Todos creen que la autoestima es una seguridad que las personas adquieren por repetirse mil veces que son valiosas y buenas. Pero la realidad es que la autoestima, en especial en los hijos, es decir el poder amarse a si mismo es un aspecto del mundo psíquico que necesita ser sostenida a lo largo del tiempo y es frágil y vulnerable, sobre todo si se acerca a ciertos contenidos de la primera infancia.
La personalidad tiende a ser estable, una estructura más o menos consolidada, pero la autoestima no funciona igual. Ésta es un sentimiento. La autoestima no se logra y queda establecida indefinidamente; ya que puede ser destruida con un acto de desamor, un acto de violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
El amor propio se va construyendo según la imagen que los demás nos devuelven y por su puesto el valor primario y primordial es el que nuestros padres nos dieron desde que nacemos hasta la adolescencia. Pero muchas personas estables pueden desestabilizarse cuando se topan o eligen personas en su vida que tocan ese punto central o medular de su ser y estas personas dan un golpe a través de estos gestos y actitudes.
Lupe Maestre
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