Y es que en esta clase la historia entra mejor si viene en azul y sólo en 140 carácteres. ¿Es Enrique Legaspi un visionario? ¿Quizá un inconsciente? Sus compañeros de docencia piensan más en lo segundo. Una reciente encuesta entre casi 2.000 profesores muestra que más de la mitad piensa que el uso de Twitter (y Facebook) en el aula “es perjudicial para la experiencia de aprendizaje”, de acuerdo con el estudio de la consultora Pearson Learning Solutions.
Enrique está convencido en desmontar esta creencia.
Este entusiasta de la tecnología ha aprendido a incorporar la red social en su plan de estudios de 8º grado, después de asistir a la convención anual Macworld en San Francisco a principios de este año. Allí vio la luz.
Cuando les explicó el plan a sus alumnos de la Hollenbeck Middle School en el Este de Los Ángeles, se enteró de que sólo uno de ellos había utilizado Twitter. Pero la mayoría vivían pendientes de sus teléfonos. Así que para empezar no era difícil: 1 hora de clase y todos ya usaban Twitter. Los estudiantes que no tienen sus propios aparatos conectados a Internet pueden usar los ordenadores de la clase.
Legaspi afirma que su experiencia de 8 años de clases le ha enseñado que un pequeño grupo de estudiantes es el que tiende a dominar los debates en clase. Y eso sí que no es bueno para el aprendizaje del resto de la clase.
Durante el seminario en la Macworld, otros profesores dijeron haber visto más amplia participación de los estudiantes a través de Twitter. Así que se lanzó a la iniciativa, con un loable objetivo: permitir a sus alumnos más tímidos o que más les cuesta participar (en su mayoría latinos y de vecindarios de bajos ingresos) participar en las clases como uno más.
En un vídeo de la CNN se observa a Legaspi de pie delante de una pantalla de proyección discutir el número de muertos de la Primera Guerra Mundial. Cuando le pregunta a la clase cuántas personas murieron en ese conflicto, inmediatamente varios tweets empiezan a aparecer en su pantalla con varias respuestas.
“Para muchos de ellos, lo único que hice fue ayudarles a encontrar su voz en clase”, afirma Legaspi. “Tengo muchos alumnos que no participan en las clases o comparten lo que está en su mente, por lo que Twitter se convirtió en el medio con el que podían hacerlo”.
Y el ejemplo de que funciona está en sus alumnos. Oscar Lozoria, un tímido muchacho de 14 años de edad, con pelo largo y sobre el que los otros estudiantes solía bromear y chinchar, está encantado. Twitter ha cambiado la forma en que sus compañeros lo ven. “Ahora me tratan como alguien, de igual a igual”.
En ocasiones, los estudiantes (que no dejan de ser adolescentes) escriben algo inadecuado en sus tweets durante la clase. Sin embargo, Legaspi se lo toma con mucha filosofía: está convencido de que ha descubierto el futuro de la educación.
Fuente: lainformacion.com
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