Autor: Zig Ziglar.
Envié a mi editor el original de una obra que titularía “Hasta la cima”. Pero el me lo devolvió con el siguiente comentario: “No puede decirle al lector que llegue a la cumbre si no identifica esa cima”.
Durante más de dos meses me esforcé por definir el concepto de cima. Al final, alcé las manos hacia el cielo y me dije: “Ya se me ocurrirá algo”.
Mi esposa y yo fuimos a visitar a su hermana Eurie Abernathy, que vive en un asilo de Shreveport (Louisiana). Muchas personas allí internadas están gravemente enfermas. Eurie, en cambio, tiene esclerosis múltiple y solo necesita ayuda para realizar unas pocas actividades, como sentarse en su silla de ruedas o levantarse y colocarse en otro sitio.
Siempre me siento como pez fuera del agua cuando visitamos un asilo. Soy de los que les gusta encontrar una solución a todo, y no sé qué hacer cuando me las veo con un problema que no soy capaz resolver. Mi esposa, a quien cariñosamente llamo Pelirroja, es muy diferente. Los abraza a todos, les habla, los escucha y hace que se sientan tan valiosos y únicos como son.
En cierta ocasión me estaba resultando más incómoda que otras veces la visita. Decidí salir a caminar y orar. Pedí a Dios que me ayudara a ser tierno y compasivo como mi mujer. Estuve afuera como un cuarto de hora. Cuando volví, ya tenía la definición de cima. La anoté en el único papel que tenía conmigo en ese momento: el reverso de una cuenta de hotel.
1. Entiendes perfectamente que no es lo mismo fracasar que ser un fracasado; que el ayer ya pasó y hoy es otro día.
2. Te reconcilias con tu pasado, te concentras en el presente y ves el futuro con optimismo.
3. Sabes que el éxito (un triunfo) no te consagra y el fracaso (una pérdida) no te deja arruinado.
4. Estás lleno de fe, esperanza y amor; vives sin ira, avaricia, culpa, envidia ni sentimientos vengativos.
5. Tienes la madurez suficiente para demorar la satisfacción de un placer y te concentras más en tus deberes que en tus derechos.
6. Sabes que no dar la cara por lo moralmente correcto es la fase previa a ser víctima de un agravio terrible.
7. Estás contento de ser quien eres, y por consiguiente estás en paz con Dios y con la humanidad.
8. Has trabado amistad con tus adversarios y te has ganado el amor y el respeto de los que te conocen mejor.
9. Entiendes que aunque otros te complazcan, la auténtica felicidad nace de ayudar al prójimo.
10. Eres amable con el gruñón y con el grosero, y manifiestas generosidad al necesitado.
11. Amas a aquellos a los que cuesta amar, infundes esperanza al indefenso, brindas amistad al que no tiene amigos y animas al desalentado.
12. Miras al pasado con actitud de perdón, al porvenir con esperanza, a los que están en peor situación que tú con compasión y al Cielo con gratitud.
13. No dudas de la certeza de estas palabras de Jesús: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 23:11).
14. Reconoces, declaras y desarrollas las aptitudes físicas, mentales y espirituales que Dios te ha dado y las empleas para la gloria de Él y el provecho de la humanidad.
15. Llegas a la presencia del Creador del universo, y te elogia con estas palabras: “Bien hecho, buen siervo y fiel” (Mateo 25:21).
http://www.psicologosperu.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario