lunes, noviembre 14, 2011

EL SINDROME DE ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Esta condición toma su nombre del famoso libro de Lewis Carroll, por la similitud que presentan las vivencias del sujeto con las del personaje de la historia.
El síndrome fue descubierto por un psiquiatra ingles llamado John Todd en 1955 y se trata de un desorden neurológico que afecta la percepción de la persona, de forma tal que el sujeto experimenta una distorsión de la imagen del cuerpo propio y de los objetos que lo rodean.

La persona puede sentir que su cuerpo entero o partes del mismo se alteran en tamaño y forma y que los objetos se encojen o se agrandan, se alejan o se acercan. Esta patología no es un problema visual, sino un trastorno en la forma en que el cerebro toma y procesa la información entrante. La percepción de objetos como más grandes de lo que son se llama macropsia.

La micropsia es la percepción de los objetos como más pequeños de lo que son y lo interesante es que las micropsias también tienen un nombre literario. Se las suele llamar visión o alucinación liliputense, en honor a otro libro, en este caso “Los Viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. El síndrome de Alicia se asocia con la migraña frecuente, y a veces puede estar causado por una condición epiléptica preexistente. Como es de suponer también puede ser causado por el consumo de drogas psicoactivas, como hongos alucinógenos.

“Un día vi cómo los libros de mi hermana se volvían más grandes y cómo mi padre se hacía tan pequeño como un muñeco”. “Siento que mi cuerpo crece y crece hasta que parece ocupar la habitación entera”. Son algunas de las sensaciones que caracterizan al síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, que suele afectar a niños y adultos con migraña.

Investigadores gallegos han estudiado un caso excepcional de este trastorno neurológico en una niña de ocho años de edad que nunca antes había tenido migraña. Sus observaciones se publican en el último número de la Revista de Neurología. “La niña, que sufrió trastornos de la percepción visual todos los días durante un mes y cada dos o tres días en las dos semanas siguientes, empezó con los síntomas sin haber tenido antes cefaleas”, explica a SINC María José Corral Caramés, autora principal del estudio y pediatra del Centro de Salud A Ponte (Orense).

Los pacientes que sufren este síndrome perciben alteraciones en la forma, tamaño y situación espacial de los objetos, así como distorsión de la imagen corporal y del transcurso del tiempo. También se han asociado otras ilusiones visuales como palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras).

Según los expertos, las personas afectadas por el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas son en todo momento conscientes de la naturaleza ilusoria de sus percepciones. Sin embargo, éstas son lo suficientemente intensas como para que tengan que mirarse en un espejo para comprobar su talla.
Aunque las pruebas diagnósticas aún no han permitido identificar ningún área cerebral específicamente afectada, los resultados de los estudios realizados en pacientes en su fase aguda mediante tomografía computarizada revelan áreas de hipoperfusión en las proximidades del tracto visual y córtex asociado, lo que podría explicar las quejas visuales de los pacientes.

Los científicos sospechan que Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y afectado por migrañas, pudo sufrir el síndrome, de forma que las experiencias de la joven Alicia eran bien conocidas por su creador.



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domingo, noviembre 13, 2011

EL SINDROME DE BAMBI

¿Es la caza cruel?

La supuesta crueldad de la caza es uno de los motivos más enfervorecidamente defendido por todo aquel que presume poseer una conciencia anticaza. En este punto la demagogia, la hipocresía y la doble moralidad han dado lugar a algo denominado el «Síndrome de Bambi», en el que el cazador se convierte en el malo, la encarnación de la perversidad y la crueldad gratuita, así como el desestabilizador del orden natural.

Por: Santiago Segovia

Fuente: http://www.club-caza.com/blog/diariodecaza/postver.asp?p=681

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EL CONSUMO INTELIGENTE DE LA ENERGIA PARA REMEDIAR ELSÍNDROME DE BAMBI
Por: Jorge Laine

El síndrome de Bambi, que hace ver todo desarrollo del trópico como catastrófico, parece acentuarse con los pronósticos de expansión de tales monocultivos. La mayoría de las selvas tropicales están en países en vías de desarrollo, que para poder aumentar el consumo energético asociado a ese desarrollo (acceso a la electricidad, transporte automotriz, etc.) podrían verse tentados a producir materia prima para biocombustibles, no solo para su propio consumo sino también para satisfacer las reservas estratégicas de combustible líquido de los países más desarrollados, las cuales en un futuro tal vez ya no serían reservas de petróleo, sino de biocombustible. Sería el neocolonialismo del oro verde para remplazar al oro negro.

Estamos iniciando el fin de la era de la combustión, y comenzando la nueva era de la energía limpia, tratando además de remediar el Síndrome de Bambi; sin embargo, el riesgo de recaída persiste, si crece la población de ciertas especies que atentan contra la armonía de la biodiversidad, entre las cuales podría incluirse a la especie humana.

Fuente: http://es.scribd.com/doc/44067892/El-Sidrome-de-Bambi



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sábado, noviembre 12, 2011

EL SINDROME DE DUMBO

...O EFECTO PLACEBO
TIMOTEO... EL PRIMER PSICOLOGO DEL DEPORTE DE LA ANIMACION (1941)

... Pero sea cual sea la fuente a la que el deportista acuda desesperadamente para conseguir esa “confianza instantánea”: psicólogos, médicos, programas de entrenamiento, barritas energéticas, modelos de neumáticos, tipos de raqueta, nuevos pies de gato, etc. es indiscutible que nada de eso funciona en la dirección deseada. Más aún, la incorporación de esos elementos, aún cuando es cierto que suponen una mejora objetiva en los medios que el deportista emplea; al final lo que suelen provocar es un aumento de la presión que el deportista experimenta para rendir.

En resumen, el deportista busca soluciones rápidas a su falta de confianza incorporando algún elemento externo a su persona. Pero a continuación el deportista siente mucho más amenazada su autoestima, por que si disponiendo de esa nueva raqueta, o de ese nuevo material o sistema, al final no logra sus objetivos, entonces su percepción de fracaso será mucho mayor.
Esto me recuerda a la historia de “Dumbo”, el film de animación clásico que produjo el célebre Walt Disney en 1941. Una película pasada de moda sin duda, pero que suelo contar a algunos deportistas. Muy brevemente, Dumbo era un elefante que tenía la orejas tan grandes que agitándolas podía volar. Volar era algo natural para él. Pero si no recuerdo mal, en algún momento de la trama Dumbo tiene un encuentro con un grupo de cuervos, que extrañados se ríen del hecho que un elefante vuele. Los cuervos, que son pájaros conocedores del fenómeno del vuelo, convencen a Dumbo que los elefantes efectivamente no pueden volar. De esta manera Dumbo pierde la confianza en su capacidad de volar. Más adelante en la película Dumbo se encuentra con Timoteo un ratón que vive en el circo; y que talmente actua como una especie de psicólogo deportivo. Timoteo le hace creer a Dumbo que si sostiene una pluma de pájaro con el extremo de su trompa, podrá volver a volar. Timoteo, usando una lógica de autoengaño, y con una estrategia y una oratoria digna del más agresivo especialista en terapia breve, consigue que Dumbo desplace la confianza desde sí mismo hasta la pluma. Eso es fácil porque Dumbo apenas confía en sí mismo para volar, de manera que confiar en la pluma es una alternativa clara. En este punto Dumbo agarrando fuertemente la pluma con su trompa empieza a agitar sus orejas, tal como siempre lo había hecho, consiguiendo de esta manera volver a volar. Dumbo recupera su capacidad de volar, pero no su confianza. Por ello ahora su vuelo no es fluido, ni natural, porque está demasiado pendiente de sostener la pluma con su trompa.

Es muy interesante constatar que al trabajar con deportistas con el síndrome de Dumbo, la “plumas” pueden llegar a hacer que las cosas cambien un poco. Es decir que el deportista esté dispuesto a intentar actuar de nuevo. Pero de ahí a conseguir la acción refinada y oportuna necesaria para el rendimiento hay un trecho muy grande. Por eso este tipo de intervenciones terapéuticas con “plumas”, basadas en el autoengaño (Dumbo se engaña a sí mismo respecto al poder de la pluma), están más orientadas a encontrar soluciones de mínimos, en el campo de la psicología clínica. Como cuando una persona obsesionada no se atreve a salir a la calle por que cree que le caerá un rayo o algo así. Sin embargo, en el ámbito del rendimiento deportivo ese tipo de soluciones difícilmente nos permiten reintegrar al deportista a una línea de alto rendimiento, caracterizada por la “búsqueda permanente del más difícil todavía”.

Por cierto, nuestro ratón psicólogo deportivo logra que efectivamente Dumbo intente reiniciar sus vuelos, gracias a su confianza ciega en la pluma. Pero si no recuerdo mal, para que Dumbo termine por recuperar auténticamente su confianza es necesaria una situación límite, donde la motivación de Dumbo le permitirá afrontar el riesgo de no lograr mantenerse en el aire sin la pluma. Veamos como se produce eso: Dumbo se halla volando con su pluma en plena “misión de combate” para defender a su madre y otros elefantes de los maltratos que le inflingen los cuidadores del circo. Y es entonces, en pleno vuelo, cuando pierde la pluma. El pánico se apodera de él e incapaz de mover sus enormes orejas sin la pluma empieza a desplomarse sobre el suelo. Y es en esta situación cuando se suman motivaciones y compromisos (evitar a toda costa estrellarse contra el suelo y seguir defendiendo a su madre). Así en plena caída, intenta de nuevo mover las orejas. Lo hace por que las circunstancias le obligan. No tiene otro remedio. Se trata de hacerlo o caer con toda seguridad. Al agitar de nuevo sus orejas Dumbo vuelve volar, pero no sólo eso; recupera su confianza. Es entonces, al final de la película, cuando el genio de Walt Disney nos muestra, no a un elefante que vuela, si no a un elefante de alto rendimiento que se comporta como un caza de combate, haciendo acrobacias en el aire y ametrallando con cacahuetes a los malvados de la película.

Para nuestros deportistas la moraleja debería ser clara: Se puede llegar a perder la confianza, pero en tal caso habrá que reconstruirla mediante el conocimiento y el intento efectivo de actuar, aún a riesgo de fallar. Pero jamás la recuperarán por medios mágicos e instantáneos, rápidos o sobrenaturales

Fuente: http://mindisaction.blogspot.com/2011/03/timoteo-el-primer-psicologo-del-deporte.html







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viernes, noviembre 11, 2011

EL SINDROME DE PINOCHO

Carlo Collodi escribió un cuento infantil para denunciar la mentira. Utilizó como protagonista a un títere de madera que llamó Pinocho. Por la metáfora de Collodi, algunos estudiosos de la mente humana han designado como “síndrome Pinocho” a la compulsión incontenible que sufren algunas personas para mentir.

Escrito por: HAMLET HERMANN
Fuente: http://www.hoy.com.do/opiniones/2011/7/3/382572/Sindrome-de-Pinocho

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La mentira se encuentra a la orden del día en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Aunque ésta puede resultar algo normal en la infancia desde un punto de vista evolutivo, cuando en la edad adulta nos encontramos con personas que envuelven su vida con farsas y engaños para justificar determinadas acciones o simplemente para equilibrar problemas de autoestima, entonces nos encontramos ante un serio problema.

Existen personas que llegan a alcanzar niveles en los cuales no saben hablar sin incluir en sus frases alguna mentira, llegando a perder el hábito de la comunicación sincera y normal. Se trata de personas que mienten de forma patológica, compulsivamente, sin poderlo remediar.

Estas personas crean en torno a sí mismas un mundo irreal e imaginario y experimentan grandes dificultades para escapar del circulo vicioso que ello genera. Las personas que mienten de modo obsesivo esconden habitualmente problemas psicológicos y trastornos de personalidad: déficit o carencias personales, falta de autoestima, fobias, ansiedades, inseguridad, timidez, problemas de habilidades sociales, complejos de inferioridad... Son personas que no se aceptan ni a nivel personal ni social, ya que se consideran inferiores, por lo que intentan compensar sus inseguridades o falta de aprecio a base de mentiras y de construir castillos irreales en el aire.

Las causas que conducen a la mentira son varias. Se puede mentir para evitar problemas, para obtener algún beneficio de alguien, para que los demás nos atiendan, nos hagan más caso o nos quieran más, para compensar inseguridades y ansiedades, para sobrevalorarnos y encontrarnos mejor, para obtener placer o poder, para hacer daño a los demás... El verdadero problema surge cuando esa forma de actuar se convierte en un hábito, cuando la persona que miente se cree sus propias mentiras y crea un mundo imaginario falso del que no puede salir.

Las personas que padecen el síndrome de Pinocho llegan a desarrollar un comportamiento autodestructivo porque no se enfrentan a los problemas, sino que los evitan y ocultan con sus mentiras. Esta actitud puede generar el rechazo de los demás y provocar en el mentiroso compulsivo estados de culpabilidad, remordimiento, inseguridad y un desgaste emocional que acabe mermando su salud física y mental. Esta patología tiene solución, pero debe abordarse desde un trabajo terapéutico adecuado.

Ferran Martínez
Psicólogo de ISEP Clínic Castelló
Fuente: http://www.isepclinic.es/index.php?option=com_content&view=article&id=88%3Ael-sindrome-de-pinocho&catid=9%3Apsicologia-adultos&Itemid=173&lang=es
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El autoengaño, un arma peligrosa
Todos somos un poco Pinocho

EFE
Muchas personas viven distorsionando la realidad para tapar su miedo al fracaso
María Jesús Ribas, EFE

El miedo a ser juzgados o rechazados, a sufrir o fracasar, a descubrir nuestras sombras, nos lleva a hacer lecturas parciales de la realidad, a ocultarla o interpretarla a nuestro antojo, o bien a reprimir, inhibir u ocultar ciertos aspectos de nuestra forma de ser.

Decir mentiras a menudo no es bueno, pero mucho peor es creérselas uno mismo. El autoengaño es una estrategia más de supervivencia, nadie se libra de emplearlo en algún momento de su existencia, e incluso puede ayudar a superar momentos difíciles, pero si se emplea como norma en lugar de como excepción puede volverse enfermizo y en contra de uno.

Muchas personas viven distorsionando la realidad, para tapar su miedo al fracaso, su falta de capacidad para aceptar la frustración, su temor a enfrentar las propias emociones o cambiar su vida, su zozobra ante el juicio negativo de los demás.

Se autoengañan, creyendo que mediante este subterfugio podrán mantener bajo control aquellas facetas, actitudes, deseos, ideas y emociones que consideran censurables.

Los autoengaños o mentiras vitales se sientan a la mesa de muchas casas y descansan en la almohada de muchas personas. En ocasiones son la compañía más habitual de un individuo. Y a veces se comparten con la familia, en un acuerdo tácito para no "poner los pies sobre la tierra".

Encubren desde temores crónicos y conflictos internos, hasta situaciones de maltratos físicos y abusos sexuales. Explican la tendencia humana a optar por explicaciones ventajosas e ilusorias: atribuir nuestros éxitos a la propia competencia y los fracasos a la mala suerte o el destino, o pensar que nuestros contrincantes triunfan por fortuna y pierden por su ineptitud.
Fuente: http://archivo.univision.com/content/content.jhtml?cid=343948

jueves, noviembre 10, 2011

EL SINDROME DE LOS TRES CERDITOS

¿Padece del "Síndrome de los Tres Cerditos " cuando se trata de su negocio?

Yo estaba buscando a través de mis viejos libros esta mañana y me encontré con un montón de cuentos infantiles de cuando yo era un niño. La mayoría de ustedes recordarán el cuento de los tres cerditos y el lobo feroz. Lo sé, lo sé... usted probablemente está pensando, ¿qué tiene que ver conmigo y mi negocio, pero tengan paciencia, porque la historia tiene un mensaje importante.

Para aquellos de ustedes que no conocen el cuento, he aquí un resumen:

Tres cerditos decidieron salir de casa y aventurarse en el mundo, lejos de la comodidad y la seguridad de su casa, en busca de su fortuna. Al encontrar un lugar para instalar su casa cada uno de ellos construyó una casa propia. El Cerdito 1 construyó su casa de paja, ya que era la forma más rápida y más fácil de hacerlo. El Cerdito 2, construyó su casa de palos, un poco más fuerte, pero no tan resistente como la del Cerdito 3 que construyó su casa de ladrillos.

Aquí aparece el lobo feroz en busca de su cena. Se aproxima a la puerta del Cerdito 1 y con un soplido derrumba la casa con facilidad, el cerdito temeroso corre a la casa del cerdito 2, pero el lobo lo sigue y vuelve a suceder lo mismo. Ahora, los tres cerditos están en la casa de ladrillo del Cerdito 3 y cuando el lobo sopla y sopla no pasa nada y la casa se mantiene firme. El lobo hambriento intenta engañar a los cerditos pero el Cerdito 3 es bastante inteligente. En su intento por irrumpir en la casa, el lobo sube por la chimenea y cae de frente en una olla grande de agua hirviendo: game over = fin de la historia.
Me encanta lo tanto que se resume en este sencillo cuento sobre muchas de las personas en nuestra industria. Por lo tanto, hay un par de aspectos muy importantes que quiero señalar.

Al final del día todo el mundo está tratando de mantener al lobo lejos de la puerta. Con la economía tan mal y tanta gente ajustándose los cinturones, muchos dejarán su zona de comodidad y buscarán otras maneras de aumentar y/o sustituir sus ingresos y muchos de ellos encuentran su camino hacia la comercialización del Internet.

No me gusta decir esto, pero necesitan saberlo. La mayoría fracasa; el 97% de los vendedores por Internet fracasan en la industria - ¡wow! Sorprendente, lo sé. Pero la buena noticia es que esto no tiene por qué necesariamente ser su caso, usted no tiene por qué fracasar, usted puede tener éxito, usted sólo necesita saber cómo hacerlo. La mayor parte de este fracaso se debe a la pereza, la falta de dirección, la formación inadecuada y la no consistencia. ¡Pero usted es diferente!

Usted debe seguir los pasos del Cerdito 3: trabajar con inteligencia, trabajar arduamente y construir una base sólida en su negocio y no sólo va a ser recompensado con seguridad y estabilidad a largo plazo, sino que literalmente tendrá a las personas acudiendo a usted, tocando a su puerta desesperados por su ayuda al igual que en el cuento arriba mencionado.

Usted no compraría un bisturí y se haría llamar cirujano. ¡No! Debe instruirse (formarse, capacitarse) y trabajar duro, desarrollar sus habilidades y convertirse en grandioso. La buena noticia es que los negocios en casa no son difíciles, pero sí requieren bastante trabajo duro.

¿Cuál de los tres cerditos es usted?

http://networkercity.com/wp-content/uploads/2010/06/piggy-presentation-pdf.pdf

No hay lugar para la flojera ni la chabacanería, como los Cerditos 1 y 2, usted debe “pagar piso” y mejorar sus habilidades, nunca dejar de aprender y nunca rendirse. Si usted puede hallar un mentor o coach que conozca “el teje y maneje” y absorber el máximo de conocimiento que pueda de él, entonces recomiendo que lo haga.

Por su éxito,

Ross Wilson
www.networkercity.com

Fuente: http://www.betternetworker.com/articles/view/personal-development/mindset/do-you-have-little-pig-syndrome-when-it-comes-to-your-business

Traducido del inglés al español por el Psicólogo Luis Venegas Chalen

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miércoles, noviembre 09, 2011

EL SINDROME DE CAPERUCITA ROJA

Las niñas tienen un año y medio, y han comenzado a padecer, mejor dicho, a hacernos padecer, "El síndrome de Caperucita". ¿En qué consiste? Básicamente, en que hacen su santa voluntad, que esta suele consistir en hacer lo que resulte más peligroso para ellas.

Ya no me vale decir, vamos aquí o allí. Ni hablar. Ahora, si les gusta donde vamos, vale, pero en caso contrario: el berre, la negativa, y consiguiente protesta están aseguradas. Ya saben que quieren ponerse las zapatillas para andar por casa, que no quieren perder más tiempo poniéndose leotardos y zarandajas por el estilo, y eso es lo de menos.

Eso no es lo que me preocupa, lo que me asusta de verdad, es que siempre escojen el camino más difícil, y peligroso para hacer las cosas. Para llegar a un rincón de la casa, tienen que ir a través de la zona más estrecha, que además será donde se encuentren casi todos los enchufes. Si hay que perseguir a una paloma, lo harán por donde puedan caerse con más facilidad, y si deciden subirse a algún sitio, lo harán al más inestable que encuentren.

Y pienso yo, que eso, ni más ni menos era lo que hacía Caperucita Roja, su madre le dijo "hija mía, no vayas por el bosque", y ella, ignoró a su santa madre, e hizo lo que le dio la gana. Para que luego los Grimm y compañía le echasen la culpa al Lobo. Pues no, aquel mamífero carnicero de un metro aproximadamente desde el hocico hasta el nacimiento de la cola, y de seis a siete decímetros de altura hasta la cruz, pelaje de color gris oscuro, cabeza aguzada, orejas tiesas y cola larga con mucho pelo (según el diccionario RAE), fue una víctima más de la arbitraria voluntad de esta jovencita aficionada a los disfraces. Ella decidió ir por el peor camino, charlar con el lobo, apostar con él, decirle a donde iba, jugar a ver si era o no la abuelita (Caperu, chica si no te diste cuenta, cuando entraste la casa de tu abuela, de que era un lobo como un castillo, es que ves menos que una foto en un baúl), y encima insultarlo diciéndole que tenía una boca muy grande. ¿Quien provocó el conocido incidente? ¿quien? Yo os lo diré, Caperucita.

Pues bien, como la niña del cuento, mis gemelas han decidido que ellas tienen voluntad propia y van a ejercerla, sin importar los peligros que nos acechen. El libre albedrío ha hecho presa en mis gemelas. ¡Que Dios nos coja confesados!.

http://vidaobraymilagros.blogspot.com/2008/05/el-sndrome-de-caperucita.html

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Lo primero que NO debes hacer, si deseas publicar, es seguir arrastrando el síndrome de Caperucita Roja en la jungla editorial, es decir, abandonar toda ingenuidad al suponer que enviando tus originales a cualquier empresa editora ya está el asunto resuelto, porque la cosa no funciona así. Sin embargo el caperucitismo lo hemos padecido todos en nuestros comienzos, y lo seguiremos padeciendo, porque es como el sarampión, o sea, obligatorio, no te preocupes.




Fuente: http://www.estrellacardonagamio.com/sindromecaperucitaroja.html

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A diferencia de otras pandemias, el VIH/SIDA afecta a quienes le abren voluntariamente las puertas de su vida. Muchos de los casos diagnosticados en los últimos años dominaban los conocimientos necesarios para evitar el contagio, pero no creyeron tener “tan mala suerte”

Caperucita Roja avanza despreocupada. Su mamá le advirtió muchas veces acerca del Lobo Feroz, pero ella no piensa renunciar a los placeres de atravesar el bosque. De todas formas, su “destino” es ir a casa de la abuelita.

¿Que hay otro camino más seguro…? Sí, está bien, pero no es tan bonito como este, ni tan apasionante, ni tiene el innegable atractivo de lo prohibido, que dispara la adrenalina por su impulsivo cuerpo adolescente.

Además, con tantos kilómetros cuadrados de floresta ¿va a dar la casualidad de que el lobo esté por aquí en estos momentos? Bien boba es su mamá si cree que ella no va a reconocer a esa horrible fiera desde mucho antes de que se le acerque, y entonces ¡zas!, ella saltará a un lado con pericia para evitar la mortal mordida, y lo dejará pasmado en el sitio…

El clásico diálogo envolvente entre Caperucita y el lobo ha sido materia de plagio en centenares de chistes, obras de teatro o dibujos animados, y en todos la imprudente niña se salva de su ¿perseguidor? por un golpe de suerte.

Tal vez por eso el intento de transmitir a las nuevas generaciones la moraleja del cuento —que no es otra que la de evitar riesgos innecesarios desconfiando de las apariencias—, se ve tristemente opacada por el inoportuno cazador, aparecido “de la nada” para deshacer un enredo que cualquiera con dos dedos de frente sabe irreversible.

En la vida real, un nuevo virus-lobo, simulador y voraz, engatusa a sus víctimas a través del placer y esconde su fea nariz tras el ropaje de seres cercanos o deseables, supuestamente tan inocentes como una abuelita... ¿Y quién salva entonces a los desprevenidos frente al VIH/SIDA?

http://www.walterlippmann.com/docs486.html

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A ver... El síndrome este, es algo que todos padecemos.
Hombres y mujeres.

La mujer está desde pequeña, educada a ser vírgen el mayor tiempo posible, pura, inalcanzable, intocable... y sin embargo, la moda adolescente no acompaña estos valores, y les enseña a mostrarse, a exhibirse, escotes, faldas cortas, medias de red, tacos altos...

Estas dos cosas no son compatibles, y "caperucita" sabe, y muuuy bien, que tiene dos caminos... y que en el camino corto está el "lobo". Y toma el camino corto. Y le muestra al lobo su calza apretada, y su corpiño de encaje. Pero ojo. Ella no va a hacer nada. Solo mostrarse.

Por su lado el lobo, está educado a atacar a todas las presas, y cuanto más sean, mejor. A ir directo al grano. Al sexo.

En fin, esto causa problemas... ¿no?

http://lolatusexologa.blogspot.com/2010/03/el-sindrome-de-caperucta-roja.html

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martes, noviembre 08, 2011

EL SINDROME DE LA BELLA Y LA BESTIA

O SINDROME DE ESTOCOLMO


La Bella y la Bestia es la primera película animada en ser nominada al Oscar a la mejor película, basada en el relato de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, cuenta la historia de como Bella decide tomar el lugar de su padre como prisionera en el castillo de la Bestia. Como todo buen monstruo, Bella se ve sometida casi constantemente a la personalidad bipolar de su captor, gradualmente ella logra romper ese duro exterior y poco a poco va descubriendo que Bestia es, en realidad, un sujeto decente que se preocupa por ella.

Su transición de bestia salvaje y abusiva a “buen chico” queda marcada cuando le regala a Bella una enorme y bella libreria:

Es simplemente un bello momento que deja a cualquier regalo que alguna chica haya recibido a la altura de un betún.

¿Cuál es el problema? se preguntarán, bueno, ¿saben en cuál otro lugar pueden leer todo lo que quieran? En Prisión, que es específicamente donde Bella está, recuerden que ella esta siendo retenida en contra de su voluntad. Bella accedió a tomar el lugar de su padre como prisionera de Bestia, incluso podemos ver como trata de escapar mientras Bestia la persigue, y sí, al final le salva la vida, pero eso no cambia el hecho de que siga siendo su captor y, claro, ahora me dirán que después de que colapsa Bella lo lleva de nuevo al castillo, cura sus heridas y promete a no abandonar nuevamente el castillo. El problema es que todo lo antes expuesto tienen total sentido si alguna vez has oído sobre el Síndrome de Estocolmo.

Los rehenes, a fin de no perder el control, terminan enamorándose de las personas que los mantienen cautivos. Hay cuatro etapas bien definidas del Síndrome de Estocolmo, y Bella pasa por cada una de ellas:

Etapa 1: Es el hecho de estar cautivo en sí. El rehén es mantenido por el miedo al dolor y/o muerte y aprende que la única manera de sobrevivir es ser obediente. Bella aprende esto de inmediato y va a su habitación sin luchar.

Etapa 2: Comprende el tratar de conocer a tu captor, para así evitar hacer cosas que puedan hacerlo enfadar lo que puede traer como consecuencia ser herido. Bella empieza a comprender los estados de animo de Bestia y aunque puede parecer que esta llegando a conocerlo como a un amigo, en realidad, no es más que su instinto de supervivencia diciéndole que debe andar con cuidado cerca de su monstruoso captor y así evitar ser hecha pedazos en uno de sus famosos ataques de ira.

Etapa 3: Es ver cualquier acto de bondad como una señal de que su captor es básicamente una buena persona, incluso si dicho acto de bondad es simplemente el no matarte. El acto de Bestia al regalarle la librería a Bella puede parecer maravilloso hasta que te das cuenta que la librería siempre estuvo allí, no es más que otra habitación del castillo, lo único que él tuvo que hacer fue abrir una puerta, así que en realidad no es tan diferente como si le hubiera “regalado” el baño, de todas formas para Bella es el mejor regalo que le han dado en toda su vida.

La etapa final, es cuando empiezas a ver a tu captor como un aliado y a las personas que intentan rescatarte como enemigos. Gastón (el sujeto que intenta rescatarla) es a todas cuentas un tonto, de eso no hay duda, pero él y su grupo sólo están intentando salvar a Bella de los crueles y monstruosos juegos mentales de su captor.

Fuente: http://www.zombirriondo.com/la-bella-la-bestia-y-el-sindrome-de-estocolmo/

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Se le llama Síndrome ”La bella y la bestia” a aquellas parejas donde ella sí es una real princesita de Disney y él un feo a mas no poder. Creo que es una forma mas superficial de ver las cosas. Yo, le atribuyo otra descripción.

Para mi el Síndrome no es mas que una mujer normal enamorada o “Encantada” (sin dejar de lado el fabuloso mundo romántico y mágico de Disney) de un hombre que por una u otra razón (que generalmente es una ‘Bruja’ que hizo de las suyas con él, y todo, porque no quiso hacer lo que a ella le apetecía.) se ha convertido realmente en una Bestia. Un hombre sin escrúpulos, tacto, delicadeza ni personalidad para enfrentar a una mujer.

Y peor, la mujer que generalmente cae frente a este tipo de personajes es terca, algo ruda y llevada a sus ideas, capaz de caer una y otra vez, de tropezar mil veces con la misma piedra pero aún así pensando que hay algo mas allá. Una mujer que es Bella por dentro, dejando de lado su físico, vive en las nubes y piensa en el buen corazón de la gente.

Es mejor seguir luchando con una bestia así?, o tratar de salvarse para otra guerra?.

Lamentablemente aún hay personas capaz de hacer daño sin pensar en las consecuencias o si lo hacen… hacen como si no hubieran. Pobres bestias que se enamoran de ellas.

¿Por qué estos hombres no son capaces de ver un poquito mas allá como lo hacen las bellas que los siguen?.

A veces me gustaría que un científico igual como el de La naranja Mecánica los tomara y abriera sus ojos con ganchos a ver si hace miran un poquito . Sé que es difícil pero no imposible.

Bestias: Si hay una mujer que está cerca de ustedes, aunque ustedes sean unos reales tontos y sepan que lo son, mírenla con otros ojos, una mujer capaz de creer que son tiernos cuando realmente no lo son no se ve todos los días, y menos los aguantarán hasta la eternidad, dense una oportunidad, puede ser la mujer de sus vidas.

Bellas: Si esas bestias no las toman en cuenta y ya sientan que son segundas, dejen de mirarlos, tal vez no es mejor seguir y ellos si son unas reales bestias y no un pobre tipo “encantado” por una bruja.

Fuente: http://suneiad.wordpress.com/2009/09/28/sindrome-la-bella-y-la-bestia/

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Es común ver a un chica linda, regia y (a veces) buena gente en compañía de un pata realmente feo o al menos poco agraciado. La típica pareja que te debería hacer pensar: ¿Y qué le vio esta a él? Pero normalmente no nos hacemos esa pregunta. En cambio, cuando la situación es al revés este cuestionamiento es infaltable y la situación es incisivamente analizada ¿Qué tan seguido vemos a una chica feita con un pata churrisimo y riquísimo? La verdad es que estos casos son muy raros, seguramente todos hemos visto alguno de estos, pero tal vez hasta nos podemos acordar de la cara de los involucrados por el shock y la rareza del caso. Este es el síndrome en acción. Siempre vemos bestias (que en estos casos esperamos en vano que se convierta en príncipes) acompañados de princesitas de disney, pero los que acompañan a las bestias femeninas son siempre sapos que no se convirtieron en príncipes. Y realmente no quiero que piensen que solo me interesa el físico, es al revés. Mi reclamo es por la falta de igualdad. Si ellos pueden estar con las lindas, las feitas con mucha personalidad también deberían poder estar con los príncipes azulados. Y es que al 90% de los hombres les importa solo el físico (por lo menos es lo primero que miran, lo que pesa más), se sobrevaloran y cuando saben que son lindos esta belleza les atrofia el cerebro. Por eso protesto contra este síndrome y pido igualdad. Hay dos opciones; o que la regla sea: cada uno con su igual, es decir que todos se metan con alguien de su misma calaña (aunque podría llegar a ser bastante aburrido y monótono), o que se haga un mix total de todos contra todos y que las hermanastras y brujas feas del mundo puedan tener relaciones amorosas con Brad Pitts, Georges Clooneys y diversos galanes Chollywoodenses.

Fuente: http://acaboelamor.blogspot.com/2008/06/el-sndrome-de-la-bella-y-la-bestia.html