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viernes, marzo 07, 2014

TE DESEO LO SUFICIENTE


Hace poco tiempo cuando estaba en el aeropuerto escuché por casualidad a una madre e hija que se estaban despidiendo. Cuando anunciaron la partida del vuelo ellas se abrazaron y la madre dijo:

- "Te amo y te deseo lo suficiente".

La hija respondió:

- "Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado.
También te deseo lo suficiente". Ellas se saludaron con un beso y la hija partió.

La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada y noté que ella necesitaba llorar.

Traté de no observarla para no invadir su privacidad, pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó:

- "Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?".

- Sí, lo he hecho - respondí. Perdón por preguntar - contesté -, pero ¿por qué esta despedida es para
siempre?

- Yo soy una mujer vieja y ella vive muy lejos de aquí. La realidad es que su próximo viaje será para mi
funeral, dijo.

- Cuando se despidió de ella escuché que le dijo "te deseo lo suficiente". ¿A qué se refiere?

Comenzó a sonreír. Eso es un deseo que hemos transmitido de generación en generación. Mis padres
solían decirlo. Ella hizo una pausa y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle, luego
sonrió aún más.

- Cuando decimos "Te deseo lo suficiente", deseamos que la otra persona tenga una vida llena de sólo lo suficientemente bueno para vivir.

Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:

"Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante",

"Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol" ,

"Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva"

"Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes"

"Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades"

"Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees."

"Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas".

Luego ella comenzó a llorar y se alejó.

Se dice que toma un minuto encontrar a una persona especial, una hora en apreciarla, un día para amarla, pero una vida para olvidarla.

Toma el tiempo necesario para vivir. A todos mis amigos y seres queridos,

¡¡¡LES DESEO LO SUFICIENTE!!!

PsicologosPeru.com

jueves, diciembre 12, 2013

EL CEREBRO ENAMORADO

Cerebro y Corazón
¿Por qué nos enamoramos?, ¿cómo elegimos nuestra pareja? y ¿qué ocurre dentro de nuestro cerebro enamorado para qué lleguemos a cometer locuras en nombre del amor?


“La gente vive alrededor del amor. Se mata por amor. Se muere por amor. Hay infinidad de canciones, poemas, novelas, esculturas, pinturas, mitos, leyendas alrededor del romance. El amor impulsa uno de los más poderosos sistemas cerebrales de la tierra, tanto para generar gran alegría, como para provocar inmenso dolor.”

Helen Fisher.

La experiencia del amor (la exaltación, los cambios de ánimo, el insomnio, los celos y la obsesión) no entiende de tiempo, ni de espacio ni de género. Hasta hace poco, nuestra manera de entender el amor estuvo dada en gran medida por la inspiración de los poetas, las anécdotas de flechazos amorosos, las observaciones de los psicólogos y las reflexiones de trovadores con el corazón partido. La antropóloga Helen Fisher viene trabajando en torno a este apasionado tema durante casi veinte años y nos ofrece una visión renovada del fenómeno universal del amor romántico basada en un estudio científico muy interesante. Junto a un selecto equipo de investigadores en diversos campos, consiguió demostrar aquello que los psicólogos ya sospechaban: cuando uno se enamora, se “prenden” unas áreas concretas en nuestro cerebro y hay cambios tanto en el flujo sanguíneo como en la actividad cerebral. A partir de estos y otros datos, Helen Fisher ha llegado a la conclusión de que nuestra llamada pasión romántica está, en realidad estrechamente ligada a nuestra función del cerebro. El amor se relaciona con un instinto tan intenso y poderoso como el hambre. Una pasión ancestral sumergida en un caótico mundo moderno.

A continuación publicamos apartes de una entrevista a Helen Fisher en torno a la naturaleza y química del amor romántico:

¿Existe alguna clave desconocida que nos lleve a enamorarnos de alguien?
Son importantes el tiempo y los elementos culturales. Tienes que estar listo para poder enamorarte en ese momento, y también cuentan las experiencias de la infancia. Según crecemos elaboramos un perfil inconsciente de lo que vamos a buscar a base de la experiencia de nuestros padres, del colegio, de nuestros amigos, de lo que vemos en la tele… Y cuando estás en el momento adecuado y encuentras a la persona que encaja en ese perfil, los circuitos cerebrales pueden ponerse en funcionamiento y se desencadenan las reacciones químicas. Pero la decisión de elegir una persona quizá se basa en elementos culturales: la belleza y la juventud mueven a los hombres, y a las mujeres les impresiona la riqueza y la buena posición. Y si a ellos el amor les entra por los ojos, las mujeres son más sensibles a la palabra y los detalles. La forma en que nos sentimos al enamorarnos funciona con la química de los circuitos cerebrales.

Helen puso carteles por la Universidad Rutgers, en New Jersey: “¿Acabas de enamorarte locamente?” Con 839 voluntarios de variadas edades, razas y condiciones que pasaron por la resonancia magnética nuclear demostró que el amor es universal y apenas se diferencia de unos a otros.
-¿Cuando ha explorado el cerebro enamorado qué ha encontrado ahí dentro?
-Ésa es la parte más novedosa de mi trabajo, aquella en la que hemos explorado las zonas y sustancias implicadas en el amor romántico. Cuando vi por primera vez las imágenes del cerebro enamorado con las regiones activas iluminadas de amarillo brillante y naranja sentí una admiración sobrecogedora. He visto la actividad del flujo sanguíneo en esas áreas y comprobado las sustancias químicas. Hay dos regiones muy activas: el núcleo caudado, una primitiva región en forma de C descubierta hace poco y relacionada con el sistema de recompensa del cerebro, la excitación sexual, las sensaciones de placer y la motivación para lograr recompensas. La otra es el área tegmental ventral, ATV, la veta madre de las células que producen dopamina.

-Dopamina, norepinefrina, serotonina… son las sustancias que ha detectado. ¿Somos una fábrica de drogas naturales cuando nos enamoramos?
-Creo que esa locura la producen los niveles altos de dopamina y norepinefrina, y un nivel bajo de serotonina. La dopamina en grandes cantidades, además de aumentar el nivel de testosterona – la hormona del deseo sexual-, está asociada con una gran capacidad de concentración, euforia y dependencia, que son síntomas de adicción. El entusiasmo desmedido del enamorado lo producen las sustancias que fabrica su cerebro: el alto nivel de norepinefrina, que produce euforia y pérdida del apetito; el bajo nivel de serotonina tiene que ver con la obsesión de estar con el amado.

-Usted distingue entre atracción sexual, amor romántico y cariño, cada uno con su circuito cerebral. Y dijo que el amor dura 4 años. ¿Sigue creyendo que tiene esa fecha de caducidad?
-Después de conocer tantas culturas y tribus vi que las mujeres de todo el mundo tendían a tener niños cada cuatro años, el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio; y que en otras especies que forman vínculos entre iguales, padres e hijos están juntos al menos el tiempo para criar a la prole. Así elaboré la teoría del ciclo reproductor de 4 años. El índice de divorcios crece mucho, según la mujer es más independiente económicamente, pero ese patrón no cambia. El animal humano quizá fue creado para tener una serie de relaciones sucesivas, aunque no todos se separan. Hay matrimonios que duran toda una vida, como más del 50 por 100 de los de EE UU. Parece que tenemos muchos modelos reproductivos diferentes. El cerebro es un órgano muy flexible, y diferentes personas manejan esos sistemas cerebrales de forma distinta; unas forman un matrimonio para siempre y otras sienten gran cariño por su pareja, pero al tiempo pueden enamorarse de otro.

-¿Es posible identificar de qué tipo es alguien al conocerle?
-Ése es el problema; ni siquiera puedes saber en qué patrón vas a encajar tú hoy. Supongo que por eso hemos desarrollado el lenguaje, y el lenguaje de signos, para mostrar nuestras intenciones.

-¿Cómo encaja aquí la figura del latin lover, el don Juan?
-Está por todas partes, en Nueva York y entre los esquimales. A los estadounidenses no nos gusta la infidelidad, pero algunas culturas mediterráneas pasan por alto este pequeño detalle y son muy permisivas con los hombres.

-También ha demostrado que los animales se enamoran.
-En más de 100 especies, desde elefantes a roedores, vi que eligen pareja y sienten un amor romántico primitivo: no comen, apenas beben… Darwin fue de los pocos que lo reconoció.

-¿Qué sociedades le han enseñado más ?
-Los bosquimanos kung, una tribu de cazadores con arco y recolectores del desierto de Kalahari que vive como hace millones de años, y en concreto una mujer llamada Nisa, cuya vida amorosa es prácticamente como la nuestra.

-¿Tiene futuro el matrimonio?
-Hay dos tipos de matrimonio: el tradicional y el simétrico o entre iguales; en estos últimos en que ambos trabajan, las mujeres lo que buscan es un buen compañero. Todo puede funcionar.

-Usted es de las personas que más sabe del amor. ¿Le ha servido para aplicárselo a sí misma?
-No. Me casé hace mucho y mi matrimonio duró menos de un año. He tenido 3 parejas largas y ahora tengo otra desde hace 2 años. El amor es como un pastel de chocolate: no vale con conocer sus ingredientes, hay que probarlo.

Fuentes:

1.Porqué Amamos (publicación de Helen Fisher)

2.Entrevista publicada por María José Casado Ruiz de Lóizaga

3. Blog Phronesis

miércoles, diciembre 11, 2013

9 COSAS QUE NO DEBERIAS DECIRLE A TU HIJO

(Artículo original: “Positive Reinforcement – 9 things you shouldn´t say to your child” por Paula Spencer del sitio Parenting.com)
Traducción y comentarios: Putum putum
Aprende qué frases evitar de tu vocabulario y cómo hablarle a tus hijos para que realmente te escuchen.

Estaba intentado hacer dos cosas a la vez -cocinar mientras lidiaba con algunos papeles del trabajo en la habitación de al lado. Había sido interrumpida doscientas veces con pedidos de aperitivos, gritos sobre la pintura al agua derramada, preguntas acerca de lo que les gusta comer a las ardillas y diferentes argumentos sobre si las nubes podrían ser de color azul y las flores de color verde. ¿Y mencioné que una hernia de disco en la espalda me dolía aún más que mi cabeza? Aún así, nada puede justificar mi comporamiento esa tarde. Estallé como el monte Momsuvius: “¡Basta! ¡Salgan! ¡Dejen de molestarme!” La mirada en la cara de mis hijos lo decía todo. Los ojos de la de 2 años se ampliaron. El de 4 años de edad, frunció el ceño y clavó su dedo entre los labios. Inmediatamente me hubiera gustado meter las palabras de lava caliente de nuevo en mi boca. Desde luego, no habían venido de mi corazón o de mi mente.Todos decimos las cosas mal a veces, dejando a nuestros hijos sentirse heridos, enojados o confusos.

Si continuas leyendo conocerás algunos de los pasos en falso verbales más comunes que las mamás y los papás hacen, y las alternativas más amables.

1) Por qué no debemos decir: “¡Déjame en paz!”

Un padre que no anhela un descanso ocasional es un santo, un mártir, o alguien que está tan sobrepasado que se ha olvidado de los beneficios de recargar las pilas. El problema es que, cuando habitualmente dices a tus hijos: “No me molestes” o “estoy ocupado”, se internaliza ese mensaje, dice Suzette Haden Elgin, Ph.D., fundador del Centro de Estudios de Idiomas Ozark, en Huntsville, Arkansas. “Los niños empiezan a pensar que no tiene sentido hablar contigo porque siempre estás tratando de quitártelos de encima.” Si configuras este patrón cuando sus hijos son pequeños, entonces pueden ser menos propensos a decir las cosas a medida que envejecen.

Desde la infancia, los niños deben adquirir el hábito de ver a sus padres tomarse un tiempo para ellos mismos. Usa válvulas de liberación de presión – ya sea contar con la niñera, pedirle a tu pareja o a un pariente para que cuide de los niños, o incluso el colocar a tu hijo delante de un vídeo de modo que tú pueda tener media hora para descansar y reagruparse.

En esos momentos en los que estás preocupado (o estresado, como yo cuando exploté con mis hijas), resulta necesario configurar algunos parámetros de antemano. Yo podría haber dicho: “Mamá tiene que terminar una cosa, así que necesito que pinten en silencio durante unos minutos. Cuando termine, vamos a salir a la calle.”

Sea realista. Un niño de 2 y otro en edad preescolar es probable que no sepan divertirse solos durante una hora entera.

2) Por qué NO debemos etiquetar a nuestros hijos

crianza respetuosa y educación conscienteLas etiquetas son atajos injustos para los niños: “¿Por qué eres tan malo con Katie” O “¿Cómo puedes ser tan torpe?” A veces los niños nos escuchan hablar a los demás: “Ella es muy tímida.” Los niños pequeños creen lo que escuchan sin lugar a dudas, incluso cuando se trata de ellos mismos. Así, etiquetas negativas pueden convertirse en una profecía autocumplida. Thomas recibe el mensaje de que la maldad está en su naturaleza. “Torpe” Sarah comienza a pensar en sí misma de esa manera, lo que socava su confianza. Incluso las marcas que parecen neutrales o positivas – “tímido” o “inteligente” – encasillan a un niño y lo colocan en un lugar innecesario o generan expectativas inadecuadas sobre la criatura.

Las peores etiquetas pueden tocar muy hondo. Muchos padres pueden, aún vívidamente y con amargura, recordar cuando su propio padre dijo algo así como “Eres tan inútil” (o “perezoso” o “estúpido”).

Un enfoque mucho mejor es abordar el comportamiento específico y dejar los adjetivos sobre la personalidad de tu hijo fuera de él. Por ejemplo, “los sentimientos de Katie fueron heridos cuando le dijiste a todos que no juegue con ella. ¿Cómo podemos hacer que se sienta mejor?”

(otro enfoque que se me ocurre es el de comentarle cómo lo notamos: “Cariño, te noto un poco intranquilo, ¿te pasa algo? ¿te preocupa algo? ¿quieres contarme qué te tiene mal?)

3) Por qué no debemos decir “No llores”

Variaciones: “No estés triste”. “No seas bebé.” “Vamos, vamos – no hay razón para tener miedo” “No pasó nada.”
Pero los niños no se molestan lo suficiente como para llorar, especialmente los niños pequeños, que no siempre pueden expresar sus sentimientos con palabras. Ellos se ponen tristes, se asustan. “Es natural querer proteger a un niño de esos sentimientos”, dice Debbie Glasser, Ph.D., director de Servicios de Apoyo Familiar en el Instituto Mailman Segal para Estudios de la Primera Infancia en Nova Southeastern University, en Fort Lauderdale. “Pero decir ‘no ser’ no hace que un niño se sienta mejor, y también puede enviar el mensaje de que sus emociones no son válidas – que no está bien estar triste o asustado.”En lugar de negar que tu hijo se siente de manera particular – cuando, obviamente lo está – reconocer la emoción en una primera instancia. “Debes haberte sentido realmente triste cuando Jason dijo que no quería ser tu amigo.” “Sí, las olas pueden dar miedo cuando no estás acostumbrado a ellas. Pero sólo tendremos que estar aquí juntos y hacerles cosquillas en los pies. Te prometo que no te voy a soltar de mi mano.”Al nombrar los verdaderos sentimientos que tu hijo tiene, le das las palabras para expresarse – y le muestras lo que significa ser empático. En última instancia, va a llorar menos y describir sus emociones en su lugar.

4) Por qué no se debe comparar a nuestros hijos

Puede ser que parezca útil para mantener a un hermano o amigo como un ejemplo brillante. “Mira lo bien que Sam se sube las cremalleras del abrigo”, se podría decir. O “Jenna está usando el orinal ya, así que ¿por qué no haces lo mismo?” Pero las comparaciones casi siempre son contraproducentes. Tu hija es ella misma, no Sam o Jenna.

Es natural que los padres comparen a sus hijos, para buscar un marco de referencia sobre sus logros o su comportamiento, dicen los expertos.

Pero no dejes que tu hijo te oiga hacerlo. Los niños se desarrollan a su propio ritmo y tienen su propio temperamento y personalidad. Al comparar a tu hijo con otra persona implica que tú deseas que sea diferente.

Hacer comparaciones tampoco ayuda a cambiar el comportamiento. Siendo presionados para hacer algo que no están listos para (o no les gusta ) hacer puede ser confuso para un niño pequeño y puede minar su confianza en sí mismo. Es probable que también se lo tome contra ti y resuelva no hacer lo que tú quieres, en una prueba de voluntades.

En su lugar, mejor es estimular sus logros actuales: “Oh! has pasado los brazos por el abrigo por ti mismo!” O “Gracias por decirme que el pañal necesita ser cambiado.”

5) Por qué no debemos gritar: “Tú puedes hacerlo mejor que eso!”

Como las comparaciones, las presiones pueden picar de maneras que los padres nunca se imaginan. Por un lado, un niño en realidad puede no haber sabido hacerlo mejor. El aprendizaje es un proceso de ensayo y error. ¿Tu hijo realmente sabía que la bola de un lanzador sería difícil de atrapar? Tal vez no me pareció del todo, o que era diferente a la que había atrapado con éxito de por sí en el preescolar.

E incluso si él cometió el mismo error que ayer, su comentario no es ni productivo ni de apoyo. Déle a su hijo el beneficio de la duda, y sea específico. Decir “me gusta más si lo haces de esta manera, gracias.”

Frases similares incluyen “No puedo creer que hicieras eso!” y “Ya era hora!” No parecen horribles, pero es mejor no decirlas demasiado. Ellos las acumulan, y el mensaje subyacente que los niños escuchan es: “Eres un dolor en el cuello, y nunca haces nada bien”.

6) Por qué no debemos hacer amenazas

Las amenazas, por lo general son el resultado de la frustración parental y rara vez son eficaces. Solemos pulverizar catódicas advertencias como “Haz esto o de lo contrario…!” o “Si lo haces una vez más, te pego!” (ay no! no le diría eso! tal vez sí le diría: Me enojo!) El problema es que tarde o temprano se tiene que hacer valer la amenaza o de lo contrario pierde su poder. Se ha encontrado que las amenazas de golpear a provocar más azotes – que a su vez se ha demostrado que no son una forma efectiva para cambiar el comportamiento.

Cuanto más joven es el niño, más tiempo se necesita para que una lección sea asimilada “Los estudios han demostrado que las probabilidades de que un niño de dos años de edad, repita una fechoría más tarde en el mismo día son del ochenta por ciento. No importa qué tipo de disciplina se utiliza“, dice Murray Straus, Ph.D., un sociólogo de la Universidad de Family Research Lab de Nueva Hampshire.

Incluso con niños mayores, no hay una estrategia disciplinaria que produzca resultados infalibles. Así que es más eficaz para desarrollar un repertorio de tácticas constructivas, como la redirección, retirar al niño de la situación, o tiempos de espera, de lo que es confiar en los que tienen consecuencias negativas probadas, así como las amenazas verbales y los azotes.

7) Por qué no debemos decirle: “Ya verás cuando llegue papá a casa”

Este familiarizado cliché de crianza no es más que otro tipo de amenaza. Para ser eficaz, tienes que hacerte cargo de la situación de inmediato, tú mismo. La disciplina que se pospone no conecta las consecuencias con las acciones de tu hijo. En el momento en que el padre llega a casa, lo más probable es que tu hijo en realidad se habrá olvidado lo que hizo mal. Alternativamente, la agonía de anticipar un castigo puede ser peor que lo que merecía la falta original.

Pasar la pelota a otra persona también socava tu autoridad. “¿Por qué debería escuchar a mamá si ella no va a hacer nada de todos modos?” tu niño puede razonar. No menos importante, tú estás poniendo a tu pareja en un papel de policía malo inmerecido.

8) ¿Qué debemos decir en lugar de “¡Date prisa!”?

Esto es algo que le pasa a todo padre cuyo hijo no puede encontrar sus zapatos o blankie o que no sabe ponerse los calcetines por sí mismo. Considera tu tono de voz cuando pedimos a un niño que se dé prisa, y con qué frecuencia se le dice.

Si vas a empezar a quejarte, a hacer chillidos, o suspirar cada día, con las manos en las caderas y golpeando los dedos de los pies, ten cuidado. Hay una tendencia cuando estamos presionados a hacer que nuestros hijos se sientan culpables. La culpa puede hacer que se sientan mal, pero no motivar a que se muevan más rápido.

“Me puse tan nervioso en mi casa por las mañanas, odiaba que la última imagen de mis hijos tenían de mí era que estaba enojado”, dice el terapeuta familiar Paul Coleman, autor de Cómo decírselo a tus hijos. “Así que hice un pacto conmigo mismo. No importa qué, no iba a gritarles más o a revolear los ojos, incluso si alguien derramara su zumo o me pidiese que encontrara algo justo antes de salir.” En lugar de acoso verbal (“Te dije que apagaras la televisión hace cinco minutos!”), mejor es buscar la manera de calmar antes de acelerar las cosas (que se apague el propio juego).

(Mi sugerencia -y lo que hacemos con nuestra hija- es explicarle el tiempo que llevará hacer tal cosa o bien, si está entretenida con algo y tenemos que irnos, pues 5 minutos antes, explicarle que nos vamos a ir y que se vaya preparando. Tratamos de no arrancarla de algo que la entretiene sino explicarle, con tiempo, que tenemos que hacer otra cosa, para que ella pueda mentalizarse. Y funciona! La opción B es contar hasta 5. La clave está en siempre cumplir lo que decimos.)

9) ¿Por qué “¡Buen trabajo!” o “¡Qué bueno eres!” no son la mejor alabanza?

¿Qué podría estar mal con la alabanza? El refuerzo positivo, después de todo, es una de las herramientas más eficaces que tenemos los padres. El problema viene cuando el elogio es vago e indiscriminado. Lanzando “¡Buen trabajo!” por cada pequeña cosa que hace tu hijo – desde terminar su leche hasta hacer un dibujo – pierde sentido. Los niños lo detectan enseguida. También pueden establecer la diferencia entre la alabanza por haber hecho algo rutinario o simple y elogios por un trabajo real.

Para salir de la costumbre de tanta efusividad:

Alabar sólo los logros que requieren un esfuerzo real. El acabado de un vaso de leche no es suficiente. Tampoco hacer un dibujo, si tu hijo es del tipo que hace decenas de ellos cada día.
Sea específico. En lugar de “Buen trabajo” o “Muy bien!”, diga: “Qué colores brillantes y alegres que escogiste para las manchas del perro.” O “Veo que dibujaste una versión del cuento que leímos esta mañana.”
Alabado sea el comportamiento en lugar de al niño: “Tú estabas tan tranquilo con tu rompecabezas mientras yo estaba terminando el papeleo, tal como te había pedido.”
¡Cuánto mejor si hubiera dicho esto a mis hijas en lugar de transformarme en un volcán que escupe lava!. Por suerte, estoy segura que conseguiré otra oportunidad mañana.


miércoles, diciembre 04, 2013

LOS 10 LADRONES DE TU ENERGIA


1- Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente.

2- Paga tus cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle.

3- Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el principio.

4- Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas.

5- Date permiso para descansar si estás en un momento que lo necesitas y date permiso para actuar si estás en un momento de oportunidad.

6- Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas.

7- Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Tómate algunos descansos.

8- Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones negativas de una pareja o un grupo; toma la acción necesaria.

9- Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar.

10-Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo.

DALAI LAMA


viernes, noviembre 29, 2013

El psiquiatra que "descubrió" el TDAH confesó antes de morir que "es una enfermedad ficticia"

Leon Eisenberg, psiquiatra
A la psiquiatría hace tiempo que se le ve el plumero. Son tantas las enfermedades y trastornos que se describen en sus manuales que hoy en día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar las alarmas al incluir las rabietas en el último Manual de Pediatría DSM (la biblia de los psiquiatras) y después de ver como el gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de la salud mental, cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, porque es imposible que tantos niños estén mentalmente enfermos, aparecen unas declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.

El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.

Los inicios del TDAH

Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH sucedieron en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque claro, la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.

En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia, Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”. Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.

En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia” en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato. En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.

El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría”).

El negocio de la psiquiatría

Como he dicho al principio de la entrada parece que la psiquiatría es un monstruo capaz de llevarse cualquier cosa por delante, con un hambre voraz, que no se detiene y que hará todo lo posible por tratar de conseguir que toda persona sana acabe tomando una u otra medicación para tratar su (no) enfermedad. Se les ve el plumero, y una prueba más de ello es que ya existe la próxima enfermedad que será difundida por toda la infancia: el trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva.

Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años.

Uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU. es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para dedicarlos a seguir investigando la enfermedad.

Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la psiquiatría, para ver hasta qué punto se inventan las enfermedades para luego poder dar los fármacos que ya existen, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), es decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 (el 56%) tenía una o más relaciones financieras con las empresas de la Industria Farmacéutica.

¿Existe el TDAH?

Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer.

Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren probarlo todo y no dejarse nada, quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos.

No digo que ninguno de estos niños no tengan nada. No digo que no necesiten ayuda, porque es muy probable que muchos de ellos tengan muchos problemas, pero nunca he creído en la existencia de un trastorno que afecte al 10% de los niños y mucho menos he creído en la cura milagrosa del metilfenidato, porque si bien los niños cambian su comportamiento, los problemas que hicieron que el niño funcionara de un modo no aceptado siguen ahí.

Fuente: www.bebesymas.com



jueves, noviembre 28, 2013

El profesor que obligó a usar Twitter en clase para integrar a los alumnos más tímidos


En muchas escuelas primarias norteamericanas sacar los dispositivos electrónicos durante la clase significaría un billete express a la oficina del director. Pero, en la clase de historia del profesor Enrique Legaspi en una escuela pública de Los Angeles, no sólo se permite, sino que los alumnos están obligados a usar teléfonos, iPads o cualquier otro dispositivo de comunicación si quieren seguir el desarrollo del temario.

Y es que en esta clase la historia entra mejor si viene en azul y sólo en 140 carácteres. ¿Es Enrique Legaspi un visionario? ¿Quizá un inconsciente? Sus compañeros de docencia piensan más en lo segundo. Una reciente encuesta entre casi 2.000 profesores muestra que más de la mitad piensa que el uso de Twitter (y Facebook) en el aula “es perjudicial para la experiencia de aprendizaje”, de acuerdo con el estudio de la consultora Pearson Learning Solutions.

Enrique está convencido en desmontar esta creencia.

Este entusiasta de la tecnología ha aprendido a incorporar la red social en su plan de estudios de 8º grado, después de asistir a la convención anual Macworld en San Francisco a principios de este año. Allí vio la luz.

Cuando les explicó el plan a sus alumnos de la Hollenbeck Middle School en el Este de Los Ángeles, se enteró de que sólo uno de ellos había utilizado Twitter. Pero la mayoría vivían pendientes de sus teléfonos. Así que para empezar no era difícil: 1 hora de clase y todos ya usaban Twitter. Los estudiantes que no tienen sus propios aparatos conectados a Internet pueden usar los ordenadores de la clase.

Legaspi afirma que su experiencia de 8 años de clases le ha enseñado que un pequeño grupo de estudiantes es el que tiende a dominar los debates en clase. Y eso sí que no es bueno para el aprendizaje del resto de la clase.

Durante el seminario en la Macworld, otros profesores dijeron haber visto más amplia participación de los estudiantes a través de Twitter. Así que se lanzó a la iniciativa, con un loable objetivo: permitir a sus alumnos más tímidos o que más les cuesta participar (en su mayoría latinos y de vecindarios de bajos ingresos) participar en las clases como uno más.

En un vídeo de la CNN se observa a Legaspi de pie delante de una pantalla de proyección discutir el número de muertos de la Primera Guerra Mundial. Cuando le pregunta a la clase cuántas personas murieron en ese conflicto, inmediatamente varios tweets empiezan a aparecer en su pantalla con varias respuestas.

“Para muchos de ellos, lo único que hice fue ayudarles a encontrar su voz en clase”, afirma Legaspi. “Tengo muchos alumnos que no participan en las clases o comparten lo que está en su mente, por lo que Twitter se convirtió en el medio con el que podían hacerlo”.

Y el ejemplo de que funciona está en sus alumnos. Oscar Lozoria, un tímido muchacho de 14 años de edad, con pelo largo y sobre el que los otros estudiantes solía bromear y chinchar, está encantado. Twitter ha cambiado la forma en que sus compañeros lo ven. “Ahora me tratan como alguien, de igual a igual”.

En ocasiones, los estudiantes (que no dejan de ser adolescentes) escriben algo inadecuado en sus tweets durante la clase. Sin embargo, Legaspi se lo toma con mucha filosofía: está convencido de que ha descubierto el futuro de la educación.

Fuente: lainformacion.com