que lo haga.

Por su éxito,

Ross Wilson
www.networkercity.com

Fuente: http://www.betternetworker.com/articles/view/personal-development/mindset/do-you-have-little-pig-syndrome-when-it-comes-to-your-business

Traducido del inglés al español por el Psicólogo Luis Venegas Chalen

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miércoles, noviembre 09, 2011

EL SINDROME DE CAPERUCITA ROJA

Las niñas tienen un año y medio, y han comenzado a padecer, mejor dicho, a hacernos padecer, "El síndrome de Caperucita". ¿En qué consiste? Básicamente, en que hacen su santa voluntad, que esta suele consistir en hacer lo que resulte más peligroso para ellas.

Ya no me vale decir, vamos aquí o allí. Ni hablar. Ahora, si les gusta donde vamos, vale, pero en caso contrario: el berre, la negativa, y consiguiente protesta están aseguradas. Ya saben que quieren ponerse las zapatillas para andar por casa, que no quieren perder más tiempo poniéndose leotardos y zarandajas por el estilo, y eso es lo de menos.

Eso no es lo que me preocupa, lo que me asusta de verdad, es que siempre escojen el camino más difícil, y peligroso para hacer las cosas. Para llegar a un rincón de la casa, tienen que ir a través de la zona más estrecha, que además será donde se encuentren casi todos los enchufes. Si hay que perseguir a una paloma, lo harán por donde puedan caerse con más facilidad, y si deciden subirse a algún sitio, lo harán al más inestable que encuentren.

Y pienso yo, que eso, ni más ni menos era lo que hacía Caperucita Roja, su madre le dijo "hija mía, no vayas por el bosque", y ella, ignoró a su santa madre, e hizo lo que le dio la gana. Para que luego los Grimm y compañía le echasen la culpa al Lobo. Pues no, aquel mamífero carnicero de un metro aproximadamente desde el hocico hasta el nacimiento de la cola, y de seis a siete decímetros de altura hasta la cruz, pelaje de color gris oscuro, cabeza aguzada, orejas tiesas y cola larga con mucho pelo (según el diccionario RAE), fue una víctima más de la arbitraria voluntad de esta jovencita aficionada a los disfraces. Ella decidió ir por el peor camino, charlar con el lobo, apostar con él, decirle a donde iba, jugar a ver si era o no la abuelita (Caperu, chica si no te diste cuenta, cuando entraste la casa de tu abuela, de que era un lobo como un castillo, es que ves menos que una foto en un baúl), y encima insultarlo diciéndole que tenía una boca muy grande. ¿Quien provocó el conocido incidente? ¿quien? Yo os lo diré, Caperucita.

Pues bien, como la niña del cuento, mis gemelas han decidido que ellas tienen voluntad propia y van a ejercerla, sin importar los peligros que nos acechen. El libre albedrío ha hecho presa en mis gemelas. ¡Que Dios nos coja confesados!.

http://vidaobraymilagros.blogspot.com/2008/05/el-sndrome-de-caperucita.html

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Lo primero que NO debes hacer, si deseas publicar, es seguir arrastrando el síndrome de Caperucita Roja en la jungla editorial, es decir, abandonar toda ingenuidad al suponer que enviando tus originales a cualquier empresa editora ya está el asunto resuelto, porque la cosa no funciona así. Sin embargo el caperucitismo lo hemos padecido todos en nuestros comienzos, y lo seguiremos padeciendo, porque es como el sarampión, o sea, obligatorio, no te preocupes.




Fuente: http://www.estrellacardonagamio.com/sindromecaperucitaroja.html

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A diferencia de otras pandemias, el VIH/SIDA afecta a quienes le abren voluntariamente las puertas de su vida. Muchos de los casos diagnosticados en los últimos años dominaban los conocimientos necesarios para evitar el contagio, pero no creyeron tener “tan mala suerte”

Caperucita Roja avanza despreocupada. Su mamá le advirtió muchas veces acerca del Lobo Feroz, pero ella no piensa renunciar a los placeres de atravesar el bosque. De todas formas, su “destino” es ir a casa de la abuelita.

¿Que hay otro camino más seguro…? Sí, está bien, pero no es tan bonito como este, ni tan apasionante, ni tiene el innegable atractivo de lo prohibido, que dispara la adrenalina por su impulsivo cuerpo adolescente.

Además, con tantos kilómetros cuadrados de floresta ¿va a dar la casualidad de que el lobo esté por aquí en estos momentos? Bien boba es su mamá si cree que ella no va a reconocer a esa horrible fiera desde mucho antes de que se le acerque, y entonces ¡zas!, ella saltará a un lado con pericia para evitar la mortal mordida, y lo dejará pasmado en el sitio…

El clásico diálogo envolvente entre Caperucita y el lobo ha sido materia de plagio en centenares de chistes, obras de teatro o dibujos animados, y en todos la imprudente niña se salva de su ¿perseguidor? por un golpe de suerte.

Tal vez por eso el intento de transmitir a las nuevas generaciones la moraleja del cuento —que no es otra que la de evitar riesgos innecesarios desconfiando de las apariencias—, se ve tristemente opacada por el inoportuno cazador, aparecido “de la nada” para deshacer un enredo que cualquiera con dos dedos de frente sabe irreversible.

En la vida real, un nuevo virus-lobo, simulador y voraz, engatusa a sus víctimas a través del placer y esconde su fea nariz tras el ropaje de seres cercanos o deseables, supuestamente tan inocentes como una abuelita... ¿Y quién salva entonces a los desprevenidos frente al VIH/SIDA?

http://www.walterlippmann.com/docs486.html

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A ver... El síndrome este, es algo que todos padecemos.
Hombres y mujeres.

La mujer está desde pequeña, educada a ser vírgen el mayor tiempo posible, pura, inalcanzable, intocable... y sin embargo, la moda adolescente no acompaña estos valores, y les enseña a mostrarse, a exhibirse, escotes, faldas cortas, medias de red, tacos altos...

Estas dos cosas no son compatibles, y "caperucita" sabe, y muuuy bien, que tiene dos caminos... y que en el camino corto está el "lobo". Y toma el camino corto. Y le muestra al lobo su calza apretada, y su corpiño de encaje. Pero ojo. Ella no va a hacer nada. Solo mostrarse.

Por su lado el lobo, está educado a atacar a todas las presas, y cuanto más sean, mejor. A ir directo al grano. Al sexo.

En fin, esto causa problemas... ¿no?

http://lolatusexologa.blogspot.com/2010/03/el-sindrome-de-caperucta-roja.html

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viernes, noviembre 04, 2011

EL SINDROME DE PLUTO

Un investigador encuentra que el Parkinson y el Alzheimer, están ligados a trastornos del sueño que se manifiestan hasta 10 años antes de que esas disfunciones se presenten de manera evidente. Por lo tanto, la calidad del sueño podría facilitar el diagnóstico precoz de esas enfermedades.

Pluto, el perro anaranjado con largas orejas de los dibujos de Walt Disney, sufre en algunas de sus aventuras un trastorno de conducta del sueño REM (la etapa del sueño caracterizada por el “movimiento rápido de los ojos” —REM por sus siglas en inglés).

En condiciones normales, durante esa fase del sueño el cuerpo no se mueve porque se activan una serie de mecanismos neurológicos que hacen que los músculos permanezcan paralizados. Sin embargo, Pluto sufre una disfunción que hace que ejecute todos los movimientos que se ven en la pantalla cuando tiene sus pesadillas, incluso en ocasiones hasta se cae de la cama.

De acuerdo con los resultados de nuevas investigaciones, si Pluto fuese una persona real, ésta tendría 50 por ciento de probabilidad de padecer el mal de Parkinson cuando fuese mayor.

De hecho, los estudios indican que el trastorno del sueño REM, que hace que uno se mueva cuando en realidad no debería hacerlo, parece ser un buen indicador de enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el Parkinson y el Alzheimer.

Todavía no hay cura para las enfermedades antes mencionadas, pero el comportamiento de una persona durante el sueño REM permitiría hacer un diagnóstico precoz mucho antes de la aparición de los signos evidentes que caracterizan esas disfunciones, como son los temblores y la pérdida de la memoria.

Fuente: http://www.vanguardia.com.mx/XStatic/vanguardia/template/content.aspx?se=vidayarte&su=salud&id=374989&te=nota

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lunes, octubre 31, 2011

SINDROME DEL PATO DONALD (SPD)

Sucede que a todos, después de ir acumulando estrés, malas noticias, enojos, berrinches, frustraciones, pláticas y pensamientos negativos, en fin mala vibra en general, quedamos tan llenos de energía negativa que cualquier cosa es suficiente para hacernos explotar en un ataque de ira que no hace más que empeorar nuestra situación y que termina por convertirnos en un Pato Donald enojado y víctima de su propio coraje.

¿O no? ¡Vamos! Recuerden como se ponía Donald cuando trataba de abrir su silla plegable en la playa y esta no cedía, provocando que el famoso pato de traje de marinero fuera enojándose más y más, golpeando y gritando hasta terminar atrapado dentro de la misma silla.

Bueno pues ese es justo el SPD o Síndrome del Pato Donald.

Este se da precisamente cuando llegamos al punto de no regreso y perdemos el control y como dicen por ahí “escupimos al cielo” y por supuesto, como todo lo que sube, tiene que bajar, ese escupitajo solo nos salpica de regreso a nosotros mismos.

Ahora ¿cómo es que llegamos hasta el punto adquirir el SPD? No es difícil imaginárselo: vivimos en una época donde el estrés es parte de la cotidianidad en nuestras vidas: cuentas por pagar, problemas por resolver, proyectos por entregar, familia que cuidar, hijos que educar, compromisos que cumplir, en fin todo una carga de factores que no podemos ignorar ni evitar y que sea como sea, tenemos que cumplir.

Pero a los que además, sin darnos cuenta, sumamos otros que sí podemos cambiar.

Y es que usualmente empezamos nuestros días siempre corriendo. Al despertar, lo primero que hacemos es quejarnos de la hora tan temprana en que tenemos que levantarnos, si somos considerados y compartimos habitación con alguien, salimos de ella y sino encendemos la televisión o la radio para “escuchar” las noticias del día y así contaminar nuestra mañana con las últimas notas sobre la violencia que hay en el mundo, los asaltos, las guerras, etc... Salimos camino al trabajo y vamos peleando con el conductor del auto de enfrente solo porque a él le toco estar frente a nosotros en esa larga fila de coches estacionados, que llamamos carretera, autopista, vía expresa, periférico o viaducto o cual sea la avenida que más usen por las mañanas.

Llegamos a la oficina, recibimos la llamada de algún cliente enojado o peor aún la llamada la recibió nuestro jefe y él ahora es quien esta enojado, algún proveedor no cumple con su compromiso, en una junta de trabajo tenemos un fuerte desacuerdo con alguien más. A la hora de la comida el mesero tarda en traer la cuenta y regresamos tarde al trabajo, regresamos al final de la tarde a casa para, después de volver a lidiar con todos esos automovilistas a quienes insolentemente se les ocurrió también regresar a sus hogares a la misma hora que nosotros, encontrarnos con que la puerta del estacionamiento no funciona bien o que un vecino se estacionó mal impidiéndonos guardar nuestro auto en su lugar.

Entramos a casa, estamos bloqueados, irascibles e iracundos, solo pensando en querer ver la televisión y no hablar de nada con nadie. Entonces discutimos con nuestros familiares porque ellos con la mejor de las intenciones nos reciben con los brazos abiertos, pero como nosotros venimos con una inercia negativa equivalente a una onda expansiva nuclear, los hacemos a un lado, nos postramos en nuestro sillón acostumbrado, prendemos la caja boba y ¿qué hacemos? Sintonizar una serie de televisión llena de violencia, muerte y vicios.

Nuestra pareja nos interrumpe, pregunta algo o nos dice algo que no nos parece y ENTONCES!!!!!!

¡FELICIDADES! Lo has logrado, has adquirido SPD.

Tanto que ya solo te falta la cola de pato y sombrero de marino porque estás tan enojado que el pico naranja lo tienes ya!

Las consecuencias... esas creo que no las tengo que contar.

Así que mejor me dedicaré a platicar sobre cómo podemos evitar contagiarnos de SPD.

Y para eso debo hacer referencia una vez más a una de las lecciones de ese gran mentor, autor de “El monje que vendió su Ferrari”, Robin S. Sharma quien, precisamente en dicho libro compara a la mente humana con un jardín, explicando que: “Si tu procuras tu mente, la nutres y la cultivas, esta, tal como un rico y fértil jardín, florecerá más allá de lo que puedas imaginarte”.

Él continua con su analogía detallando que justo como un jardinero cuida cual soldado, que en su zona no entre ni el más mínimo rastro de contaminación, de la misma manera deberíamos nosotros procurar esto con nuestra mente.

Sin embargo es penoso ver la cantidad de basura que la mayoría de nosotros dejamos entrar a nuestra cabeza día con día. Las preocupaciones, la ansiedad, el lamentarse por el pasado o angustiarse por el futuro y todos aquellos miedos creados por uno mismo, las pláticas y medios a los que nos exponemos, provocan una catástrofe dentro de nosotros mismos.

“La preocupación drena a nuestra mente de todo su poder y, tarde o temprano, lastima incluso hasta nuestro espíritu”.

Para vivir la vida en todo su esplendor, debes de montar una estricta guardia a la entrada de tu jardín y solo dejar entrar a la mejor información y al mensaje de mayor calidad. No podemos darnos el lujo de tener ni un solo pensamiento negativo.

Explica Sharma que la gente más alegre, dinámica y satisfecha en el mundo es aquella que hace algo más que solo existir. Son esas personas que creen en su potencial humano y realmente saborean la vida, pero que sobre todo, adoptan un paradigma positivo sobre su mundo y todo lo que en él existe.

¿Sabían que en un día normal la persona promedio crea alrededor de seis mil pensamientos, y que el 90% de esos pensamientos son los mismos que los del día anterior?

Por lo tanto, sugiero que nos aseguremos de que esos pensamientos sean siempre positivos, pues como explica Stephen Covey: “Todo lo que hacemos y tenemos en la vida existe dos veces, primero cuando la piensas y después cuando lo hacemos realidad”.
Razón suficiente para querer que lo que creemos sea siempre positivo ¿no lo creen?

Volvemos entonces al tema de la oportunidad de escoger:
No importa lo que esté pasando en nuestra vida, tenemos el derecho a siempre escoger cómo queremos responder. Y tenemos el derecho de elegir a qué estímulos queremos exponer a nuestra mente y sobre todo a pensar siempre positivamente para sentirnos siempre bien.
Tenemos derecho a ser el jardinero de nuestra mente y a (con nuestra actitud positiva) crear pensamientos positivos que solo podrán crear situaciones positivas a nuestro alrededor.

Por: Efrain Mendicuti

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