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lunes, febrero 07, 2022

MALTRATO DESDE LA INFANCIA: TIP 22

Testimonio de un consultante anónimo:

"Soy una persona que tuvo un padre alcohólico, extremadamente agresivo, que golpeaba, insultaba y maldecía a todos, incluyendo a mi madre. Y esto fue no sólo un año sino varias décadas, aproximadamente cuatro. Rompía puertas, maldecía a diario, toda la madrugada, sin que le hagamos nada. Entonces yo supongo que en mi caso debo estar hecho trizas".

Consejo o tip #22: Lo que ayuda en estos casos es recurrir a Psicoterapia.

En la actualidad, en todo el mundo se viene aplicando un enfoque terapéutico con resultados significativos e inmediatos: la Hipnoterapia, es decir la hipnosis clínica aplicada en la psicoterapia, para solucionar casos cuyo origen parte desde la niñez y, muchas veces, está guardado en nuestro subconsciente, ni cuenta nos damos, y puede aflorar ante cualquier circunstancia de la vida.

Si desea solucionar su pasado, puede recurrir a:

 www.PsicologosPeru.com

lunes, julio 09, 2018

DIA 190: LAS PELEAS DE LOS PADRES AFECTAN A LOS HIJOS

Las peleas entre los padres dejan huella en los hijos

Desde los primeros meses de vida, los bebés perciben la energía y/o el estado de ánimo de las personas que les rodean.

Lo sienten en el contacto físico alterado, en las vibraciones de los gritos que los alteran, generándoles inestabilidad desde muy pequeños.

Cuando los padres discuten o pelean delante de los hijos, ello tiene consecuencias en las conductas de los hijos.

Como los hijos pequeños aún no pueden expresarse del todo como lo hacemos los adultos, para expresar su ansiedad ellos instintivamente recurren a mostrarse inquietos, sentirse temerosos, chuparse el dedo, morderse las uñas, orinarse la cama, dificultades para conciliar el sueño (insomnio, pesadillas, etc.), llantos, gritos, agresividad, etc.

Ya que los padres son el modelo de conducta que a diario ven los hijos, estos van viendo y aprendiendo de sus padres cómo enfrentar y resolver los problemas de la vida diaria, por ejemplo: si los padres solucionan sus dificultades, gritando, pegando, tirando cosas o si lo hacen en forma serena, civilizada, calmada, adulta, madura.

Luego algunos padres no se explican por qué su hijo no se porta bien o se comporta de tal o cual manera no deseada.

Cuando se hace terapia, inclusive en la edad adulta, salen a flote estas experiencias de la infancia que quedan grabadas en el subconsciente de la persona.

Si ha tenido una infancia feliz, los recuerdos de ser llevados de la mano por los padres, los paseos y/o viajes con los padres, las experiencias felices compartidas con los padres, etc., son los que salen a flote y los que les proporcionan estabilidad emocional.

Por el contrario, cuando vienen pacientes afectados por diversos trastornos psicológicos y/o psiquiátricos, al indagar los inicios, las fuentes o las causas, llegamos a la forma disfuncional que vieron cómo se llevaban sus padres y el malestar que les proporcionaban de niños, y que tiene efectos negativos ahora que ya son adultos.

Por lo tanto, teniendo en cuenta la realidad de que definitivamente los padres van a tener desacuerdos y discusiones en la convivencia, se recomienda que aprendan a manejar sus discrepancias de pareja y arreglar sus diferencias ¡a solas los dos!

Es necesario que ambos o uno de los padres sean conscientes para poder aplicar estas ideas: 

1) calmarse y hablar en forma pausada, razonable, sin gritar; 
2) indicarle al hijo que se retire a otra habitación con cualquier excusa; 
3) ambos padres decidir retirarse a discutir en otro ambiente, fuera de casa, en el parque, en el auto, en un restaurante, etc.

De ese modo, los hijos aprenderán sobre tolerancia y respeto mutuo y podrán decir que nunca vieron que sus padres pelearan o que, en todo caso, podían resolver sus desacuerdos en forma inteligente.

Todo esto, como consecuencia, se verá reflejado en el nivel de inteligencia emocional de los hijos.

Si ya ha habido situaciones de agresiones verbales y/o físicas donde se perdió el control, luego hay que calmar a los hijos, disculparse, explicarles que los hijos no tienen la culpa de las peleas de los padres, que los padres no los van a dejar de querer, que todo se va a solucionar y van a estar bien, Y TOMAR MEDIDAS PARA QUE NO VUELVA A SUCEDER. 

Si ya se les ha escapado de las manos las discusiones, o para prevenir situaciones más graves, consideren recurrir a la ayuda y/o asesoría de un especialista en Terapia Familiar.

martes, junio 12, 2018

DIA 163: ¡MIS PADRES ME MATARON!

“Me llamo Iván y tengo 7 años. Quiero a mi madre y a mi padre, aunque ellos me dan miedo. Me pegan a menudo y no sé por qué.
Esta mañana me levanté y fui a la escuela como todos los días. Soy un buen estudiante y mi profe está orgulloso de mí.
También me llevo bien con mis compañeros, aunque no tengo amigos. Es porque yo no salgo a jugar durante las pausas. Nadie quiere jugar conmigo. He intentado hacer amigos, pero todos me rechazan y me dicen que soy asqueroso.
Un día, después del recreo, fui a los vestuarios y robé un traje que estaba allí desde hacía mucho tiempo y que al parecer, nadie había echado de menos. Después me fui a casa. Tenía frío y tuve que andar contra el viento. Alguien me empujó y caí en la nieve. Después me empujaron la cara contra el suelo diciéndome:
“Nadie te quiere, imbécil”.
Me golpearon y huyeron dejándome tirado en la nieve.
Estuve llorando un buen rato porque tenía frío y me dolía todo. Aunque yo quería a todo el mundo, no tenía ni un solo amigo en el mundo.
Al entrar en casa mi madre me cogió del pelo.
“¿Dónde estabas? ¿Por qué estás sucio y mojado? Niño idiota, vete a tu habitación y quédate allí. No hay nada de comer para ti.”
Hice lo que dijo mi madre y aunque tenía hambre y frío, no salí de mi habitación hasta el día siguiente.
Mis notas no paraban de bajar y cada vez que mi padre las veía, no paraba de pegarme. Una vez me golpeó tan fuerte que no podía mover mi dedo índice. Jamás pude volver a moverlo y los otros niños se reían de mí a causa de ello.
El tiempo pasó y un día comenzó a dolerme el pecho.
Mamá y papá no se preocuparon. Por la tarde me tendí en mi cama y solo pedía una cosa. Quería dejar de sufrir porque no quería seguir molestando a papá y mamá. Los quiero demasiado como para eso.
Al día siguiente en el cole, nos pidieron que dibujásemos nuestro sueño más preciado. Los demás niños dibujaron coches, cohetes y muñecas. Yo no.
Pero no porque no me gustaran esas cosas sino porque lo que yo más deseaba era un papá y una mamá que me quisieran. Por eso, dibujé una familia. Una mamá, un papá y su hijo. Estaban jugando y eran felices. Mientras hacía el dibujo yo estaba llorando en silencio. ¡Me hubiera gustado tanto tener unos padres que me quisieran…!
Cuando me tocó enseñar mi dibujo a la clase, todo el mundo se rio de mí.
Yo me puse a explicar delante de toda la clase:
“Mi mayor sueño sería tener una familia.”
Ellos se reían más aún y yo me puse a llorar. Después les dije:
“No se rían de mí por favor. Ese es mi mayor sueño. Podéis pegarme y odiarme, pero por favor, no se rían de mí.
Me gustaría tener unos padres como los vuestros, que me mimaran y rieran conmigo. Que vinieran a buscarme al salir de la escuela y que se pusieran contentos al verme. Ya sé que soy débil y feo y que tengo un dedo roto, pero por favor, no se rían de mí.”
El profesor intentó limpiarme las lágrimas. Creí que algunos alumnos me habrían entendido, pero todos seguían riéndose.
Un día, ví que me habían puesto mala nota en un examen. ¡Sabía que mi madre se enfadaría mucho!”.
Tuve miedo de volver a casa aunque no tenía ningún otro sitio al que ir. Fui caminando lentamente, aunque no tenía ganas de llegar. Mamá estaba furiosa.
Ella me cogió y me tiró al suelo. Yo me golpeé la pierna con una silla.
Me golpeó dos veces en la cabeza. Yo estaba tendido en el suelo y no podía levantarme. Me dolía mucho. Pero mamá me dejó así en el suelo y se fue.
Ella volvió para decirme que lo limpiara todo porque si no, papá me pegaría cuando volviese.
Le supliqué a mamá que no dijera nada pero vi que papá ya estaba en la puerta.
Cuando mamá le dijo la nota que había sacado en el examen, él me levantó del suelo, me zarandeó y me abofeteó en la cara.
Ya no recuerdo nada más. Cuando me desperté estaba en el hospital. Miré mi mano. No podía sentir ninguno de mis dedos. Miré a través de la ventana y comencé a llorar.
Fuera veía a unos padres jugando con sus hijos, lanzándose la pelota y dándose besos y abrazos.
¿Sabéis por qué lloraba?
No sé qué se siente cuando te dan un beso o un abrazo. Mis padres solo me pegan aunque de todas formas, yo los quiero. Yo siempre he intentado hacer todo lo posible por que me quisieran y era bueno en los estudios. Pero ellos nunca me quisieron.
Un día vertí un poco de té y me dieron una paliza descomunal.
De repente, comenzó a dolerme el pecho. Se lo dije a mamá, pero ella pasó. De nuevo me vi en el hospital, aunque nadie vino a verme.
El doctor me dijo que mamá y papá vendría a verme al día siguiente probablemente, pero ellos no lo hicieron. Yo esperé y esperé, pero nunca vinieron. A pesar de todo, los seguía queriendo".

Dos días después, Iván murió a causa de la paliza. Los médicos encontraron una carta en su mano.

“Querida mamá, querido papá.
“Tengo miedo porque soy feo, asqueroso y estúpido. Siento mucho que no hayan podido quererme.
Nunca quise molestarlos. Lo único que hubiese querido es una caricia de mamá y oírla decir que ella me quería. Papá, yo solamente quería que jugaras conmigo, que me dieras la mano para ir de paseo o que me contaras un cuento.
Sé que para ustedes he sido una vergüenza. Ya jamás seré como hubiesen querido que fuera”.
Ahora veo a mis padres que se enteraron de mi muerte los puedo ver, veo como lloran y lo arrepentidos que están, quisiera abrazarlos y darles otra oportunidad quisiera volver y decirles que les perdono. Sé que ahora sí me amarán pero no puedo regresar. Ahora solo los puedo ver arrepentidos, quiero tocarlos y no puedo hablarles; no me escuchan. Perdónenme papás por no haber sido como ustedes querían".

domingo, enero 04, 2009

COMO HACER LAS PACES

CLAVES PARA HACER LAS PACES


1- Compórtate como esperas que lo hagan los otros. Deja de esperar a que las personas cambien su actitud y comportamiento, y comienza a actuar como desearías que lo hicieran los demás. Sé diferente, te aseguro que tu vida mejorará y que comenzarás a proyectar armonía. Con tu forma de actuar te convertirás en el ejemplo que necesitan otros para volverse más participativos.

2- Evita pensar sólo en tí mismo. Observa a las personas que se encuentran a tu alrededor y pregúntate: ¿Qué puedo hacer para suavizar sus vidas? Comienza por tus seres queridos, vuélvete más colaborador, muéstrate interesado en sus asuntos y averigua cómo puedes apoyarlos. Acércate a ellos con una frase o un gesto cariñoso y hazlos sentir queridos y especiales.

3- Evita que la conversación toque el pasado negativo. Fomenta el recuerdo de las vivencias divertidas, positivas y agradables. Reconoce sus logros y hazlo sentir querido y aceptado. Suavizar la vida de otros con nuestros comentarios y actitudes hará que nos sintamos satisfechos.

LA SOLUCION
Una oportunidad para la reconciliación puede ser un viaje para cerrar círculos, tomar todo lo bueno de lo que han vivido juntos y dejar en el pasado lo negativo o lo desagradable para que no les afecte más. Ya sabes que para ser feliz tenemos que poder desprendernos del pasado doloroso, pues sólo así podemos abrirnos sin temor y sin prejuicios a vivir cada experiencia en el presente como si fuese completamente nueva y diferente.
Asume la responsabilidad de tu felicidad. Deja de esperar a que te reconozca, se comporte de una manera diferente o se anime a celebrar tus logros y éxito personal. Acéptalo/a como es, no esperes encontrarlo/a cambiado/a, ve dispuesto/a a darle, a brindarle tu cariño y amistad incondicional. Apóyate en la seguridad y el placer que produce vivir tu independencia emocional, y comparte con el/ella sin temor a perderlo/a.
Mantén siempre una actitud positiva, minimizando lo negativo que pueda presentarse y exaltando lo bueno, lo positivo, lo agradable de ese reencuentro. Así podrás compartir con el/ella un buen momento. No te dejes enganchar por alguna de sus actitudes, comentarios o comportamientos negativos, recuerda que ya no son determinantes para ti, pues tú has adquirido madurez e independencia emocional y ahora estás en posición de dar y no de pedir.