Cuando permito que me traten mal y aun así, continúo en ese espacio, esperando que las cosas o las personas cambien.
Cuando permito que me maltraten con la palabra y aun así, sigo escuchando.
Cuando sé que hay lugares en donde no cabe mi ayuda y de todos modos, la sigo ofreciendo.
Cuando considero que, para que me quieran y acepten, debo atribuirme obligaciones que son de otras personas.
Cuando hago demasiadas cosas por los demás y todavía me siento mal si los demás se abruman con tantas atenciones que no están acostumbrados a gestionar.
Cuando me siento culpable si no hago, si no escucho, si cobro lo justo, si... porque ¡pobrecito/a me necesita!
Cuando pongo el bienestar de los demás antes que el mío.
Cuando creo que el otro me necesita y, en realidad, la necesitada de ser necesitada soy yo.
Cuando me culpo por lo que otras personas hacen.
Cuando las personas me culpan y me atribuyo esa culpa sin cuestionarme si realmente soy responsable o no, y hasta dónde soy responsable.
Pero estoy en camino de hacerlo diferente...
Me hago cargo de una herida que es de mi niño interior.
Hoy lo abrazo y le digo: "El adulto soy yo. Soy responsable, no culpable".
¡Gracias por sanar! ¡Si sana uno, sanamos todos!
Autor anónimo en internet
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