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sábado, octubre 27, 2018

DÍA 300: MENSAJE PARA LAS PAREJAS

Para las parejas tan ansiosas de renunciar y tirar la toalla en sus relaciones porque no todo está "perfecto", aquí hay algo de material para pensar.

El compromiso a lo largo de toda la vida no es lo que la mayoría piensa que es.

No es despertar cada mañana para hacer el desayuno y comer juntos. No es acurrucarse en la cama hasta que los dos se duerman, pacíficamente, por la noche. No es una casa limpia llena de risas y hacer el amor, todos los días.

Es alguien que te roba todas las cobijas ¡y ronca! (resaltando ello: R O N C A) A veces puede ser un portazo y unas palabras duras. Es estar constantemente en desacuerdo y quedarse horas en silencio hasta que sus corazones se curen después de una discusión... y, entonces... ¡Perdón! (¡Qué difícil puede ser decirlo en voz alta!). Es volver a casa a ver a la misma persona ¡todos los días! Y tal vez no tenga el mismo aspecto físico de aquella primera vez que lo conociste.

Es saber “casi” todo acerca del otro y reconocer nuestros errores. Es que se preocupen por ti a pesar (y a causa de) quién eres. Es el reírse (¡y reír duro!) sobre la única vez que accidentalmente hiciste algo estúpido.

Se trata de ropa sucia y camas deshechas sin un dedo apuntando. Se trata de ayudarnos el uno al otro con el duro trabajo de la vida. Se trata de tragar las molestas palabras en lugar de decirlas en voz alta. Se trata de comer la comida más barata y fácil que puedes hacer, sentarse juntos en una hora tardía porque los dos tuvieron un día loco.

Es cuando tienes una crisis emocional y tu amor se acuesta contigo y te sostiene, te dice que todo va a estar bien... y tú les crees. Se trata de seguir amando a alguien a pesar de que, a veces, te vuelve absolutamente loco.

Amar a alguien no es fácil.... a veces es extremadamente difícil; pero es increíble, reconfortante y una de las mejores cosas que alguna vez has experimentado.

*Si tienes suerte de tener un compañero maravilloso en la vida, entonces copia y pega este post con una foto de los dos.

jueves, octubre 11, 2018

DÍA 284: 10 TIPOS DE AMORES TOXICOS

Todos los amores tóxicos se caracterizan por convertir una relación en una desunión tormentosa y llena de sufrimiento, con pocos o ningún rato de tranquilidad y placer. El amor deja lugar a la inseguridad, el resentimiento y la venganza, sentimientos que poco tienen que ver con las bases necesarias para lograr una pareja duradera. Muchas parejas pueden estar vinculadas de manera tóxica durante años, transformando su vida en un calvario insoportable.

Por esa razón, es bueno lograr identificar el momento a partir del cual una relación ya no es sana y así lograr evitar daños mucho mayores. Aquí te presentamos 10 tipos de amores tóxicos. Cuando amar se convierte en una prisión.

Pesimista

Cuando la relación se ve minada por la queja y el reproche, se está ante un amor tóxico pesimista. Ninguno de los dos miembros es feliz y, por lo tanto, un halo de depresión rodea a la pareja. Están siempre rodeados por un clima triste, muchas veces generado por ellos mismos, debido a que creen que se encuentran en una situación sin salida. Debido a este desánimo, la dupla suele encontrarse en conflicto constante con otras personas: es posible que, como consecuencia de dramáticas peleas, no asistan a eventos y cancelen muchos planes, trayéndoles problemas con amigos y familiares.

Manipulador

Quizás no se note al principio, pero con el tiempo los amores obsesivos se convierten en sumamente controladores. Si notas que muchas situaciones de pareja te producen culpa sin haber hecho nada malo, es posible que estés siendo objeto de manipulación. El diálogo en estas parejas suele estar repleto de dos actos de desamor: la ironía y el sarcasmo. Aunque muchas veces se los disfraza de chistes ingenuos o pequeñas burlas, estas frases pueden tornarse cada vez más dolorosas, afectando el autoestima de los implicados.

Posesivo 

Las personas posesivas viven la relación transformando al otro en un objeto de su dominio. Ellas conciben a la otra persona como su propiedad, lo cual les otorga el derecho de controlar todos sus horarios, tipos de salidas, amistades, la ropa que viste, entre muchos otros. En la vida de un posesivo, nada queda librado al azar. Los controladores olvidan que cada uno es dueño de su vida y las víctimas de este tipo de relación suelen pensar que las indicaciones de su pareja son por su propio bien.

Celoso

Aunque los celos parecen ser parte de todas las relaciones, esto no significa que sea una actitud sana. Los celos obsesivos son producto de una profunda inseguridad y una costumbre de una insana manera de amar. La persona extremadamente celosa se vuelve paranoica y desconfía de todo, debido a que su propia inseguridad y baja autoestima no le permite ver la realidad tal cual es. Tanto sentir celos extremos como permitir que otro cele de manera asfixiante, habla de la falta de amor propio que solo se cubre con esa atención desmesurada.

Desconfiado

Hay parejas que se caracterizan por vivir controlando lo que el otro hace, ya sea espiando entre sus cosas, revisando su celular, elucubrando teorías absurdas, entre otros. Confiar en otro es prácticamente imposible: viven con la obsesión de que su pareja los engañará. Debido a la ejecución de ciertos mecanismos proyectivos, es muy probable que estas personas hayan sido infieles en otras relaciones o se vieron tentados en la relación actual. Por otra parte, padecen una inseguridad propia relacionada a su baja autoestima, que no les permite creer que otra persona los quiere tal como son y no necesita a nadie más. Esta desconfianza es además producto de graves problemas de comunicación: no hay confianza posible fuera de un ambiente que carece de diálogo profundo.

Indiferente 

Esta manera de amar se caracteriza por manejarse como un péndulo que oscila entre mucho interés y una indiferencia total. Las personas que generan esta clase de amor tóxico están presas de una ciclotimia: de estar pendiente de la otra persona, pasan a ni siquiera notar su presencia. Este alejamiento aparente muchas veces es realizado de manera consciente para obtener un poco de atención del otro. Esta actitud coloca a la otra persona en una situación de extrema asfixia cuando se la persigue y le produce un gran sentido de desolación e inferioridad cuando no se atienden sus necesidades, lo cual va en desmedro de concretar una relación basada en un amor estable.

Competidor

La toxicidad de este amor radica en no poder disfrutar, a la par, de los triunfos y los fracasos. Siempre uno de ellos siente que sus problemas son más importantes, o que los éxitos del otro no son tan grandiosos. Cada uno de los miembros de este tipo de pareja desea ser el centro de atención: ambos compiten mutuamente por lograr ser más que el otro, ya sea en el círculo de amigos, la familia o el trabajo. Esta situación culmina en que ninguno de los dos sea capaz de disfrutar de la felicidad de sus propios logros ni de los de su pareja, además de no poderse ayudar a resolver los problemas que van surgiendo.

Rescatista

Un rasgo profundo de muchos amores tóxicos tiene que ver con la creencia aparente de que uno de los miembros de la pareja debe rescatar al otro de su estado. Estos "rescatistas de la emoción" se sienten atraídos hacia personas que consideran incompetentes, lo cual disfraza un sentimiento de desprecio hacia el otro. Además de subestimar, los rescatistas suelen confundir la compasión con el amor: necesitan de un otro con sentimientos de carencia para poder relacionarse.

Infiel 

La base de la infidelidad es la desigualdad. Dejando la confianza de lado (una de las bases más importantes del amor), esta relación nunca será "pareja", es decir, entre pares. Podrán jugar por un tiempo, incluso muy prolongado, a ser una pareja y hasta una familia, pero el amor verdadero exige reciprocidad: amar y ser amado. Cuando ese desequilibrio genera culpa e insatisfacción, la desigualdad se profundiza. A esto se suma la desconfianza, ya que el juego de ocultamiento mina toda posibilidad de confianza mutua.

Demandante

Este amor exigente se la pasa demandando atención a su pareja, haciéndole imposible crecer. El flujo de amor en este tipo de amores funciona como una responsabilidad más en la vida: el demandante cree que el otro debe cumplir con sus metas, como si fuera un trabajo. Amor celoso y posesivo, vive pretendiendo convertirse en el centro de la vida del otro. Debido a que exige demasiado, el otro miembro de la pareja vive atado, sin concretar nunca su individualidad.

Fuente: ehowenespanol.com

lunes, febrero 09, 2015

LOS PRINCIPIOS Y LOS FINALES

Me encantan los finales, y cada vez que lo digo en voz alta, algunos piensan que bromeo y otros, que lo que me gusta es el drama de esos momentos. Pero nada de eso. Me gustan los finales porque estoy convencido que cada final, esta continuado por un nuevo principio. Y que todos los cambios son favorables. Todos.

El miedo que trae un final, se mantiene porque especulamos que nada de lo que sigue será mejor. Quizás nublados por la culpa de lo no hecho, la frustración de lo que no fue, o simplemente como nos sentimos cómodos con lo que nos está sucediendo, nos negamos a ver más allá para descubrir que lo que sigue está repleto de oportunidades.

En mi vida he conocido todo tipo de finales. Los geográficos con sus mudanzas, los generacionales con las edades, los financieros, los sentimentales, de relaciones laborales, los internos y hasta de creencias. Y todo final amenazó con ser negativo. Pero ante cada amenaza, me detuve. Y en esa quietud, pude reconocer cómo detrás de cada partecita vieja que caía, algo nuevo aparecía. Nuevo y mejor.

De lo que se va, nos queda la experiencia. Nada ocurre sin un propósito. Pero cuando ya tenemos la experiencia en la mano, la vida se lleva el resto. Quizás por eso, a veces, seguimos circulando por situaciones parecidas. Porque si no tomamos la experiencia, la vida sigue repitiéndola hasta que la logremos ver y asimilar. Y pareciera que cambiáramos, pero solo hay finales y nada nuevo comienza.

Cuando el próximo final se acerque, estemos atentos a lo que sucede con nosotros. Observémonos. Pongamos atención en apoyar ese final aceptando lo que ya no es, lo que se va. Pero no demoremos en abrirnos a mirar hacia delante. Porque siempre, siempre hay más.

Por: Julio Bevione