Lo más importante en una charla o conferencia es el principio y el final.
Tenemos algunas personas que terminan así: “Bueno, esto es todo lo que tenía que decirles sobre este asunto y por eso es mejor que ya termine”. Esta no es una terminación de una charla. ¡Es un disparate! Hemos de terminar con un golpe de gracia, sin decir que ya se ha terminado.
Tenemos algunas personas que terminan así: “Bueno, esto es todo lo que tenía que decirles sobre este asunto y por eso es mejor que ya termine”. Esta no es una terminación de una charla. ¡Es un disparate! Hemos de terminar con un golpe de gracia, sin decir que ya se ha terminado.
Es muy necesaria la terminación de este final: no debe ser negativo, pesimista, opaco, ni brusco, ni deficiente, ni provocativo. Debe elevar a la altura de lo amistoso, de la belleza pura y hasta de la elocuencia poética. No debemos terminar con algo dentado. La conferencia debe ser redondeada, “terminada”.
Sugerencias prácticas:
1. Resumamos los puntos: Hasta en una charla de dos o de cinco minutos de duración podemos haber tocado tal variedad de puntos o de temas, que el auditorio, al final, no ve claro lo que hemos querido decir. El que habla lo ha asimilado durante un buen tiempo y por esto ve el orden lógico, distingue “las ideas madres”. El público en cambio ha recibido todo en pocos minutos y no ha alcanzado asimilar nuestras palabras.
Se impone, por tanto, al final un resumen, un simple bosquejo.
Un político irlandés ha dado esta receta para hacer una conferencia: Primero digámosle qué les vamos a decir. Segundo digámosle. Y tercero digámosle qué les hemos dicho”.
2. Debemos llevar a la acción: el orador quiere que se haga algo, por eso ha hablado. Debe decir qué es lo que se debe hacer. Toda conferencia que vaya a dar un resultado positivo no puede quedarse en el solo mundo de las ideas, debe llevar a las realizaciones concretas.
3. Debemos ser galantes, pero con sobriedad y sinceridad: Debemos decir algo agradable a nuestro público. Debemos haberle manifestado amistad y cariño durante toda la exposición, y al final, un toque muy caluroso, que exprese y lleve nuestra simpatía y admiración.
Pero para que sea efectivo debe ser sincero y dicho con sobriedad. De lo contrario es como una moneda falsa que se rechaza.
4. La terminación puede ser humorística: Déjenlos siempre riéndose, cuando les digan adiós”. Si tenemos facilidad para hacer reír y material, es una forma magnífica de terminar. Pero...¿cómo lo haremos? “Ahí está el detalle”. Cada uno debe hacerlo a su modo particular.
5. Terminar con una cita poética: Ninguna mejor terminación para una conferencia que la humorística o la poética. Si tenemos una estrofa adecuada al contenido de la conferencia y que nos puede servir para terminar, es lo ideal. Esto realza el discurso, lo dignifica, lo embellece, lo responsabiliza.
6. La fuerza de una cita bíblica: En la Biblia se contienen los anales del cielo y de la tierra.. Todo lo que fue, lo que es y lo que será. Por eso una cita apropiada puede sintetizar todo y dejar una fuerte inquietud en el alma, capaz de cambiar toda una vida.
7. Necesidad de ser breves.- Vivimos en un tiempo de velocidad, de síntesis. El orador – que no sabe ser breve es rechazado. No olvidemos que “Lo bueno, si breve, dos veces bueno; aún malo, si breve, no tan malo”. Una tribu africana permite a los oradores hablar durante el tiempo en que se pueden mantener parados en un solo pie. Cuando el dedo gordo del otro pie toca el suelo, se acabó. Tiene que terminar.
Finalmente: ¡Empieza y practica! Siguiendo estas normas, evitando estos errores, prepara tus charlas y verás cómo vas mejorando día a día ¡Animo! Eres un orador en potencia que puede llegar a convencer y arrastrar a muchos tras sus ideas.