Se ha comprobado que la compañía de una mascota favorece la salud mental y ayuda a superar la depresión.
Cuidarlos aumenta la autoestima y la responsabilidad, genera la sensación de seguridad, distracción y relajación, y permite apaciguar la soledad y el enfado.
Es decir, mejora la calidad de vida.
Las mascotas necesitarán de la atención del paciente, de sus cuidados y protección, por lo tanto, le harán sentir que su presencia es importante.
Asimismo, lo obligarán a mantenerse en actividad, pues tendrá que pasearlas (si se trata de un perro) y eso lo obligará a conocer e interactuar con otras personas.
Eso sí, tampoco es bueno aferrarse.
Son una compañía, y no deben convertirse en el refugio de los problemas, ni en el reemplazo o sustituto de los seres humanos.
No hay una mascota indicada para ayudar a un paciente, depende de su gusto.
Sin embargo, los perros y gatos son los preferidos porque son más sensibles a los estados emocionales.
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