Diversos estudios señalan que hablar dos idiomas tiene profundos efectos beneficiosos en el cerebro
En un mundo cada vez más globalizado hablar dos idiomas en lugar de uno parece tener ventajas prácticas evidentes. Si a ello le añadimos que los científicos, desde hace ya algunos años, consideran que el bilingüismo convierte a sus practicantes en personas más inteligentes, con profundos efectos en el cerebro, con mejoras en las habilidades cognitivas no relacionadas con el lenguaje y que incluso llegan a proteger contra la demencia en la vejez nos hallamos ante un hecho notablemente beneficioso.
Así lo asegura Yudhijit Bhattacharjee, de la prestigiosa revista Science, en un artículo publicado este fin de semana en The New York Times. Según sostiene Bhattacharjee, este punto de vista del bilingüismo es diametralmente diferente al que había existido durante el siglo XX. Investigadores, educadores y políticos que consideraron durante mucho tiempo un segundo idioma como una intromisión, desde el punto de vista cognitivo, que dificultaba el desarrollo académico e intelectual de un niño estaban equivocados.
Los científicos han descubierto que la interferencia entre idiomas, lejos de lastrar el rendimiento de un estudiante, lo que supone es una "bendición disfrazada", señala el autor de Science. "Se obliga al cerebro a resolver un conflicto interno, dando a la mente un entrenamiento que fortalece sus músculos cognitivos", añade.
Los bilingües son más hábiles que los monolingües en la solución de ciertos tipos de rompecabezas mentales, como han demostrado diferentes estudios. Asimismo, hablar dos idiomas, según distintas investigaciones, mejora la función ejecutiva del cerebro, el sistema de mando que dirige los procesos de atención que utilizamos para planificar, resolver problemas y realizar otras tareas mentales paralelas.
La diferencia clave entre bilingües y monolingües se centra, según el artículo, en una mayor capacidad para percibir los cambios en el entorno. "Los bilingües tienen que cambiar de idioma a menudo -es posible que hablen con el padre en una lengua y con la madre en otro idioma", afirma Albert Costa, investigador de la Universitat de Pompeu Fabra, en el artículo del diario neoyorquino. "Necesitan estar atentos a los cambios a su alrededor de la misma forma en que estamos atentos a lo que nos rodea cuando conducimos".
Además, la experiencia bilingüe parece influir en el cerebro desde la infancia hasta la vejez. "Y no hay razón para creer que no puede aplicarse también a los que aprenden un segundo idioma más adelante en la vida", concluye el artículo de The New York Times.
Fuente: LaVanguardia.com
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