miércoles, junio 24, 2015
SALUD MENTAL EN LIMA: 15 CASOS
Psicólogos Perú: Hipnosis y regresiones. Terapia de Pareja. Psicólogo Luis Venegas Chalen.
COSAS QUE ESTAN FUERA DE MI CONTROL Y COSAS QUE PUEDO CONTROLAR
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Psicólogos Perú: Hipnosis y regresiones. Terapia de Pareja. Psicólogo Luis Venegas Chalen.
martes, junio 23, 2015
8 COSAS QUE NO DEBES HACER CUANDO ALGUIEN ESTA DEPRIMIDO
1. Trivializar la situación, cuando es un problema y se necesita ayuda
Tendemos a pensar que cuando una persona es negativa o se siente triste, cambiar ese estado de ánimo es una cuestión de actitud, pero a veces no es tan fácil como eso. “Es importante que se asuma la dificultad que supone superar una depresión y que ello no es debido a la falta de voluntad del deprimido, sino a la propia depresión que, entre otras cosas, anula la voluntad de la persona” comenta el psicólogo clínico Miguel A. Rizaldos, insistiendo en que trivializar el problema no ayudará a afrontarlo. Hay que ayudar a la persona a darse cuenta, de que igual que existen problemas físicos, que necesitan de tratamiento, ocurre igual con lo psicológico, aunque en este caso la solución no sea sólo la farmacológica.
2. Ver el problema desde nuestra perspectiva en vez de empatizar
“Introducir los pies en sus zapatos y caminar con ellos, siendo así conscientes de cuáles son sus circunstancias, puede orientarnos respecto a qué necesita”, ese es el primer cambio en la perspectiva que pone sobre la mesa Raquel García Romeral, psicóloga en Gabinete RgR. Cuando damos consejos, tendemos a ver las situaciones desde nuestra propia perspectiva, pero si queremos realmente ayudar, lo ideal es optar por la empatía, para tener más pistas sobre si esa persona necesita un hombro en el que llorar, distraerse, o solo que la escuchen en silencio. Ante la duda, siempre se lo podemos preguntar, en vez de dar las cosas por hecho.
3. Caer en los “anímate”
Caemos en esa frase casi por defecto, como si un “anímate” pudiera arreglarlo todo, o como si esa persona no se hubiera dado cuenta de que su problema podría arreglarse de forma tan simple. La intención, claro, es buena, pero el efecto ya no tanto. “Para alguien que se encuentra encerrado en esa oscuridad interior, probablemente no sea de utilidad escuchar ese ¡anímate! o que le insinúen que está donde no debe”, insiste Raquel García Romeral. De hecho, según la experta “puede que entonces se sienta poco respetado en relación a lo que está vivenciando e incluso culpable por haberse metido allí y no poder o querer salir”. Con esta misma idea, Miguel Rizaldos apunta a que frases del estilo “sé positivo”, “vamos, alégrate”, o “sé cómo te sientes”, pueden provocar lo que no queremos: más culpa y tristeza.
4. Imponer en vez de sugerir o proponer
Puede que en ocasiones salir de la rutina ayude a cambiar las perspectivas, la cuestión es cómo debemos sacar a esa persona de casa, si bajo un ordeno y mando, dada su poca voluntad a hacer cosas, o si quizás deberíamos cambiar de estrategia. “Se ha demostrado que cuantas más actividades agradables se realice, mejor será su estado de ánimo, pero teniendo en cuenta que la persona deprimida no está en buena disposición para llevar a cabo las mismas, conviene que nuestras peticiones o sugerencias no suenen a imposición”, aclara Rizaldos.
5. Asumir sus decisiones y responsabilidades
Cuando alguien querido nos preocupa y nos ponemos en modo “cuidador”, a veces acabamos por anular la poca voluntad que le queda, aún sin mala intención. Lo matiza un poco mejor la psicóloga del Gabinete RgR: “Como familiar o pareja, asumimos como propias las decisiones, tareas y responsabilidades que le competen a la persona que se advierte triste, y de esa manera, sin darnos cuenta, podemos ser cómplices de construir dinámicas que mantengan la situación de depresión más tiempo del necesario”. Al final, todo es cuestión de buscar equilibrios.
6. Alimentar el discurso negativo
Precisamente, en eso de buscar los equilibrios está la clave. No podemos decirle a esa persona que lo que le pasa es sólo una racha o algo trivial, pero tampoco podemos pasarnos al otro extremo, y acabar dándole más argumentos para verlo todo negro. “No es bueno alimentar sus quejas o fomentar discursos negativos”, afirma Miguel Rizaldos, que a cambio propone intentar desviar la conversación hacia otros temas, pero de forma sutil, con frases del estilo “creo que no es bueno para ti hablar de cosas que te hacen sentir mal”, o “entiendo que tal y como estás veas todo tan negativo, pero creo que no es bueno que yo lo fomente, así que si te parece podemos hablar de otros cosas, por ejemplo…”.
7. Hacer reproches en vez de valorarle
La persona que está deprimida lo pasa muy mal, pero quien la acompaña no vive un camino de rosas, ni mucho menos. Es fácil caer en el reproche, pero antes de eso, respiremos, y pensemos que si de verdad queremos ayudar a esa persona a salir de esa situación, lo que necesita es sentirse valorado, no aún peor consigo mismo de lo que ya se siente. En este caso, la frase que perfila Rizaldos es bien sencilla: “Aunque no te sientas bien, creo en ti y eres genial”. Y es que, tal y como opina el experto “por mucho que pueda parecer una afirmación forzada, es fundamental trasladarle que le valoras y es una persona importante para ti, no hay que olvidar que lo normal es que haya perdido la esperanza y confianza en sí mismo”.
8. Intentar reemplazar al profesional
Puedes ser amigo, puedes ser madre, puedes ser pareja, pero asúmelo, no eres un psicólogo, y no deberías intentar serlo. “Si las soluciones que la persona y el entorno estén aplicando no estén resultando eficaces, en ese caso, habrá que cambiar de estrategia y para ello se puede consultar con un psicólogo especializado”, recuerda García Romeral. No hay que olvidar, que todos tenemos nuestros límites, y que si está bien ayudar, ciertos problemas hay que ponerlos en manos de un verdadero profesional.
Por: Miguel A. Rizaldos Lamoca
Tendemos a pensar que cuando una persona es negativa o se siente triste, cambiar ese estado de ánimo es una cuestión de actitud, pero a veces no es tan fácil como eso. “Es importante que se asuma la dificultad que supone superar una depresión y que ello no es debido a la falta de voluntad del deprimido, sino a la propia depresión que, entre otras cosas, anula la voluntad de la persona” comenta el psicólogo clínico Miguel A. Rizaldos, insistiendo en que trivializar el problema no ayudará a afrontarlo. Hay que ayudar a la persona a darse cuenta, de que igual que existen problemas físicos, que necesitan de tratamiento, ocurre igual con lo psicológico, aunque en este caso la solución no sea sólo la farmacológica.
2. Ver el problema desde nuestra perspectiva en vez de empatizar
“Introducir los pies en sus zapatos y caminar con ellos, siendo así conscientes de cuáles son sus circunstancias, puede orientarnos respecto a qué necesita”, ese es el primer cambio en la perspectiva que pone sobre la mesa Raquel García Romeral, psicóloga en Gabinete RgR. Cuando damos consejos, tendemos a ver las situaciones desde nuestra propia perspectiva, pero si queremos realmente ayudar, lo ideal es optar por la empatía, para tener más pistas sobre si esa persona necesita un hombro en el que llorar, distraerse, o solo que la escuchen en silencio. Ante la duda, siempre se lo podemos preguntar, en vez de dar las cosas por hecho.
3. Caer en los “anímate”
Caemos en esa frase casi por defecto, como si un “anímate” pudiera arreglarlo todo, o como si esa persona no se hubiera dado cuenta de que su problema podría arreglarse de forma tan simple. La intención, claro, es buena, pero el efecto ya no tanto. “Para alguien que se encuentra encerrado en esa oscuridad interior, probablemente no sea de utilidad escuchar ese ¡anímate! o que le insinúen que está donde no debe”, insiste Raquel García Romeral. De hecho, según la experta “puede que entonces se sienta poco respetado en relación a lo que está vivenciando e incluso culpable por haberse metido allí y no poder o querer salir”. Con esta misma idea, Miguel Rizaldos apunta a que frases del estilo “sé positivo”, “vamos, alégrate”, o “sé cómo te sientes”, pueden provocar lo que no queremos: más culpa y tristeza.
4. Imponer en vez de sugerir o proponer
Puede que en ocasiones salir de la rutina ayude a cambiar las perspectivas, la cuestión es cómo debemos sacar a esa persona de casa, si bajo un ordeno y mando, dada su poca voluntad a hacer cosas, o si quizás deberíamos cambiar de estrategia. “Se ha demostrado que cuantas más actividades agradables se realice, mejor será su estado de ánimo, pero teniendo en cuenta que la persona deprimida no está en buena disposición para llevar a cabo las mismas, conviene que nuestras peticiones o sugerencias no suenen a imposición”, aclara Rizaldos.
5. Asumir sus decisiones y responsabilidades
Cuando alguien querido nos preocupa y nos ponemos en modo “cuidador”, a veces acabamos por anular la poca voluntad que le queda, aún sin mala intención. Lo matiza un poco mejor la psicóloga del Gabinete RgR: “Como familiar o pareja, asumimos como propias las decisiones, tareas y responsabilidades que le competen a la persona que se advierte triste, y de esa manera, sin darnos cuenta, podemos ser cómplices de construir dinámicas que mantengan la situación de depresión más tiempo del necesario”. Al final, todo es cuestión de buscar equilibrios.
6. Alimentar el discurso negativo
Precisamente, en eso de buscar los equilibrios está la clave. No podemos decirle a esa persona que lo que le pasa es sólo una racha o algo trivial, pero tampoco podemos pasarnos al otro extremo, y acabar dándole más argumentos para verlo todo negro. “No es bueno alimentar sus quejas o fomentar discursos negativos”, afirma Miguel Rizaldos, que a cambio propone intentar desviar la conversación hacia otros temas, pero de forma sutil, con frases del estilo “creo que no es bueno para ti hablar de cosas que te hacen sentir mal”, o “entiendo que tal y como estás veas todo tan negativo, pero creo que no es bueno que yo lo fomente, así que si te parece podemos hablar de otros cosas, por ejemplo…”.
7. Hacer reproches en vez de valorarle
La persona que está deprimida lo pasa muy mal, pero quien la acompaña no vive un camino de rosas, ni mucho menos. Es fácil caer en el reproche, pero antes de eso, respiremos, y pensemos que si de verdad queremos ayudar a esa persona a salir de esa situación, lo que necesita es sentirse valorado, no aún peor consigo mismo de lo que ya se siente. En este caso, la frase que perfila Rizaldos es bien sencilla: “Aunque no te sientas bien, creo en ti y eres genial”. Y es que, tal y como opina el experto “por mucho que pueda parecer una afirmación forzada, es fundamental trasladarle que le valoras y es una persona importante para ti, no hay que olvidar que lo normal es que haya perdido la esperanza y confianza en sí mismo”.
8. Intentar reemplazar al profesional
Puedes ser amigo, puedes ser madre, puedes ser pareja, pero asúmelo, no eres un psicólogo, y no deberías intentar serlo. “Si las soluciones que la persona y el entorno estén aplicando no estén resultando eficaces, en ese caso, habrá que cambiar de estrategia y para ello se puede consultar con un psicólogo especializado”, recuerda García Romeral. No hay que olvidar, que todos tenemos nuestros límites, y que si está bien ayudar, ciertos problemas hay que ponerlos en manos de un verdadero profesional.
Por: Miguel A. Rizaldos Lamoca
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lunes, junio 22, 2015
7 COSAS QUE NOS AFECTAN Y PASAMOS POR ALTO
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domingo, junio 21, 2015
¡FELIZ DIA DEL PADRE!: 10 MENSAJES
SALUDAMOS A LOS QUE CUMPLEN EL PAPEL DE SER PAPÁ:
Papá abuelo,
Papá mamá,
Papá tío,
Papá hermano,
Papá padrino,
Papá padrastro,
Papá suegro,
Papá sustituto,
Papá espiritual,
Papá en el cielo.
A TODOS GRACIAS.
#GRACIASPAPA
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sábado, junio 20, 2015
BERRINCHES, RABIETAS Y PATALETAS: QUE HACER
¿Qué hacer si tu hijo tiene una rabieta?
Hay algunos niños que no soportan estar en brazos mientras están teniendo una rabieta. La restricción física les da más motivo para enojarse y hace que todo el asunto se vuelva peor. Si tu hijo reacciona de esta manera, no insistas en dominarlo físicamente. Aparta cualquier cosa que pueda romper e intenta evitar que se haga daño a sí mismo.
No intentes discutir con tu hijo. Mientras la rabieta dura, tu pequeño está más allá de la razón.
No le contestes gritando, si es que puedes evitarlo. La rabia y el enojo son muy contagiosos y puede que te sientas más enojada con cada uno de sus gritos. Intenta no participar en la rabieta. Si lo haces, probablemente la prolongarás ya que cuando comience a calmarse, se dará cuenta del tono enojado de tu voz y comenzará de nuevo.
No des ninguna recompensa ni ningún castigo por una rabieta. Quieres que vea que las rabietas, que son horribles para él, no cambian nada, tanto a favor como en contra. Si tiene una rabieta porque no dejas que salga al jardín, no cambies de opinión y dejes que salga después de que se haya calmado. De la misma forma, si ibas a dar un paseo antes de que tuviera la rabieta, debes seguir con el plan, tan pronto como se calme.
No dejes que las rabietas en público te hagan sentir mal. Muchos padres temen las rabietas en lugares públicos; sin embargo, no debes dejar que tu hijo sienta esta preocupación. Si dudas en llevarlo a la tienda de la esquina, para evitar que tenga una rabieta porque quiere dulces, o si lo tratas de forma extra cuidadosa cuando hay visitas por si el trato ordinario provoca una explosión, se dará cuenta de lo que está pasando. Una vez que tu hijo se dé cuenta de que sus enojos genuinamente incontrolables tienen un efecto en tu comportamiento hacia él, es probable que aprenda a usarlos y entre en un estado de rabietas semi-deliberadas típicas de niños de cuatro años cuyas rabietas no se han manejado con eficacia.
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BENEFICIOS DEL EJERCICIO PARA EL CEREBRO: INFOGRAFIA
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Psicólogos Perú: Hipnosis y regresiones. Terapia de Pareja. Psicólogo Luis Venegas Chalen.
TERAPIA DE PAREJA EN LIMA PERU
Si los dos miembros de la pareja son adictos a tener razón, ninguno de los dos escucha ni se entera del punto de vista del otro. La ofuscación es total y mutua, y la relación se deteriora en poco tiempo. En las discusiones de pareja he observado que casi siempre se reproduce el mismo patrón de comportamiento: la mujer quiere dejar muy claro lo que siente, cómo le afectan las cosas y sigue la razón que asiste a sus sentimientos; el hombre suele centrarse más en los hechos y en su lógica, en los argumentos, deja a un lado los sentimientos o no les concede la debida importancia.
Ni que decir tiene que en situaciones como éstas es imprescindible la ayuda de un buen terapeuta de pareja que les enseñe a ver el punto de vista del otro y a razonar desde posiciones y campos distintos, los sentimientos por un lado y los hechos por otro. Tan aceptables son las razones de los sentimientos como las de la lógica de los hechos, cada uno tiene su parte de verdad.
Si el amor es tan importante, ¿por qué se convierte en un problema tener la necesidad imperiosa de amar y ser amado? Porque todas las cosas en demasía, hasta el amor, se convierten en un problema. ¿Cómo se comporta la persona con una necesidad imperiosa de amar y de ser amada? De forma completamente primaria, inmadura y egoísta, porque sólo piensa en sí misma. Ama de forma posesiva, exigente y hasta impertinente, como si exigiese el amor por decreto y a la fuerza.
No entiende que el otro pueda no tener esos mismos sentimientos o con menor intensidad y exigencias. Las razones son siempre: «Es que yo te amo con locura y sólo vivo para ti», y con este argumento ya cree que el otro tiene la obligación ineludible de amarle con la misma intensidad, como si amar fuera un acto que dependiera de la voluntad.
Necesitar a cada momento pruebas de amor y preguntar constantemente al otro «¿me amas?» demuestra que hay un vacío en el alma, un deseo no satisfecho de ser amado y de ahí la insistencia en demandar amor y también en darlo a raudales con la confianza y la esperanza de ser correspondido.
Por mi consulta profesional han pasado bastantes personas con una imperiosa necesidad de amar y ser amadas y su principal problema, y mío como terapeuta, era que llegaran a entender que su ritmo acelerado y sin freno de demostrar y exigir amor no podía sincronizarse con el ritmo normal y a muchas menos revoluciones con que rodaban los sentimientos amorosos de su pareja. El motivo de la consulta, solicitada casi siempre por la persona con una necesidad desmedida de amar, era manifestar que su esposo/a no la quería.
En algunos casos y tras varias sesiones de terapia he obtenido buenos resultados, cuando el insaciable en amor ha reconocido que su forma de amar funcionaba a muchas más revoluciones y con más intensidad que la de su amado/a. Ello no significaba falta de amor, sino formas distintas de amar: una con mayor equilibrio y madurez, de forma menos ansiosa y posesiva, y otra más inmadura y desequilibrada, generadora de ansiedad y creando posiblemente graves problemas en la relación amorosa.
¿Qué hacer para superar la necesidad imperiosa de amar y de ser amado?
Además de solicitar ayuda profesional y visitar a un buen psicólogo es fundamental averiguar cómo se produjo el vacío del sentimiento de ser amado. Las carencias afectivas pudieron aparecer en la infancia, en la adolescencia o en las primeras relaciones, fruto de algún desamor. Como siempre, es importante valorar los niveles de autoestima, seguridad en sí mismo, sentimientos de competencia y de valía personal. En la medida en que la persona con necesidad excesiva de amor se ame a sí misma, se acepte, valore y se considere importante y suficiente notará una mayor tranquilidad y equilibrio y percibirá que esa necesidad no es tan imperiosa, impertinente y exigente con la persona amada. No se puede amar de forma madura si uno no se ama a sí mismo o está vacío de amor. Para amar a otro es necesario amarse uno mismo y a la vida, y con un mínimo de alegría, esperanza y ganas de vivir.
El que está hambriento de amor nunca podrá ser saciado por un amor que provenga de fuera, precisa unos niveles suficientes de autoamor, de valoración y de reconocimiento de sus valores y cualidades para que el amor que le venga de fuera, por parte de la persona amada, pueda dar sus frutos. El amor suficiente a uno mismo mezclado con el suficiente amor del otro produce como resultado el cóctel de un amor maduro y con esperanzas de futuro.
Fuente: TIERNO, Bernabé, "Aprendiz de Sabio". Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L.; pp. 31-35.
Ni que decir tiene que en situaciones como éstas es imprescindible la ayuda de un buen terapeuta de pareja que les enseñe a ver el punto de vista del otro y a razonar desde posiciones y campos distintos, los sentimientos por un lado y los hechos por otro. Tan aceptables son las razones de los sentimientos como las de la lógica de los hechos, cada uno tiene su parte de verdad.
Si el amor es tan importante, ¿por qué se convierte en un problema tener la necesidad imperiosa de amar y ser amado? Porque todas las cosas en demasía, hasta el amor, se convierten en un problema. ¿Cómo se comporta la persona con una necesidad imperiosa de amar y de ser amada? De forma completamente primaria, inmadura y egoísta, porque sólo piensa en sí misma. Ama de forma posesiva, exigente y hasta impertinente, como si exigiese el amor por decreto y a la fuerza.
No entiende que el otro pueda no tener esos mismos sentimientos o con menor intensidad y exigencias. Las razones son siempre: «Es que yo te amo con locura y sólo vivo para ti», y con este argumento ya cree que el otro tiene la obligación ineludible de amarle con la misma intensidad, como si amar fuera un acto que dependiera de la voluntad.
Necesitar a cada momento pruebas de amor y preguntar constantemente al otro «¿me amas?» demuestra que hay un vacío en el alma, un deseo no satisfecho de ser amado y de ahí la insistencia en demandar amor y también en darlo a raudales con la confianza y la esperanza de ser correspondido.
Por mi consulta profesional han pasado bastantes personas con una imperiosa necesidad de amar y ser amadas y su principal problema, y mío como terapeuta, era que llegaran a entender que su ritmo acelerado y sin freno de demostrar y exigir amor no podía sincronizarse con el ritmo normal y a muchas menos revoluciones con que rodaban los sentimientos amorosos de su pareja. El motivo de la consulta, solicitada casi siempre por la persona con una necesidad desmedida de amar, era manifestar que su esposo/a no la quería.
En algunos casos y tras varias sesiones de terapia he obtenido buenos resultados, cuando el insaciable en amor ha reconocido que su forma de amar funcionaba a muchas más revoluciones y con más intensidad que la de su amado/a. Ello no significaba falta de amor, sino formas distintas de amar: una con mayor equilibrio y madurez, de forma menos ansiosa y posesiva, y otra más inmadura y desequilibrada, generadora de ansiedad y creando posiblemente graves problemas en la relación amorosa.
¿Qué hacer para superar la necesidad imperiosa de amar y de ser amado?
Además de solicitar ayuda profesional y visitar a un buen psicólogo es fundamental averiguar cómo se produjo el vacío del sentimiento de ser amado. Las carencias afectivas pudieron aparecer en la infancia, en la adolescencia o en las primeras relaciones, fruto de algún desamor. Como siempre, es importante valorar los niveles de autoestima, seguridad en sí mismo, sentimientos de competencia y de valía personal. En la medida en que la persona con necesidad excesiva de amor se ame a sí misma, se acepte, valore y se considere importante y suficiente notará una mayor tranquilidad y equilibrio y percibirá que esa necesidad no es tan imperiosa, impertinente y exigente con la persona amada. No se puede amar de forma madura si uno no se ama a sí mismo o está vacío de amor. Para amar a otro es necesario amarse uno mismo y a la vida, y con un mínimo de alegría, esperanza y ganas de vivir.
El que está hambriento de amor nunca podrá ser saciado por un amor que provenga de fuera, precisa unos niveles suficientes de autoamor, de valoración y de reconocimiento de sus valores y cualidades para que el amor que le venga de fuera, por parte de la persona amada, pueda dar sus frutos. El amor suficiente a uno mismo mezclado con el suficiente amor del otro produce como resultado el cóctel de un amor maduro y con esperanzas de futuro.
Fuente: TIERNO, Bernabé, "Aprendiz de Sabio". Grupo Editorial Random House Mondadori, S.L.; pp. 31-35.
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Psicólogos Perú: Hipnosis y regresiones. Terapia de Pareja. Psicólogo Luis Venegas Chalen.
viernes, junio 19, 2015
PSICOLOGOS EN LIMA: 12 MENSAJES
Psicólogos Perú: Hipnosis y regresiones. Terapia de Pareja. Psicólogo Luis Venegas Chalen.
jueves, junio 18, 2015
LA MEJOR TERAPIA: 13 MANOS
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