EXCESOS NO. Se sabe que todos los excesos son malos. También cuando se trata de regalos. Aunque suene paradójico, la abundancia, tan característica de estas fechas, podría conspirar contra la motivación. Para las pedagogas españolas Imma Marín, Silvia Penón y Maite Martínez, especializadas en juego y comunicación y autoras del libro El placer de jugar, la concentración excesiva de juguetes que se da entre Navidad y Reyes dispersa la atención de los niños. "Los desilusiona y desmotiva. La acumulación no les permite disfrutar de todo lo que les ofrece cada uno de ellos".
Lo mismo opina la psiquiatra infantil Natalia Trenchi. "Para la salud mental, la superabundancia es tan mala como la privación. Tener de golpe más juguetes que los que se desearon puede ser tan deletéreo como no recibir nada. El mejor regalo será aquel que se deseó, por el que hubo que esperar, el que no teníamos seguridad de recibir hasta el momento de abrir el paquete y aquel que demuestra que quien nos lo regaló (Papá Noel, los Reyes o los padres) nos conoce, sabe lo que queríamos y nos quiere complacer porque nos quiere y nos valora".
La palabra deseo es fundamental a la hora del regalo. "El juego sólo es posible cuando hay deseo", dice la especialista española Marín. "Cuando se da todo, no se puede ni digerir ni elaborar el deseo".
COLORES Y TECNOLOGÍA. El secreto entonces es saber elegir. Algo a tener en cuenta es la edad del regalado. Los juguetes pueden ayudar a desarrollar las potencialidades o intereses que presenten según la etapa que están atravesando. Otro factor a tener en cuenta es el momento en que se realiza el regalo. Por ejemplo, un juego de mesa es una buena idea en otoño o invierno, cuando el clima no invita a salir de casa, o una cometa es ideal para la primavera.
El color también importa, y más de lo que uno cree. Según la Asociación Española de Pediatría, puede influir en el temperamento y la personalidad del niño. De acuerdo a esta organización, los juguetes rojos generan dinamismo e incitan al movimiento en los niños; los azules favorecen la relajación y ayudan a dormir, igual que los de color blanco; los amarillos promueven el desarrollo de la inteligencia y los naranja fomentan la actividad y denotan alegría.
Diversos estudios han constatado el efecto de la psicología del color de los juguetes, apunta el matutino El País de Madrid. Para un niño que esté atravesando una etapa de tristeza es recomendable un juguete color naranja, para otro con falta de concentración se aconseja uno amarillo, los rojos serán mejores para los chicos tranquilos que necesiten actividad y los azules para los más inquietos e irritables.
Así como en la personalidad, un juguete también puede influir en el futuro profesional del niño, pues fomenta estereotipos. Todo juego es aprendizaje. En este marco, la tecnología ¿es aliada o enemiga? ¿Limita la imaginación y la creatividad de un niño que un muñeco diga papá, mamá, haga pipí o le salgan los dientes? "No, si luego puede abrazarlo, bañarlo y vestirlo, aunque un juguete que reproduzca excesivamente el mundo de los adultos podría no ser adecuado", afirma la psicopedagoga Marín. Muchos especialistas miran con recelo la exagerada elaboración y el realismo que van agregando los juguetes más novedosos. Pero no hay problema que un niño los use mientras también juegue con objetos que no hagan nada, añade la experta. Aunque aún a los más tecnológicos los chicos siempre pueden manipularlos a su manera.
"Es cierto que jugando se aprenden muchas cosas, pero no las que surgen de luces o botones que se prenden. Jugando se representan roles, se meten en la piel de una madre, una maestra, del superhéroe, del bueno, del malo y se exploran diferentes territorios humanos. De un juguete no priorizaría lo que se puede aprender de tecnológico. Si bien amo la tecnología, la respeto muchísimo y acepto que forma parte de la vida de los más chicos, no la valoro como juguete. Hay mejores", opina Trenchi.
Pero las reglas del mercado dicen otra cosa. Los niños están seducidos por el consumo y otros temas del mundo adulto, como la moda. Así es que las niñas de seis o siete años ya no piden muñecas a los Reyes Magos, sino celulares o mp3. De hecho, en Europa, el gasto de juguetes se reduce drásticamente a partir de esa edad. Petra María Pérez, directora del Instituto de Creatividad e Innovación Educativa de Valencia (España), bautiza ese fenómeno como de "reducción de la infancia", ya que los juguetes se apropian a edades más tempranas de modelos mucho más realistas, menos fantásticos. "Antes una caja de zapatos se convertía en un coche y una escoba en un caballo. Hoy los caballos de juguete se mueven solos", reflexiona Pérez. Y agrega: "Hay productos en el mercado muy interesantes para los niños y muchas veces estos juguetes tan realistas dan pocas posibilidades de evocación. No es problema del juguete, de los fabricantes o diseñadores, sino de la época en la que vivimos, con pocas posibilidades para compartir el juego, y por eso a veces algunos juguetes acaban siendo abandonados".
La escena del principio se reitera. "Los juguetes muy elaborados limitan la creatividad del niño; y al final, los juguetes más caros acaban en un armario y los niños se divierten con una caja de cartón", coincide el doctor en psicología Amable Cima, de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid.
ENLODADOS. Pasa que un juguete es mejor "cuanto más se parece al barro", señala la psiquiatra infantil Natalia Trenchi citando al pedagogo italiano Francesco Tonucci. ¿Qué quiso decir Tonucci? La psiquiatra Trenchi explica: "El mejor juguete es el que puede ser lo que el niño quiera o necesite en ese momento. El que le exija pensar, crear, hacer y que le dé mucho disfrute. El que no se quede nunca sin pilas, ni se le rompa el control remoto. El que le sirva para volar con las ideas y la imaginación".
Y los padres, claro, pueden estimular la capacidad de juego. "Hay que dedicar unos minutos exclusivos a jugar con los niños, buscar el tiempo y el espacio para ello", insiste la pedagoga española Silvia Penón, presidenta de la Asociación de Ludotecas de Cataluña. "En general, muchos padres saben que jugar es importante, pero no lo consideran necesario, porque no son suficientemente conscientes de cuánto el juego contribuye a mejorar sus competencias en atención, memoria y habilidades sociales, más allá del aprendizaje curricular", añade la educadora Maite Martínez. "Pero sobre todo, cuando jugamos con ellos les estamos dando el mensaje de que nos importan, de que nos interesan sus mundos y, a partir de ahí, estamos estableciendo una relación positiva".
Por todo eso, poco importa cuánto gaste para dejar una sorpresa en esta Navidad. Recuerde lo que dice Trenchi: "Si a un niño se le ha cultivado la capacidad de jugar, de imaginar, de crear, podrá volcar todo eso en una muñeca de trapo o en una supersofisticada. El objeto `juguete` es sólo una anécdota. Lo importante pasa dentro del niño".
Qué regalar según edades
De 0 a 12 meses, se recomiendan colchonetas para gatear, sonajeros y objetos que rueden.
Para niños de 1 y 2 años, son aconsejables los juguetes que puedan empujar (andadores, bugys, correpasillos), instrumentos musicales sencillos, fotografías de animales o construcciones con piezas de plástico o madera, para que desarrollen la exploración y la curiosidad.
Entre 2 y 3 años, se aconsejan los juguetes de movimiento, cuentos ilustrados, marionetas o pizarras, y plastilina.
A los 3 y 4 años, etapa caracterizada por la imitación, se recomiendan disfraces, muñecas, así como barcos, aviones, trenes de madera.
De los 4 a los 6 años se percibe una gran inventiva. Por eso se recomiendan los rompecabezas, equipos deportivos, pinturas y construcciones sencillas.
Para niños de 6 a 8 años, se aconseja regalar patines, cometas, rompecabezas, juegos de mesa y juguetes eléctricos.
Fuente: Asociación Española de Pediatría.
Trabajo futuro condicionado por una muñeca
El futuro de su hijo puede depender de lo que reciba como regalo de Navidad. Y si no el futuro en su totalidad, al menos sí a qué se dedicará en la vida. Eso concluyó un estudio de la Universidad de Granada (España) que indagó sobre la influencia que los juguetes ejercen en el niño para el desarrollo de determinados valores y comportamientos. Y al parecer, esos (a priori) inofensivos objetos pueden modelar y determinar la preferencia del niño por una profesión u otra.
La autora del trabajo, María del Carmen Martínez Reina, encuestó a 200 niños y 200 niñas de entre 3 y 7 años. Se analizaron juguetes que aparecen en los anuncios publicitarios: muñecas, juegos de té, herramientas de jardinería, coches, helicópteros, trenes, cochecitos de bebé, cocinitas, videoconsolas, pelotas, etc.
¿Cuál es la conexión de estos objetos con nuestras decisiones futuras? La cultura está teñida de estereotipos de género y éstos quedan reflejados de una manera u otra en los juegos y juguetes infantiles, señala Martínez Reina. Por ejemplo, los juegos vistos socialmente como femeninos apenas han evolucionado en las últimas décadas. De hecho, todavía siguen prevaleciendo los relacionados con tareas de limpieza o cuidado del hogar como las cocinitas, los carritos de limpieza, los muñecos bebé. Sin embargo, los juguetes asociados a lo masculino han evolucionado y cada vez tienden más a lo neutro, de forma que la mayoría de ellos también pueden ser compartidos por las chicas, dicen los investigadores.
"El género de los juguetes depende de la relación y la educación que el niño recibe de su entorno, en la escuela, en su familia y sobre todo a través de los medios de comunicación", explica la autora.
De ahí los prejuicios que aún existen por el hecho de que un niño juegue con una muñeca o una niña disfrute de un partido de fútbol.
Por otro lado, el trabajo corroboró que en las carreras universitarias de ciencia hay más estudiantes varones, mientras que en las de letras predominan las mujeres, algo que puede estar relacionado con esa selección de juguetes que desde pequeños les enseñaron a formarse su rol en la sociedad. El País de Madrid.
¿Y los videojuegos qué?
Es la gran preocupación de los padres y un ítem sobre el que existe opiniones polarizadas. ¿Y los videojuegos qué? Llegada la adolescencia, nada de muñecas, peluches, tractores amarillos y construcciones. Se abandonan los juguetes clásicos para adentrarse en el mundo de las consolas. ¿Es bueno o es malo? Para el psiquiatra infantil español Paulino Castells, "mientras se utilicen con mesura, no más de dos horas al día, no suelen tener ninguna connotación negativa". En su opinión pueden ayudar incluso a medir las habilidades del niño como jugador y acrecentar su autoestima.
No hay que llegar, sin embargo, al denominado "botellón electrónico", ese momento en que el niño se refugia en el mundo de los audiovisuales y se desentiende de amigos, familia y estudios, en definitiva, del mundo real.
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Tener en cuenta y transmitir a nuestros niños el verdadero Espíritu de la Navidad que es el Nacimiento de Jesús. Ese es el verdadero valor y el mejor regalo que les podemos dar a nuestros hijos.
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