domingo, noviembre 20, 2011

LA FILOSOFIA DE LA HORMIGA

Pienso que todos deberíamos estudiar a las hormigas. Ellas tienen una fascinante filosofía de cuatro partes.

La primera es: las hormigas nunca se rinden. Esa es una buena filosofía. Si ellas se han propuesto ir hacia un sitio y usted trata de detenerlas; ellas buscarán otro camino. Ellas treparán, ellas pasarán por debajo o lo rodearán. Ellas siempre buscarán otro camino. Qué filosofía tan clara, nunca rendirse de buscar maneras de llegar hacia donde se supone que tenemos que ir.

Segundo, las hormigas piensan en el invierno durante todo el verano. Esta es una perspectiva importante. Usted no puede ser tan ingenuo de pensar que el verano durará para siempre. Por eso las hormigas están almacenando su comida del invierno en el verano.

La tercera parte de la filosofía de las hormigas es que ellas piensan en el verano todo el invierno, esto es muy importante. Durante el invierno, las hormigas se dicen a si mismas "Esto no durará mucho; pronto estaremos allá afuera". Y el primer día cálido, las hormigas salen de su nido. Si vuelve a hacer frío de nuevo, ellas regresan a su nido, pero luego ellas saldrán al primer día cálido. Ellas no pueden esperar por salir. Un dicho antiguo dice: "No construya su casa sobre la arena en el verano". ¿Por qué necesitamos este consejo? Porque es importante ser realista, en el verano usted ha tenido que pensar en la tormenta. Usted tiene que pensar en las rocas mientras disfruta de las arenas del verano. Piense hacia delante.

Y aquí les presento la última parte de la filosofía de las hormigas. ¿Cuánto almacenará una hormiga durante el verano para prepararse para el invierno? Todo lo que ella pueda. ¡Qué increíble filosofía, la filosofía de "haz-todo-lo-que-puedas"!

Recuerden esta filosofía : Nunca se rindan, miren hacia adelante, manténgase positivos y hagan su mayor esfuerzo.

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sábado, noviembre 19, 2011

SINDROMES QUE NO SON ENFERMEDADES

El Síndrome Post-vacacional, de adicción al trabajo, o por otro lado el síndrome de Peter Pan, de Wendy o de Cenicienta, son ejemplos de entidades que en unas ocasiones les ponemos nombre a conductas, estados o situaciones por las que pasamos en nuestra vida y en otras les ponemos el nombre de un personaje que de algún modo recoge a modo de modelo dicha situación, conducta o estado. Pero hay que dejar claro que no se trata en la mayoría de los casos de ninguna enfermedad como tal, ni viene recogida así en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

Síndromes con nombre propio

Antes de hablar de los síndromes con nombre propio introduciremos un síndrome que ni tiene nombre de personaje, apellido ilustre, ciudad, etc. aunque sí refleja bien la situación, se trata del Síndrome del Nido Vacío. Son padres y madres, aunque fundamentalmente éstas son quienes lo expresan o parece que lo sienten con mayor intensidad. Y ocurre, como habrán imaginado, cuando el hogar queda despojado de los hijos que han decidido instalarse por su cuenta. Seguro que para algunos puede suponer el Síndrome de "Por fin solos".
Lo cierto, y dicho sea con todo respeto, la madre, al sentir la casa, las habitaciones de sus hijos en silencio, sin sus cosas, entra en una fase de pena y reflexión sobre su vida, sobre su futuro y su pasado. No es infrecuente que sientan que la casa las agobia, se sientan asfixiadas en su propio hogar o que simplemente perciban la casa y su propia vida como una situación que ha terminado y por tanto es inservible, como el nido vacío. Les recomiendo que apuesten por el "Por fin solos".

El síndrome de Stendhal es descrito como es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte. Podemos decir que se trata en realidad de una reacción ante tal despliegue de belleza. Fue el autor francés del siglo XIX Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio:
"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".
Bueno, eso sintió seguramente Stendhal. Aún no se ha incluido en la CIE.

Síndrome de Diógenes Se trata de una conducta anómala que pueden tener algunas personas ancianas que viven solas. Lo que más llama la atención de este comportamiento es el abandono personal y social que sufren, el aislamiento de la sociedad de forma voluntaria que suelen recluirse en sus casas y que las convierten en auténticos almacenes/vertederos de basura, cosas inservibles y otros trastos inservibles, aun disponiendo de dinero para satisfacer sus necesidades.
El nombre se debe a Diógenes de Sinope, filósofo griego que defendía el cinismo clásico, entendido como el ideal de privación e independencia de las necesidades materiales. Como tal síndrome no es una enfermedad clínica aunque estas personas suelen padecer trastornos de base que afloran en esta conducta, dichos trastornos suelen ser demencias, trastornos psicóticos, obsesivos, etc. Por lo que requieren tratamiento social y clínico.

Síndrome de Ulises Estamos en realidad ante un síndrome de estrés crónico y múltiple que padecen algunas personas emigrantes. Por ello debe el nombre al personaje de la Odisea, cuya marcha a Itaca se puede asemejar a la aventura de muchos emigrantes. Fue definido por Joseba Achótegui, psiquiatra y profesor de la Universidad de Barcelona. Las personas que lo padecen sienten un fracaso interno asociado a la imposibilidad de regresar a su tierra o de soledad, necesidad de traer a su familia y, en algunas ocasiones miedo o presiones por estar relacionados con mafias que le facilitaron su viaje a su "Itaca" particular.
Así pues el síndrome como tal no es una entidad clínica aunque sí un factor desencadenante de otras patologías subyacentes en el individuo.

Síndromes con nombre de ciudades o lugares

Síndrome de la Moncloa que bien podría extenderse a cualquier político o mandatario que llega a perder contacto con la realidad y de los problemas de la sociedad a la que sirven tras un periodo más o menos largo de estancia en la Moncloa. Eso dijeron, al menos, de Aznar o de Felipe González, a quienes se les reprochaba en sus últimas etapas, alejarse de la realidad de este país, tomar decisiones a la ligera, creerse por encima del bien y del mal, rechazar cualquier clase de crítica y rodearse en exclusiva de aduladores.

Síndrome de Estocolmo quizás uno de los más conocidos. Se originó en esta misma capital sueca en 1973, con motivo de un asalto a un banco, el Kreditbanken, y secuestro de rehenes que duró 6 días. Durante el proceso judicial contra los asaltantes, los secuestrados justificaron las razones de sus secuestradores. De hecho al ser liberados de sus captores en el banco las cámaras de seguridad pudieron grabar cómo una de las víctimas se despedía de uno de los secuestradores con un beso.

El síndrome de Lima Este comportamiento sería el simétrico opuesto al síndrome de Estocolmo. Aquí son los secuestradores quienes se vuelven más compasivos con la situación y necesidades de los rehenes.
El síndrome se definió tras la toma de rehenes en la embajada Japonesa en Lima, Perú, donde 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron a cientos de rehenes en una fiesta en la residencia oficial del embajador japonés en Perú. Los rehenes eran la mayoría diplomáticos, oficiales del gobierno y militares, y ejecutivos de muchas nacionalidades que se encontraban en ese momento en la fiesta. El secuestro duró más de cuatro meses, comenzó el 17 de Diciembre de 1996 y terminó el 22 de Abril de 1997.

Síndrome de Jerusalem Quienes lo padecen suelen tener ideas obsesivas, delirios y experiencias de carácter psicótico en torno a la religión. El trastorno aparece mientras se está en Jerusalem y causa ilusiones psicóticas que tienden a desaparecer después de unas pocas semanas. De todas las personas que han sufrido esta psicosis espontánea, todos tenían una historia de trastornos mentales previos o parecían no estar "bien" antes de llegar a la ciudad. Parece que estemos ante un trastorno psicótico breve que se ve favorecido o precipitado en esta tierra santa.

Síndrome de París, Tal vez deberíamos llamarle síndrome del turista japonés en París. O ¿qué hace un japonés en París? Sus características son una depresión de quienes proceden del país del punto rojo cuando llegan a París. Parece que está asociado a un shock cultural o de unas expectativas sobre la ciudad del amor idealizada ante lo que encuentran en la realidad multitudinaria de sus calles y de su bullicio, que por otra parte la hacen a mi modo de ver más hermosa y viva a la ciudad de la torre Eiffel.

Fuente: http://www.capitalemocional.com/Textos_Psico/sindromes.htm

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viernes, noviembre 18, 2011

EL SINDROME DE MARY POPPINS

Todos somos necesarios en las vidas de los demás en algún momento, es el síndrome Mary Poppins.

El síndrome de Mary Poppins = prácticamente perfecta en todo sentido.

Todos recordamos a la famosa Mary Poppins, genial personaje de Disney, interpretado por Julie Andrews allá por 1964, niñera estricta pero divertida que con canciones y personajes de dibujos animados conseguía hacer feliz la vida de los pequeños Jane y Michael Banks.

¿Quién no ha querido alguna vez tener una nana o niñera así? Convierte las tareas domésticas en algo divertido, llena con música y alegría la vida de los niños y además, con ella todo parece fácil, sencillo y posible. Tus sueños se hacen, en definitiva, realidad.

Pero, ¿cuál es realmente el mérito de Mary? Mary "recompone" la maltrecha vida de toda la familia Banks.

Un padre centrado en su trabajo, en el dinero y en la ambición, descubre, gracias a Mary, que el motivo principal de su vida tiene que ser su familia, su mujer y sus hijos.
Una madre alocada en ideas políticas feministas olvida que la verdadera lucha y defensa es la que ella tiene que hacer de lo que más quiere.
Los niños, unos pobres niños ricos, que todo lo tienen pero de todo les falta, ¿por qué? Porque, a veces, el mayor premio es una caricia, una sonrisa, un beso de buenas noches, un saber que estás ahí para ellos.

En definitiva, Mary recuerda que el AMOR todo lo une y todo lo puede, aunque a veces olvidemos el poder tan grande de tal sentimiento.

Ahora bien, ¿alguna vez nos hemos planteado qué pasa con Mary? Esta llega en el momento indicado, justo y preciso, realiza su labor, pero, siempre se marcha, tan rápido como el cambio del viento, nunca se queda.

Mary no es importante porque ella es la heroína del cuento, la fuerte, la que lucha por hacer feliz a los demás. Poco importa en la historia si se siente feliz o desgraciada, si alguna vez puede que se encariñe demasiado con alguien pero como deja de ser necesaria en un momento determinado se ve obligada a marcharse. ¿Acaso alguien le pide alguna vez a Mary que se quede?

Puede sonar presuntuoso por mi parte el compararme con este personaje, pero, muchas veces es como me siento.

Va apareciendo mucha gente en mi vida, personas que llegan, pero siempre se acaban yendo. Mis sentimientos se van plantando poco a poco, se les va regando y comienzan los primeros brotes verdes pero, al final siempre acaban siendo recolectados, recolecciones que, aunque no lo parezcan, parten mi alma.

¿Por qué? ¿Por qué la palabra GRACIAS es tan habitual de los demás hacia mi cuando a veces sólo necesito un QUE TAL ESTAS?

Ayudar es algo innato en mi, me han educado así y así es como sale de dentro de mi. Las personas que forman parte de mi vida no sólo están, SON. Son mi vida, el sentido de mi existencia, mi fuerza para luchar. Entonces, ¿por qué a veces me siento tan solo? ¿Por qué nadie se ocupa de Mary Poppins? ¿Por qué soy el primero de la agenda para la ayuda, para escuchar el lamento, pero no para compartir las risas y los momentos dulces? ¿Por qué no piensan alguna vez que quizás tenga un día, una semana, un mes malo en el que ni siquiera Supercalifragilisticoespialidoso tenga sentido para mi?

Con esto no pretendo santificarme ni mucho menos. No soy alguien perfecto, ni siempre soy la mejor persona del mundo. Soy cabezota, testarudo, maleducado a veces, irascible, incluso envidioso (siento incluso celos muchas veces de quien más amo en esta vida, lo siento ). Pero, ¿acaso sabemos si Mary también lo era? Porque, que yo sepa, nadie nos dice en el cuento lo que hacía en sus días libres, o ¿es que jugaba al parchís con Bert? (jejeje, por quitarle hierro al asunto).

Sí, no reniego de ser Mary Poppins en muchos momentos de mi vida, de hecho, me gusta ayudar a los demás, pero me gustaría dejar de volar, dejar de vivir una vida tal y como sopla el viento y sobre todo, dejar de ver gente pasar.

Tal y como reza mi canción favorita The winner takes it all, el ganador lo consigue todo, no deja nada para el segundo lugar. ¿Por qué hace tanto tiempo que dejé de sentirme ganador? ¿Por qué dejé que el viento marcara siempre mi destino no siendo yo el que llevara el timón de mi vida?

Sí, siempre que quiero a una persona, ya sean amigos, pareja, compañeros, etc., tengo MIEDO a perderlos. Una persona especial me dijo un día que eso era debido a falta de confianza por mi parte y no es así. Mi MIEDO no es ese, realmente es que un día amanezca el viento en otra dirección y ya no sea necesario en tu vida y me vea obligado a volar.

Es bonito ser un recuerdo importante en la vida de los demás, pero, ¿no sabeis que el paragüas con el que vuelo no es irrompible? Además, sin duda alguna, estaría encantado de perderlo.

P.D. Gracias a cualquiera que lea lo que escribo. Son las 2.25 de la mañana y sin duda, no será una de las mejores cosas que hayas leído en tu vida, pero para mi es importante, porque sale desde lo más profundo que tengo en mi corazón. GRACIAS

Fuente: http://elsindromedemarypoppins.blogspot.es/

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La mayor parte del tiempo sufro del Síndrome de Mary Poppins. Extraña enfermedad que me hace verle el lado bueno a las personas malas, el lado simpático a las situaciones, el lado positivo a las catástrofes. Entre los múltiples síntomas están la posibilidad de reírse y llorar al mismo tiempo y las respuestas sistemáticas como: “no es tan grave”, o “la próxima vez nos irá mejor”. La gente piensa que soy una persona positiva y con una gran capacidad de análisis, pero lo que no saben es que he desarrollado esta sofisticada enfermedad como mecanismo de defensa contra el fracaso y la desilusión.

Pero lo más extraño de este síndrome, es que a veces desaparece: no puedo verle el lado bueno a los malos, todas las situaciones me parecen catástrofes, repito frases en futuro definitivo como: “hasta aquí llegamos”, o “no doy mas”. Las personas que entran en contacto conmigo en estos periodos, piensan que soy negativa y melodramática. Que solo veo lo que quiero ver. Que soy una neurótica - quejumbrosa.

Hace 19 días Mary Poppins se bajó del bus y me dejó sola. Esta es la razón por la que hace 19 días no escribo. Todo lo que digo o pienso es gris. Estoy triste y desilusionada. Es posible que sea el invierno, la cercanía a la navidad y la lejanía de los que quiero. Es posible que Mary Poppins se haya dado por vencida después de meses en los que no hemos parado de luchar. La pobre ha tenido un año muy duro. No la puedo culpar.

Fuente: http://instantaneasinmigrantes.blogspot.com/2010/11/sindrome-de-mary-poppins.html



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jueves, noviembre 17, 2011

EL SINDROME DE LOS ARISTOGATOS

Está ambientada en París, en el año 1910. Trata de una anciana muy rica (Madame Adelaide Bonfamille) que vive feliz con sus gatos en una casa grande de un barrio rico. La única persona que tiene es a su mayordomo, Edgar, un hombre en apariencia fiel y trabajador. La gata de esta señora, que se llama Duquesa, habita en esta mansión con sus tres traviesos gatitos (Toulouse, Berlioz y Marie). Ni ella ni su dueña sospechan que el mayordomo intenta matar a los gatos porque están en un lugar preferente en el testamento de la anciana: al morir ella los gatos recibirían la herencia. En caso de que murieran los gatos, toda la fortuna pasaría a manos de Edgar.
Un día el mayordomo los abandona lejos de su hogar, para que no puedan encontrar el camino de vuelta y así hacer creer a la anciana que han muerto. Pero consiguen regresar a casa con la ayuda de Tomás O'Malley, un gato arrabalero (callejero). O'Malley siente algo por Duquesa, y por ello decide ayudarla, aunque le supone un gran riesgo. Unos amigos del vagabundo, músicos de jazz, ayudarán también.


El Síndrome de los Aristogatos hace referencia a aquellas damas millonarias que, como se lee ocasionalmente en las noticias, dejan su herencia monetaria a sus gatos o mascotas.





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miércoles, noviembre 16, 2011

EL SINDROME DE LOS 101 DALMATAS

A finales de 1996, Walt Disney Pictures estrenó "101 Dálmatas", película en la que se utilizó unos adorables cachorros dálmatas. Esa Navidad, cientos de niños descubrieron simpáticos cachorros con manchas (y lazos) debajo de sus árboles de Navidad.

Semanas después, los refugios para perros abandonados se fueron viendo invadidos por dálmatas adolescentes. Meses después, los números de perros dálmatas abandonados habían aumentado en demasía. Miles de dálmatas eran dejados sueltos, botados en las carreteras y llevados a perreras y refugios. ¿Cuál había sido su crimen? Habían crecido y no actuaban como los perros de la película.

A esto se suele denominar "Síndrome de los 101 Dálmatas" o "Síndrome de Paris Hilton".

Según la organización Save the Dalmatians and Others Rescue, Inc. (Salvemos a los Dálmatas) www.savethedals.org, más de 5,000 dálmatas pasaron por los refugios de California del Sur en 1998 y 1999. La mayor parte de ellos tuvo que ser sacrificada.

http://www.examiner.com/pet-in-houston/101-dalmatians-to-paris-hilton-syndrome-how-the-media-advertises-for-puppy-mills

Cada vez que se estrena una película sobre adorables mascotas (perros, gatos, hamsters, cerditos, etc.), la gente suele comprar dichos animalitos y luego los abandonan en refugios.

La popularidad de los chihuahuas aumentó después de las películas "Legalmente Rubia" y "Beverly Hills Cihuahua", después del comercial de Taco Bell con un chihuahua y después de la mascota chihuahua de Paris Hilton.

La popularidad de los hamsters aumentó después de la película "G-Force".

La popularidad de los cerditos aumentó después de la película "Babe".

https://justonemorepet.wordpress.com/tag/101-dalmatians-syndrome/

http://latimesblogs.latimes.com/unleashed/2008/09/oh-great-here-w.html



Traducido por: Luis Alberto Venegas Chalen

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martes, noviembre 15, 2011

EL SINDROME DE LA DAMA Y EL VAGABUNDO

...Y CON EL BEBE SON 3

Un gran número de perros pierden sus hogares felices cuando el primer bebe humano se une a la familia y usurpa el rol de Reina (la cocker spaniel) como "hij@ únic@". Lo irónico de esto es que esto no tendría por qué ser una tragedia. Los padres primerizos inteligentes se cercioran de que Reina (la Dama) acepte a su hermanit@ con poca o ninguna resistencia y así llegan a evitar con éxito el síndrome de La Dama y el Vagabundo.

LOS PERROS Y LOS BEBES

Al igual que sucede con muchos retos de entrenamiento, cuanto antes se empiece, mejor. Muchas parejas deciden no tener hijos por años antes de que dicho evento glorioso se produzca. Es más difícil convencer a una perrita de 8 años de edad que acepte al nuevo bebito si ella nunca ha estado cerca de niños, que lo que sería si Mamá y Papá hubiesen hecho el esfuerzo de lograr que sucedieran buenas cosas cuando hubiese bebes en los alrededores. Esto es algo positivo por hacer incluso si la pareja estuviese 100% segura de que nunca tendrán bebés propios. Existen bebés y niños por todos lados, y si la perrita mordiese al nuevo bebe de la Tía Meggie durante el Día de Acción de Gracias en tu casa, las festividades terminarían por arruinarse.

PASOS DE BEBE

De ser posible, empiecen cuando Reinita, todavía sea una cachorrita. Si no conocen a un familiar, amigo o vecino que tenga un bebé, vayan al parque al menos una vez a la semana en un día soleado. Siempre habrá madres y niñeras con bebés y niños pequeños en los parques. Cerciórense de mantener a Reinita con su correa, limpiar sus necesidades y obedecer todos los reglamentos de los parques referentes a perros.




Fuente: "El Poder del Entrenamiento Positivo para Perros" por Pat Miller

Traducido por: Psicólogo Luis Venegas Chalen

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lunes, noviembre 14, 2011

EL SINDROME DE ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Esta condición toma su nombre del famoso libro de Lewis Carroll, por la similitud que presentan las vivencias del sujeto con las del personaje de la historia.
El síndrome fue descubierto por un psiquiatra ingles llamado John Todd en 1955 y se trata de un desorden neurológico que afecta la percepción de la persona, de forma tal que el sujeto experimenta una distorsión de la imagen del cuerpo propio y de los objetos que lo rodean.

La persona puede sentir que su cuerpo entero o partes del mismo se alteran en tamaño y forma y que los objetos se encojen o se agrandan, se alejan o se acercan. Esta patología no es un problema visual, sino un trastorno en la forma en que el cerebro toma y procesa la información entrante. La percepción de objetos como más grandes de lo que son se llama macropsia.

La micropsia es la percepción de los objetos como más pequeños de lo que son y lo interesante es que las micropsias también tienen un nombre literario. Se las suele llamar visión o alucinación liliputense, en honor a otro libro, en este caso “Los Viajes de Gulliver” de Jonathan Swift. El síndrome de Alicia se asocia con la migraña frecuente, y a veces puede estar causado por una condición epiléptica preexistente. Como es de suponer también puede ser causado por el consumo de drogas psicoactivas, como hongos alucinógenos.

“Un día vi cómo los libros de mi hermana se volvían más grandes y cómo mi padre se hacía tan pequeño como un muñeco”. “Siento que mi cuerpo crece y crece hasta que parece ocupar la habitación entera”. Son algunas de las sensaciones que caracterizan al síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, que suele afectar a niños y adultos con migraña.

Investigadores gallegos han estudiado un caso excepcional de este trastorno neurológico en una niña de ocho años de edad que nunca antes había tenido migraña. Sus observaciones se publican en el último número de la Revista de Neurología. “La niña, que sufrió trastornos de la percepción visual todos los días durante un mes y cada dos o tres días en las dos semanas siguientes, empezó con los síntomas sin haber tenido antes cefaleas”, explica a SINC María José Corral Caramés, autora principal del estudio y pediatra del Centro de Salud A Ponte (Orense).

Los pacientes que sufren este síndrome perciben alteraciones en la forma, tamaño y situación espacial de los objetos, así como distorsión de la imagen corporal y del transcurso del tiempo. También se han asociado otras ilusiones visuales como palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras).

Según los expertos, las personas afectadas por el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas son en todo momento conscientes de la naturaleza ilusoria de sus percepciones. Sin embargo, éstas son lo suficientemente intensas como para que tengan que mirarse en un espejo para comprobar su talla.
Aunque las pruebas diagnósticas aún no han permitido identificar ningún área cerebral específicamente afectada, los resultados de los estudios realizados en pacientes en su fase aguda mediante tomografía computarizada revelan áreas de hipoperfusión en las proximidades del tracto visual y córtex asociado, lo que podría explicar las quejas visuales de los pacientes.

Los científicos sospechan que Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y afectado por migrañas, pudo sufrir el síndrome, de forma que las experiencias de la joven Alicia eran bien conocidas por su creador.



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domingo, noviembre 13, 2011

EL SINDROME DE BAMBI

¿Es la caza cruel?

La supuesta crueldad de la caza es uno de los motivos más enfervorecidamente defendido por todo aquel que presume poseer una conciencia anticaza. En este punto la demagogia, la hipocresía y la doble moralidad han dado lugar a algo denominado el «Síndrome de Bambi», en el que el cazador se convierte en el malo, la encarnación de la perversidad y la crueldad gratuita, así como el desestabilizador del orden natural.

Por: Santiago Segovia

Fuente: http://www.club-caza.com/blog/diariodecaza/postver.asp?p=681

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EL CONSUMO INTELIGENTE DE LA ENERGIA PARA REMEDIAR ELSÍNDROME DE BAMBI
Por: Jorge Laine

El síndrome de Bambi, que hace ver todo desarrollo del trópico como catastrófico, parece acentuarse con los pronósticos de expansión de tales monocultivos. La mayoría de las selvas tropicales están en países en vías de desarrollo, que para poder aumentar el consumo energético asociado a ese desarrollo (acceso a la electricidad, transporte automotriz, etc.) podrían verse tentados a producir materia prima para biocombustibles, no solo para su propio consumo sino también para satisfacer las reservas estratégicas de combustible líquido de los países más desarrollados, las cuales en un futuro tal vez ya no serían reservas de petróleo, sino de biocombustible. Sería el neocolonialismo del oro verde para remplazar al oro negro.

Estamos iniciando el fin de la era de la combustión, y comenzando la nueva era de la energía limpia, tratando además de remediar el Síndrome de Bambi; sin embargo, el riesgo de recaída persiste, si crece la población de ciertas especies que atentan contra la armonía de la biodiversidad, entre las cuales podría incluirse a la especie humana.

Fuente: http://es.scribd.com/doc/44067892/El-Sidrome-de-Bambi



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sábado, noviembre 12, 2011

EL SINDROME DE DUMBO

...O EFECTO PLACEBO
TIMOTEO... EL PRIMER PSICOLOGO DEL DEPORTE DE LA ANIMACION (1941)

... Pero sea cual sea la fuente a la que el deportista acuda desesperadamente para conseguir esa “confianza instantánea”: psicólogos, médicos, programas de entrenamiento, barritas energéticas, modelos de neumáticos, tipos de raqueta, nuevos pies de gato, etc. es indiscutible que nada de eso funciona en la dirección deseada. Más aún, la incorporación de esos elementos, aún cuando es cierto que suponen una mejora objetiva en los medios que el deportista emplea; al final lo que suelen provocar es un aumento de la presión que el deportista experimenta para rendir.

En resumen, el deportista busca soluciones rápidas a su falta de confianza incorporando algún elemento externo a su persona. Pero a continuación el deportista siente mucho más amenazada su autoestima, por que si disponiendo de esa nueva raqueta, o de ese nuevo material o sistema, al final no logra sus objetivos, entonces su percepción de fracaso será mucho mayor.
Esto me recuerda a la historia de “Dumbo”, el film de animación clásico que produjo el célebre Walt Disney en 1941. Una película pasada de moda sin duda, pero que suelo contar a algunos deportistas. Muy brevemente, Dumbo era un elefante que tenía la orejas tan grandes que agitándolas podía volar. Volar era algo natural para él. Pero si no recuerdo mal, en algún momento de la trama Dumbo tiene un encuentro con un grupo de cuervos, que extrañados se ríen del hecho que un elefante vuele. Los cuervos, que son pájaros conocedores del fenómeno del vuelo, convencen a Dumbo que los elefantes efectivamente no pueden volar. De esta manera Dumbo pierde la confianza en su capacidad de volar. Más adelante en la película Dumbo se encuentra con Timoteo un ratón que vive en el circo; y que talmente actua como una especie de psicólogo deportivo. Timoteo le hace creer a Dumbo que si sostiene una pluma de pájaro con el extremo de su trompa, podrá volver a volar. Timoteo, usando una lógica de autoengaño, y con una estrategia y una oratoria digna del más agresivo especialista en terapia breve, consigue que Dumbo desplace la confianza desde sí mismo hasta la pluma. Eso es fácil porque Dumbo apenas confía en sí mismo para volar, de manera que confiar en la pluma es una alternativa clara. En este punto Dumbo agarrando fuertemente la pluma con su trompa empieza a agitar sus orejas, tal como siempre lo había hecho, consiguiendo de esta manera volver a volar. Dumbo recupera su capacidad de volar, pero no su confianza. Por ello ahora su vuelo no es fluido, ni natural, porque está demasiado pendiente de sostener la pluma con su trompa.

Es muy interesante constatar que al trabajar con deportistas con el síndrome de Dumbo, la “plumas” pueden llegar a hacer que las cosas cambien un poco. Es decir que el deportista esté dispuesto a intentar actuar de nuevo. Pero de ahí a conseguir la acción refinada y oportuna necesaria para el rendimiento hay un trecho muy grande. Por eso este tipo de intervenciones terapéuticas con “plumas”, basadas en el autoengaño (Dumbo se engaña a sí mismo respecto al poder de la pluma), están más orientadas a encontrar soluciones de mínimos, en el campo de la psicología clínica. Como cuando una persona obsesionada no se atreve a salir a la calle por que cree que le caerá un rayo o algo así. Sin embargo, en el ámbito del rendimiento deportivo ese tipo de soluciones difícilmente nos permiten reintegrar al deportista a una línea de alto rendimiento, caracterizada por la “búsqueda permanente del más difícil todavía”.

Por cierto, nuestro ratón psicólogo deportivo logra que efectivamente Dumbo intente reiniciar sus vuelos, gracias a su confianza ciega en la pluma. Pero si no recuerdo mal, para que Dumbo termine por recuperar auténticamente su confianza es necesaria una situación límite, donde la motivación de Dumbo le permitirá afrontar el riesgo de no lograr mantenerse en el aire sin la pluma. Veamos como se produce eso: Dumbo se halla volando con su pluma en plena “misión de combate” para defender a su madre y otros elefantes de los maltratos que le inflingen los cuidadores del circo. Y es entonces, en pleno vuelo, cuando pierde la pluma. El pánico se apodera de él e incapaz de mover sus enormes orejas sin la pluma empieza a desplomarse sobre el suelo. Y es en esta situación cuando se suman motivaciones y compromisos (evitar a toda costa estrellarse contra el suelo y seguir defendiendo a su madre). Así en plena caída, intenta de nuevo mover las orejas. Lo hace por que las circunstancias le obligan. No tiene otro remedio. Se trata de hacerlo o caer con toda seguridad. Al agitar de nuevo sus orejas Dumbo vuelve volar, pero no sólo eso; recupera su confianza. Es entonces, al final de la película, cuando el genio de Walt Disney nos muestra, no a un elefante que vuela, si no a un elefante de alto rendimiento que se comporta como un caza de combate, haciendo acrobacias en el aire y ametrallando con cacahuetes a los malvados de la película.

Para nuestros deportistas la moraleja debería ser clara: Se puede llegar a perder la confianza, pero en tal caso habrá que reconstruirla mediante el conocimiento y el intento efectivo de actuar, aún a riesgo de fallar. Pero jamás la recuperarán por medios mágicos e instantáneos, rápidos o sobrenaturales

Fuente: http://mindisaction.blogspot.com/2011/03/timoteo-el-primer-psicologo-del-deporte.html







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viernes, noviembre 11, 2011

EL SINDROME DE PINOCHO

Carlo Collodi escribió un cuento infantil para denunciar la mentira. Utilizó como protagonista a un títere de madera que llamó Pinocho. Por la metáfora de Collodi, algunos estudiosos de la mente humana han designado como “síndrome Pinocho” a la compulsión incontenible que sufren algunas personas para mentir.

Escrito por: HAMLET HERMANN
Fuente: http://www.hoy.com.do/opiniones/2011/7/3/382572/Sindrome-de-Pinocho

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La mentira se encuentra a la orden del día en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Aunque ésta puede resultar algo normal en la infancia desde un punto de vista evolutivo, cuando en la edad adulta nos encontramos con personas que envuelven su vida con farsas y engaños para justificar determinadas acciones o simplemente para equilibrar problemas de autoestima, entonces nos encontramos ante un serio problema.

Existen personas que llegan a alcanzar niveles en los cuales no saben hablar sin incluir en sus frases alguna mentira, llegando a perder el hábito de la comunicación sincera y normal. Se trata de personas que mienten de forma patológica, compulsivamente, sin poderlo remediar.

Estas personas crean en torno a sí mismas un mundo irreal e imaginario y experimentan grandes dificultades para escapar del circulo vicioso que ello genera. Las personas que mienten de modo obsesivo esconden habitualmente problemas psicológicos y trastornos de personalidad: déficit o carencias personales, falta de autoestima, fobias, ansiedades, inseguridad, timidez, problemas de habilidades sociales, complejos de inferioridad... Son personas que no se aceptan ni a nivel personal ni social, ya que se consideran inferiores, por lo que intentan compensar sus inseguridades o falta de aprecio a base de mentiras y de construir castillos irreales en el aire.

Las causas que conducen a la mentira son varias. Se puede mentir para evitar problemas, para obtener algún beneficio de alguien, para que los demás nos atiendan, nos hagan más caso o nos quieran más, para compensar inseguridades y ansiedades, para sobrevalorarnos y encontrarnos mejor, para obtener placer o poder, para hacer daño a los demás... El verdadero problema surge cuando esa forma de actuar se convierte en un hábito, cuando la persona que miente se cree sus propias mentiras y crea un mundo imaginario falso del que no puede salir.

Las personas que padecen el síndrome de Pinocho llegan a desarrollar un comportamiento autodestructivo porque no se enfrentan a los problemas, sino que los evitan y ocultan con sus mentiras. Esta actitud puede generar el rechazo de los demás y provocar en el mentiroso compulsivo estados de culpabilidad, remordimiento, inseguridad y un desgaste emocional que acabe mermando su salud física y mental. Esta patología tiene solución, pero debe abordarse desde un trabajo terapéutico adecuado.

Ferran Martínez
Psicólogo de ISEP Clínic Castelló
Fuente: http://www.isepclinic.es/index.php?option=com_content&view=article&id=88%3Ael-sindrome-de-pinocho&catid=9%3Apsicologia-adultos&Itemid=173&lang=es
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El autoengaño, un arma peligrosa
Todos somos un poco Pinocho

EFE
Muchas personas viven distorsionando la realidad para tapar su miedo al fracaso
María Jesús Ribas, EFE

El miedo a ser juzgados o rechazados, a sufrir o fracasar, a descubrir nuestras sombras, nos lleva a hacer lecturas parciales de la realidad, a ocultarla o interpretarla a nuestro antojo, o bien a reprimir, inhibir u ocultar ciertos aspectos de nuestra forma de ser.

Decir mentiras a menudo no es bueno, pero mucho peor es creérselas uno mismo. El autoengaño es una estrategia más de supervivencia, nadie se libra de emplearlo en algún momento de su existencia, e incluso puede ayudar a superar momentos difíciles, pero si se emplea como norma en lugar de como excepción puede volverse enfermizo y en contra de uno.

Muchas personas viven distorsionando la realidad, para tapar su miedo al fracaso, su falta de capacidad para aceptar la frustración, su temor a enfrentar las propias emociones o cambiar su vida, su zozobra ante el juicio negativo de los demás.

Se autoengañan, creyendo que mediante este subterfugio podrán mantener bajo control aquellas facetas, actitudes, deseos, ideas y emociones que consideran censurables.

Los autoengaños o mentiras vitales se sientan a la mesa de muchas casas y descansan en la almohada de muchas personas. En ocasiones son la compañía más habitual de un individuo. Y a veces se comparten con la familia, en un acuerdo tácito para no "poner los pies sobre la tierra".

Encubren desde temores crónicos y conflictos internos, hasta situaciones de maltratos físicos y abusos sexuales. Explican la tendencia humana a optar por explicaciones ventajosas e ilusorias: atribuir nuestros éxitos a la propia competencia y los fracasos a la mala suerte o el destino, o pensar que nuestros contrincantes triunfan por fortuna y pierden por su ineptitud.
Fuente: http://archivo.univision.com/content/content.jhtml?cid=343948