DÍA DEL ESPÍRITU SANTO
PENTECOSTÉS: UN DÍA COMO HOY NACIÓ LA IGLESIA
Algo de historia para recordar: Al llegar Jesús al mundo, entre las cosas que encontró en los judíos fue la celebración de la Pascua o rememoración de su liberación de la esclavitud a la que los mantuvo sometidos por tanto tiempo el pueblo egipcio. Hacer una gran fiesta a las siete semanas de siete días en la que juntos como pueblo harían una cena pascual llamada la Cena de Pentecostés o cincuenta días después de su gran liberación.
Fue un día de estos de la séptima semana en el que el pueblo Judío celebraba su pentecostés, cuando los apóstoles y María reunidos en oración "con las puertas cerradas", por miedo a los judíos, cuando: "Jesús llegó y se puso en medio de ellos, sopló sobre ellos su aliento diciendo" "Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengan les quedan retenidos". Como el Padre me ha enviado, así los envío yo". En adelante, los apóstoles y María con la unción del Santo Espíritu van por todo el mundo anunciando lo que han visto y han creído. He aquí la Iglesia, el anuncio, su misión. En adelante, hombres y mujeres de toda lengua, pueblo y nación recibirán este anuncio y el Espíritu Santo en el día de su bautismo desde donde igualmente les corresponderá misma misión. Ha de ser un anuncio de viva voz y con el testimonio de vida. Se constituirá así un nuevo pueblo de Dios, los creyentes, la Iglesia.
Ella, habiendo recibido de Dios este mandato, también el deber de cuidarlo intacto, enseñarlo íntegro.
Han de ser los asociados por una misma causa, una misma fe, un solo bautismo, un solo Señor, un solo Dios y Padre.
Bien es saber que la gracia que se nos da y recibimos es acontecimiento sagrado que llamamos sacramento. Con ellos y en ellos recibimos la filiación divina, es decir, nuestra condición de hijos de Dios, reparamos nuestras culpas en la reconciliación, nos alimentamos con su cuerpo y con su sangre, su palabra, y somos confirmados en gracia por la misma en la imposición de las manos del obispo; la vida débil y desgastada la fortalecemos con la santa unción y optamos en formar un hogar o apoyarlos a todos con la dedicación exclusiva nos referimos así, a toda la vida de gracia o vida sacramental que nos brinda la Iglesia como encargada por el mismo Dios a tal misión .
La recepción del Espíritu Santo nos permite vivir en fe a manera de los apóstoles, haciendo cosas aun mayores.
El Espíritu Santo da vida. Es un orden absolutamente nuevo que nos impulsa más allá de nuestras mezquindades, egoísmos y pequeñeces.
Celebremos y vivamos nuestro pentecostés con una vida renovada en espíritu y en verdad. Vivamos nuestro propio pentecostés. No dejemos morir la Iglesia que hay en nosotros.
Fuente: http://www.elmeridianodesucre.com.co
http://www.psicologosperu.com
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