Si has decidido no casarte y vives una vida basada en otras prioridades, eres parte de esta tendencia creciente a nivel mundial.
Estar soltero/a y no tener hijos no es sinónimo de fracaso como se pensaba en la época de nuestras abuelas
Regularmente hablamos de la soltería como un tiempo intermedio mientras encontramos a nuestra media naranja, viéndole las ventajas de estar solo y sacar provecho de la exquisita libertad antes de emparejarnos.
El prototipo de soltera ha sido explotado a lo sumo (cine y TV), pero casi siempre gira en torno a la culminación de esa soltería gracias al éxito amoroso, o un fracaso para levantarse e intentarlo de nuevo. Tenemos desde Carrie Bradshaw hasta el viral ”35 años y soltera” de Paula Schargorodsky.
Desde hace más de una década, el modelo de vida de los solteros tiende a adquirir rasgos cada vez más concretos hasta llegar a una nueva definición: los neosolteros, los que viven solos por convicción y no como “quedados” o que “se les pasó el tren” como se juzgaba antes.
Ver la soltería como un estigma ya es cosa del pasado. De hecho, para esta facción de solteros buscar su otra mitad, casarse o compartir su vida en pareja, ni siquiera es prioridad.
El término “neosoltero” realmente no es tan nuevo. La primera en usarlo se le adjudica a Carmen Alborch, quien en su libro “Solas: gozos y sombras de una manera de vivir” (1999), para distinguir a estos de los que simplemente cargan con la etiqueta de “no casados”, los definió así:
Son profesionales muy calificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos, con un alto nivel cultural.
No tienen por referente social la pareja, no están obsesionados por la estabilidad económica, que ya han alcanzado, no renuncian a las comodidades y más bien las buscan y saben disfrutarlas, no quieren sufrir experiencias dolorosas o defraudantes en el terreno del amor, no es para ellos una prioridad la vida en pareja ni casarse y no les supone trauma la cama vacía, que consideran suficientemente compensada con el éxito profesional.
Este fenómeno ha sido estudiado en muchos países, en específico sobre los hogares unipersonales (aquellos que son habitados por una sola persona). En México, el aumento de este modelo de patrimonio se disparó asombrosamente de los 90’s al 2000 y el INEGI hizo en el 2003 un estudio sobre este panorama; actualmente, según el censo 2010, los unipersonales comprenden el 9% del total de los hogares mexicanos.
La tendencia de los neosolteros han venido de la mano con las modificaciones en la forma de vivir relaciones y su evolución, como la de los dinky (parejas sin hijos) o los “living apart together” (las relaciones de parejas que viven separados).
Pero elegir vivir solo, más que un acto de egoísmo, es una oda al individualismo, a la independencia y la autonomía, anteponiendo metas personales y profesionales, preferir el poder de decisión absoluto, y claro la libertad sexual también cabe, y así abandonar la visión del matrimonio como un objetivo en la vida (ni siquiera vivir en pareja); sus prioridades son aquellas que les brinda satisfacción (viajar, tecnología, posgrados, relaciones sociales) casi siempre vinculado a su carrera profesional.
En el terreno sexual, como es de suponer, los encuentros casuales van a la alza entre ellos, y según números de la Encuesta Nacional de Salud y Vida Social, en México 3 de cada 10 solteros tiene sexo una vez por semana sin tener pareja.
Para comprender esta tipología, el sitio Seis Grados les asigna atributos específicos como:
Son hombres y mujeres que hoy proliferan en México, de entre 28 y 60 años, que apuestan a un modelo de vida donde prevalecen los valores individualistas. Según los estudiosos de este fenómeno, se trata de profesionales exitosos, preocupados por el bienestar, la salud y la belleza.
Son más preocupados por viajar, consumir tecnología y salir a cenar con los amigos, que por planificar una familia. Se mueven como peces en el agua en restaurantes de moda, tiendas de diseño y suelen estar al día con los gadgets tecnológicos y los estrenos de cine. Sus camas están vacías varias noches a la semana, aunque ellos deciden esporádicamente con quién compartirlas.
Se trata de personas que dentro de su entorno de trabajo, familiar y amigos se han rezagado en la consolidación de una pareja.
Mientras más tiempo pasan solos, se vuelven más exigentes para incluir otra persona en su vida.
Los amigos y familia son la principal fuente de contacto para conocer personas nuevas.
Se inscriben a gimnasios, clases de cocina, yoga, baile, arte o música, cualquier lugar en donde puedan conocer personas con intereses afines a los suyos.
Deciden ampliar sus conocimientos profesionales estudiando una maestría, especialización o diplomado.
Deciden hacer un cambio drástico en sus vidas, ya sea estudiando o aceptando trabajo en otra ciudad o inclusive en otro país.
Un tema con muchas perspectivas a analizar, un modelo que cada vez influye no solo en los estilos de vida, sino en hábitos muy específicos, en la manera en que se promociona todo aquello que consumimos, los nuevos roles en la sociedad y en los medios, y la forma en que se construyen las casas también.
Y tú, ¿eres soltero por circunstancias de la vida o neosoltero por convicción?
Fuente: http://www.zocalo.com.mx