Lo que resulta obvio para nosotros puede no serlo para otra persona.
Abrir el diálogo es un primer gran paso al acercamiento; y el cariño se puede sentir aunque no se lleguen a poner de acuerdo.
Es difícil entender las diferencias, pero si no lo logramos, al menos es saludable intentar aceptarlas.
Eso evitará suponer y prejuzgar, lo cual es natural, pero innecesario y conflictivo.
Por último, el cómo es tan importante como el qué.
Puedes tener razón, pero si te muestras agresivo, demandante, acusador, el otro se pondrá a la defensiva y dejará de escuchar tus motivos.
Cuida el modo en que tu mensaje llegue lo mejor posible, sin interferencias.
Así aumentará la probabilidad de que esa conversación difícil, resulte más fácil de lo que pensabas.
Por: Natalia Parodi
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