miércoles, diciembre 18, 2013

5 ERRORES POR EVITAR PARA TENER UNA MENTE FUERTE

5 ERRORES QUE DEBES EVITAR

No importa si eres empleado, un ejecutivo, o un empresario, todos necesitan fortaleza mental.



Según la psicoterapeuta y trabajadora social Aamy Morin, hay cinco errores que no cometen los que tienen una mente fuerte:

1. Regalar el estado mental: Se equivocan aquellos que tiran la toalla ante el primer fracaso, por más tonto que sea. Creen que el mundo siempre les debe algo o envidian el éxito del otros.

2. Vivir en el pasado: Un ambiente de cambio e incertidumbre puede motivar a una persona mentalmente fuerte y sacar lo mejor de él o ella.

3. Tener miedo al riesgo calculado: Una mente fuerte mide los potenciales riesgos y beneficios de sus actos, piensa en el peor y el mejor escenario, no es irresponsablemente negativo u optimista, sabe que existe incertidumbre y lo pone en la ecuación.

4. Cometer los mismos errores: Hay que aprender de los éxitos y fracasos, reflexionar, mantener lo que funciona y cambiar lo que no funciona.

5. Esperar resultados inmediatos: Las mentes fuertes lo que tienen es el poder de la perseverancia.
Fuente: CNN en español del 17 de diciembre 2013

martes, diciembre 17, 2013

SI TU LEES, TUS HIJOS TAMBIEN

Un espacio para la imaginación
LOS NIÑOS ADQUIEREN EL HÁBITO DE LA LECTURA CUANDO VEN QUE SUS PADRES LEEN Y DISFRUTAN LAS HISTORIAS Y CUANDO LOS LIBROS SON ELEMENTOS DE CONSULTA Y DE CONOCIMIENTO.

LA NARRACIÓN ORAL TAMBIÉN ES UNA MANERA DE ACERCAR A LOS CHICOS AL MUNDO DE LAS LETRAS. PUES LUEGO ELLOS BUSCARÁN NUEVAS FUENTES DE HISTORIAS EN LAS BIBLIOTECAS.

Para motivar a los niños a leer no hay trucos ni secretos. Ellos le encontrarán el gusto a la lectura si ven a sus padres leer, disfrutar de un buen libro, comentarlo, darse un tiempo para introducirse en ese mundo que ofrecen las letras.

Efectivamente, "en hogares donde papá y mamá leen, donde el libro no es un objeto extraño, donde existe el respeto por el lenguaje, es muy probable que hijos e hijas cultiven casi naturalmente el acto de leer", reflexiona el escritor Jorge Eslava.

Ahora bien, ¿qué pasa si los padres no leen? Pues la tarea será un poco más difícil, pero no imposible. Hay que considerar otras formas de acercarse a la lectura.

Puede ser que no haya muchos libros en casa, pero siempre hay carteles a la vista, etiquetas de productos en cualquier sitio, eso también forma parte del mundo de las letras. Antes de los 5 o 6 años, los niños las descubren e identifican el logo con el nombre de un producto o del supermercado o del cine", menciona Ruby Paravecino, directora editorial de Norma.

Incluso, donde no hay libros, siempre hay historias de la familia, de cuando uno era chico, de la abuelita, y a los niños les encanta escuchar. Más adelante buscarán otras historias en los libros.

Estas son maneras agradables de acercar a los niños a la lectura. Lo que nunca se debe hacer es obligarlos a leer ni castigarlos con la lectura, porque entonces surge la antipatía hacia los libros.

Lo ideal es que cada uno descubra por sí mismo el género y los autores que más le complacen.

DESDE BEBES

No espere que su hijo aprenda a leer para cultivar el hábito de la lectura. Desde bebes se les puede leer cuentos con muchas figuras; disfrutará de esos momentos.

LIBROS COMO OBSEQUIO

Así como se les compra juguetes, hay que comprarles libros, que ellos mismos los escojan. Asimismo, llévelos al área infantil de bibliotecas y librerías.

BIBLIOTECA PROPIA

Destine un ambiente de la casa para que su hijo arme una colección de libros. Y que no sea un lugar de difícil acceso. Incluso busque información en los libros sobre cosas que conversen en casa.

Fuente: Diario El Comercio, Suplemento Mi Hogar, 11 de agosto 2013, página 14.

lunes, diciembre 16, 2013

CONECTADOS CON LOS HIJOS


HABLAR CON LOS HIJOS POR SKYPE O PLANIFICAR SALIDAS JUNTOS SUPLE LA FALTA DE TIEMPO PARA ESTAR EN FAMILIA

CUANDO LA COMUNICACIÓN ES BUENA DESDE LA NIÑEZ, ES DIFÍCIL QUE ESTA SE ROMPA AL LLEGAR A LA ADOLESCENCIA

Busquemos nuevos espacios y formas de conectarnos con nuestros hijos.

Hay que buscar la comunicación cuando no estamos en casa.

A los chicos se les puede dejar notas en la cocina, mandar mensajes por Facebook,llamar por teléfono, hablar con ellos por Skype, etc.

Si tiene adolescentes, coordine con ellos para salir juntos. No imponga.

Pueden compartir los desayunos, el almuerzo del domingo, algunas salidas, etc.

No dejar que cada quien haga su vida y, más bien, buscar puntos en común.

A veces, la comunicación no necesita ser verbal. Los abrazos y la compañía pueden ser muy significativos.

La falta de reglas claras puede quebrar la comunicación.

Los adolescentes que no tuvieron normas de pequeños, que no aprendieron a postergar sus deseos y siempre se salían con la suya, viven la adolescencia con un sentimiento mayor de rebeldía hacia los adultos, pues sienten que de pronto les cambian las condiciones de juego.

Si cada conversación con sus hijos es una discusión, necesita dar mensajes claros y tener paciencia, negociar.

Las relaciones no se rompen de un momento aotro. Si hay un buen vínculo desde la niñez, quizás no se rompa el diálogo.

Escriba cartas cuando hablarse no funciona.

Debajo de esa imagen de rebeldía hay unos chicos tiernos y amorosos, y es necesario involucrarse en su mundo.

Cuando hay relaciones muy deterioradas entre padres e hijos, busque ayuda especializada.

Fuente: Suplemento Mi Hogar del diario "El Comercio" del 24 de noviembre de 2013, página 8.


jueves, diciembre 12, 2013

EL CEREBRO ENAMORADO

Cerebro y Corazón
¿Por qué nos enamoramos?, ¿cómo elegimos nuestra pareja? y ¿qué ocurre dentro de nuestro cerebro enamorado para qué lleguemos a cometer locuras en nombre del amor?


“La gente vive alrededor del amor. Se mata por amor. Se muere por amor. Hay infinidad de canciones, poemas, novelas, esculturas, pinturas, mitos, leyendas alrededor del romance. El amor impulsa uno de los más poderosos sistemas cerebrales de la tierra, tanto para generar gran alegría, como para provocar inmenso dolor.”

Helen Fisher.

La experiencia del amor (la exaltación, los cambios de ánimo, el insomnio, los celos y la obsesión) no entiende de tiempo, ni de espacio ni de género. Hasta hace poco, nuestra manera de entender el amor estuvo dada en gran medida por la inspiración de los poetas, las anécdotas de flechazos amorosos, las observaciones de los psicólogos y las reflexiones de trovadores con el corazón partido. La antropóloga Helen Fisher viene trabajando en torno a este apasionado tema durante casi veinte años y nos ofrece una visión renovada del fenómeno universal del amor romántico basada en un estudio científico muy interesante. Junto a un selecto equipo de investigadores en diversos campos, consiguió demostrar aquello que los psicólogos ya sospechaban: cuando uno se enamora, se “prenden” unas áreas concretas en nuestro cerebro y hay cambios tanto en el flujo sanguíneo como en la actividad cerebral. A partir de estos y otros datos, Helen Fisher ha llegado a la conclusión de que nuestra llamada pasión romántica está, en realidad estrechamente ligada a nuestra función del cerebro. El amor se relaciona con un instinto tan intenso y poderoso como el hambre. Una pasión ancestral sumergida en un caótico mundo moderno.

A continuación publicamos apartes de una entrevista a Helen Fisher en torno a la naturaleza y química del amor romántico:

¿Existe alguna clave desconocida que nos lleve a enamorarnos de alguien?
Son importantes el tiempo y los elementos culturales. Tienes que estar listo para poder enamorarte en ese momento, y también cuentan las experiencias de la infancia. Según crecemos elaboramos un perfil inconsciente de lo que vamos a buscar a base de la experiencia de nuestros padres, del colegio, de nuestros amigos, de lo que vemos en la tele… Y cuando estás en el momento adecuado y encuentras a la persona que encaja en ese perfil, los circuitos cerebrales pueden ponerse en funcionamiento y se desencadenan las reacciones químicas. Pero la decisión de elegir una persona quizá se basa en elementos culturales: la belleza y la juventud mueven a los hombres, y a las mujeres les impresiona la riqueza y la buena posición. Y si a ellos el amor les entra por los ojos, las mujeres son más sensibles a la palabra y los detalles. La forma en que nos sentimos al enamorarnos funciona con la química de los circuitos cerebrales.

Helen puso carteles por la Universidad Rutgers, en New Jersey: “¿Acabas de enamorarte locamente?” Con 839 voluntarios de variadas edades, razas y condiciones que pasaron por la resonancia magnética nuclear demostró que el amor es universal y apenas se diferencia de unos a otros.
-¿Cuando ha explorado el cerebro enamorado qué ha encontrado ahí dentro?
-Ésa es la parte más novedosa de mi trabajo, aquella en la que hemos explorado las zonas y sustancias implicadas en el amor romántico. Cuando vi por primera vez las imágenes del cerebro enamorado con las regiones activas iluminadas de amarillo brillante y naranja sentí una admiración sobrecogedora. He visto la actividad del flujo sanguíneo en esas áreas y comprobado las sustancias químicas. Hay dos regiones muy activas: el núcleo caudado, una primitiva región en forma de C descubierta hace poco y relacionada con el sistema de recompensa del cerebro, la excitación sexual, las sensaciones de placer y la motivación para lograr recompensas. La otra es el área tegmental ventral, ATV, la veta madre de las células que producen dopamina.

-Dopamina, norepinefrina, serotonina… son las sustancias que ha detectado. ¿Somos una fábrica de drogas naturales cuando nos enamoramos?
-Creo que esa locura la producen los niveles altos de dopamina y norepinefrina, y un nivel bajo de serotonina. La dopamina en grandes cantidades, además de aumentar el nivel de testosterona – la hormona del deseo sexual-, está asociada con una gran capacidad de concentración, euforia y dependencia, que son síntomas de adicción. El entusiasmo desmedido del enamorado lo producen las sustancias que fabrica su cerebro: el alto nivel de norepinefrina, que produce euforia y pérdida del apetito; el bajo nivel de serotonina tiene que ver con la obsesión de estar con el amado.

-Usted distingue entre atracción sexual, amor romántico y cariño, cada uno con su circuito cerebral. Y dijo que el amor dura 4 años. ¿Sigue creyendo que tiene esa fecha de caducidad?
-Después de conocer tantas culturas y tribus vi que las mujeres de todo el mundo tendían a tener niños cada cuatro años, el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio; y que en otras especies que forman vínculos entre iguales, padres e hijos están juntos al menos el tiempo para criar a la prole. Así elaboré la teoría del ciclo reproductor de 4 años. El índice de divorcios crece mucho, según la mujer es más independiente económicamente, pero ese patrón no cambia. El animal humano quizá fue creado para tener una serie de relaciones sucesivas, aunque no todos se separan. Hay matrimonios que duran toda una vida, como más del 50 por 100 de los de EE UU. Parece que tenemos muchos modelos reproductivos diferentes. El cerebro es un órgano muy flexible, y diferentes personas manejan esos sistemas cerebrales de forma distinta; unas forman un matrimonio para siempre y otras sienten gran cariño por su pareja, pero al tiempo pueden enamorarse de otro.

-¿Es posible identificar de qué tipo es alguien al conocerle?
-Ése es el problema; ni siquiera puedes saber en qué patrón vas a encajar tú hoy. Supongo que por eso hemos desarrollado el lenguaje, y el lenguaje de signos, para mostrar nuestras intenciones.

-¿Cómo encaja aquí la figura del latin lover, el don Juan?
-Está por todas partes, en Nueva York y entre los esquimales. A los estadounidenses no nos gusta la infidelidad, pero algunas culturas mediterráneas pasan por alto este pequeño detalle y son muy permisivas con los hombres.

-También ha demostrado que los animales se enamoran.
-En más de 100 especies, desde elefantes a roedores, vi que eligen pareja y sienten un amor romántico primitivo: no comen, apenas beben… Darwin fue de los pocos que lo reconoció.

-¿Qué sociedades le han enseñado más ?
-Los bosquimanos kung, una tribu de cazadores con arco y recolectores del desierto de Kalahari que vive como hace millones de años, y en concreto una mujer llamada Nisa, cuya vida amorosa es prácticamente como la nuestra.

-¿Tiene futuro el matrimonio?
-Hay dos tipos de matrimonio: el tradicional y el simétrico o entre iguales; en estos últimos en que ambos trabajan, las mujeres lo que buscan es un buen compañero. Todo puede funcionar.

-Usted es de las personas que más sabe del amor. ¿Le ha servido para aplicárselo a sí misma?
-No. Me casé hace mucho y mi matrimonio duró menos de un año. He tenido 3 parejas largas y ahora tengo otra desde hace 2 años. El amor es como un pastel de chocolate: no vale con conocer sus ingredientes, hay que probarlo.

Fuentes:

1.Porqué Amamos (publicación de Helen Fisher)

2.Entrevista publicada por María José Casado Ruiz de Lóizaga

3. Blog Phronesis

miércoles, diciembre 11, 2013

9 COSAS QUE NO DEBERIAS DECIRLE A TU HIJO

(Artículo original: “Positive Reinforcement – 9 things you shouldn´t say to your child” por Paula Spencer del sitio Parenting.com)
Traducción y comentarios: Putum putum
Aprende qué frases evitar de tu vocabulario y cómo hablarle a tus hijos para que realmente te escuchen.

Estaba intentado hacer dos cosas a la vez -cocinar mientras lidiaba con algunos papeles del trabajo en la habitación de al lado. Había sido interrumpida doscientas veces con pedidos de aperitivos, gritos sobre la pintura al agua derramada, preguntas acerca de lo que les gusta comer a las ardillas y diferentes argumentos sobre si las nubes podrían ser de color azul y las flores de color verde. ¿Y mencioné que una hernia de disco en la espalda me dolía aún más que mi cabeza? Aún así, nada puede justificar mi comporamiento esa tarde. Estallé como el monte Momsuvius: “¡Basta! ¡Salgan! ¡Dejen de molestarme!” La mirada en la cara de mis hijos lo decía todo. Los ojos de la de 2 años se ampliaron. El de 4 años de edad, frunció el ceño y clavó su dedo entre los labios. Inmediatamente me hubiera gustado meter las palabras de lava caliente de nuevo en mi boca. Desde luego, no habían venido de mi corazón o de mi mente.Todos decimos las cosas mal a veces, dejando a nuestros hijos sentirse heridos, enojados o confusos.

Si continuas leyendo conocerás algunos de los pasos en falso verbales más comunes que las mamás y los papás hacen, y las alternativas más amables.

1) Por qué no debemos decir: “¡Déjame en paz!”

Un padre que no anhela un descanso ocasional es un santo, un mártir, o alguien que está tan sobrepasado que se ha olvidado de los beneficios de recargar las pilas. El problema es que, cuando habitualmente dices a tus hijos: “No me molestes” o “estoy ocupado”, se internaliza ese mensaje, dice Suzette Haden Elgin, Ph.D., fundador del Centro de Estudios de Idiomas Ozark, en Huntsville, Arkansas. “Los niños empiezan a pensar que no tiene sentido hablar contigo porque siempre estás tratando de quitártelos de encima.” Si configuras este patrón cuando sus hijos son pequeños, entonces pueden ser menos propensos a decir las cosas a medida que envejecen.

Desde la infancia, los niños deben adquirir el hábito de ver a sus padres tomarse un tiempo para ellos mismos. Usa válvulas de liberación de presión – ya sea contar con la niñera, pedirle a tu pareja o a un pariente para que cuide de los niños, o incluso el colocar a tu hijo delante de un vídeo de modo que tú pueda tener media hora para descansar y reagruparse.

En esos momentos en los que estás preocupado (o estresado, como yo cuando exploté con mis hijas), resulta necesario configurar algunos parámetros de antemano. Yo podría haber dicho: “Mamá tiene que terminar una cosa, así que necesito que pinten en silencio durante unos minutos. Cuando termine, vamos a salir a la calle.”

Sea realista. Un niño de 2 y otro en edad preescolar es probable que no sepan divertirse solos durante una hora entera.

2) Por qué NO debemos etiquetar a nuestros hijos

crianza respetuosa y educación conscienteLas etiquetas son atajos injustos para los niños: “¿Por qué eres tan malo con Katie” O “¿Cómo puedes ser tan torpe?” A veces los niños nos escuchan hablar a los demás: “Ella es muy tímida.” Los niños pequeños creen lo que escuchan sin lugar a dudas, incluso cuando se trata de ellos mismos. Así, etiquetas negativas pueden convertirse en una profecía autocumplida. Thomas recibe el mensaje de que la maldad está en su naturaleza. “Torpe” Sarah comienza a pensar en sí misma de esa manera, lo que socava su confianza. Incluso las marcas que parecen neutrales o positivas – “tímido” o “inteligente” – encasillan a un niño y lo colocan en un lugar innecesario o generan expectativas inadecuadas sobre la criatura.

Las peores etiquetas pueden tocar muy hondo. Muchos padres pueden, aún vívidamente y con amargura, recordar cuando su propio padre dijo algo así como “Eres tan inútil” (o “perezoso” o “estúpido”).

Un enfoque mucho mejor es abordar el comportamiento específico y dejar los adjetivos sobre la personalidad de tu hijo fuera de él. Por ejemplo, “los sentimientos de Katie fueron heridos cuando le dijiste a todos que no juegue con ella. ¿Cómo podemos hacer que se sienta mejor?”

(otro enfoque que se me ocurre es el de comentarle cómo lo notamos: “Cariño, te noto un poco intranquilo, ¿te pasa algo? ¿te preocupa algo? ¿quieres contarme qué te tiene mal?)

3) Por qué no debemos decir “No llores”

Variaciones: “No estés triste”. “No seas bebé.” “Vamos, vamos – no hay razón para tener miedo” “No pasó nada.”
Pero los niños no se molestan lo suficiente como para llorar, especialmente los niños pequeños, que no siempre pueden expresar sus sentimientos con palabras. Ellos se ponen tristes, se asustan. “Es natural querer proteger a un niño de esos sentimientos”, dice Debbie Glasser, Ph.D., director de Servicios de Apoyo Familiar en el Instituto Mailman Segal para Estudios de la Primera Infancia en Nova Southeastern University, en Fort Lauderdale. “Pero decir ‘no ser’ no hace que un niño se sienta mejor, y también puede enviar el mensaje de que sus emociones no son válidas – que no está bien estar triste o asustado.”En lugar de negar que tu hijo se siente de manera particular – cuando, obviamente lo está – reconocer la emoción en una primera instancia. “Debes haberte sentido realmente triste cuando Jason dijo que no quería ser tu amigo.” “Sí, las olas pueden dar miedo cuando no estás acostumbrado a ellas. Pero sólo tendremos que estar aquí juntos y hacerles cosquillas en los pies. Te prometo que no te voy a soltar de mi mano.”Al nombrar los verdaderos sentimientos que tu hijo tiene, le das las palabras para expresarse – y le muestras lo que significa ser empático. En última instancia, va a llorar menos y describir sus emociones en su lugar.

4) Por qué no se debe comparar a nuestros hijos

Puede ser que parezca útil para mantener a un hermano o amigo como un ejemplo brillante. “Mira lo bien que Sam se sube las cremalleras del abrigo”, se podría decir. O “Jenna está usando el orinal ya, así que ¿por qué no haces lo mismo?” Pero las comparaciones casi siempre son contraproducentes. Tu hija es ella misma, no Sam o Jenna.

Es natural que los padres comparen a sus hijos, para buscar un marco de referencia sobre sus logros o su comportamiento, dicen los expertos.

Pero no dejes que tu hijo te oiga hacerlo. Los niños se desarrollan a su propio ritmo y tienen su propio temperamento y personalidad. Al comparar a tu hijo con otra persona implica que tú deseas que sea diferente.

Hacer comparaciones tampoco ayuda a cambiar el comportamiento. Siendo presionados para hacer algo que no están listos para (o no les gusta ) hacer puede ser confuso para un niño pequeño y puede minar su confianza en sí mismo. Es probable que también se lo tome contra ti y resuelva no hacer lo que tú quieres, en una prueba de voluntades.

En su lugar, mejor es estimular sus logros actuales: “Oh! has pasado los brazos por el abrigo por ti mismo!” O “Gracias por decirme que el pañal necesita ser cambiado.”

5) Por qué no debemos gritar: “Tú puedes hacerlo mejor que eso!”

Como las comparaciones, las presiones pueden picar de maneras que los padres nunca se imaginan. Por un lado, un niño en realidad puede no haber sabido hacerlo mejor. El aprendizaje es un proceso de ensayo y error. ¿Tu hijo realmente sabía que la bola de un lanzador sería difícil de atrapar? Tal vez no me pareció del todo, o que era diferente a la que había atrapado con éxito de por sí en el preescolar.

E incluso si él cometió el mismo error que ayer, su comentario no es ni productivo ni de apoyo. Déle a su hijo el beneficio de la duda, y sea específico. Decir “me gusta más si lo haces de esta manera, gracias.”

Frases similares incluyen “No puedo creer que hicieras eso!” y “Ya era hora!” No parecen horribles, pero es mejor no decirlas demasiado. Ellos las acumulan, y el mensaje subyacente que los niños escuchan es: “Eres un dolor en el cuello, y nunca haces nada bien”.

6) Por qué no debemos hacer amenazas

Las amenazas, por lo general son el resultado de la frustración parental y rara vez son eficaces. Solemos pulverizar catódicas advertencias como “Haz esto o de lo contrario…!” o “Si lo haces una vez más, te pego!” (ay no! no le diría eso! tal vez sí le diría: Me enojo!) El problema es que tarde o temprano se tiene que hacer valer la amenaza o de lo contrario pierde su poder. Se ha encontrado que las amenazas de golpear a provocar más azotes – que a su vez se ha demostrado que no son una forma efectiva para cambiar el comportamiento.

Cuanto más joven es el niño, más tiempo se necesita para que una lección sea asimilada “Los estudios han demostrado que las probabilidades de que un niño de dos años de edad, repita una fechoría más tarde en el mismo día son del ochenta por ciento. No importa qué tipo de disciplina se utiliza“, dice Murray Straus, Ph.D., un sociólogo de la Universidad de Family Research Lab de Nueva Hampshire.

Incluso con niños mayores, no hay una estrategia disciplinaria que produzca resultados infalibles. Así que es más eficaz para desarrollar un repertorio de tácticas constructivas, como la redirección, retirar al niño de la situación, o tiempos de espera, de lo que es confiar en los que tienen consecuencias negativas probadas, así como las amenazas verbales y los azotes.

7) Por qué no debemos decirle: “Ya verás cuando llegue papá a casa”

Este familiarizado cliché de crianza no es más que otro tipo de amenaza. Para ser eficaz, tienes que hacerte cargo de la situación de inmediato, tú mismo. La disciplina que se pospone no conecta las consecuencias con las acciones de tu hijo. En el momento en que el padre llega a casa, lo más probable es que tu hijo en realidad se habrá olvidado lo que hizo mal. Alternativamente, la agonía de anticipar un castigo puede ser peor que lo que merecía la falta original.

Pasar la pelota a otra persona también socava tu autoridad. “¿Por qué debería escuchar a mamá si ella no va a hacer nada de todos modos?” tu niño puede razonar. No menos importante, tú estás poniendo a tu pareja en un papel de policía malo inmerecido.

8) ¿Qué debemos decir en lugar de “¡Date prisa!”?

Esto es algo que le pasa a todo padre cuyo hijo no puede encontrar sus zapatos o blankie o que no sabe ponerse los calcetines por sí mismo. Considera tu tono de voz cuando pedimos a un niño que se dé prisa, y con qué frecuencia se le dice.

Si vas a empezar a quejarte, a hacer chillidos, o suspirar cada día, con las manos en las caderas y golpeando los dedos de los pies, ten cuidado. Hay una tendencia cuando estamos presionados a hacer que nuestros hijos se sientan culpables. La culpa puede hacer que se sientan mal, pero no motivar a que se muevan más rápido.

“Me puse tan nervioso en mi casa por las mañanas, odiaba que la última imagen de mis hijos tenían de mí era que estaba enojado”, dice el terapeuta familiar Paul Coleman, autor de Cómo decírselo a tus hijos. “Así que hice un pacto conmigo mismo. No importa qué, no iba a gritarles más o a revolear los ojos, incluso si alguien derramara su zumo o me pidiese que encontrara algo justo antes de salir.” En lugar de acoso verbal (“Te dije que apagaras la televisión hace cinco minutos!”), mejor es buscar la manera de calmar antes de acelerar las cosas (que se apague el propio juego).

(Mi sugerencia -y lo que hacemos con nuestra hija- es explicarle el tiempo que llevará hacer tal cosa o bien, si está entretenida con algo y tenemos que irnos, pues 5 minutos antes, explicarle que nos vamos a ir y que se vaya preparando. Tratamos de no arrancarla de algo que la entretiene sino explicarle, con tiempo, que tenemos que hacer otra cosa, para que ella pueda mentalizarse. Y funciona! La opción B es contar hasta 5. La clave está en siempre cumplir lo que decimos.)

9) ¿Por qué “¡Buen trabajo!” o “¡Qué bueno eres!” no son la mejor alabanza?

¿Qué podría estar mal con la alabanza? El refuerzo positivo, después de todo, es una de las herramientas más eficaces que tenemos los padres. El problema viene cuando el elogio es vago e indiscriminado. Lanzando “¡Buen trabajo!” por cada pequeña cosa que hace tu hijo – desde terminar su leche hasta hacer un dibujo – pierde sentido. Los niños lo detectan enseguida. También pueden establecer la diferencia entre la alabanza por haber hecho algo rutinario o simple y elogios por un trabajo real.

Para salir de la costumbre de tanta efusividad:

Alabar sólo los logros que requieren un esfuerzo real. El acabado de un vaso de leche no es suficiente. Tampoco hacer un dibujo, si tu hijo es del tipo que hace decenas de ellos cada día.
Sea específico. En lugar de “Buen trabajo” o “Muy bien!”, diga: “Qué colores brillantes y alegres que escogiste para las manchas del perro.” O “Veo que dibujaste una versión del cuento que leímos esta mañana.”
Alabado sea el comportamiento en lugar de al niño: “Tú estabas tan tranquilo con tu rompecabezas mientras yo estaba terminando el papeleo, tal como te había pedido.”
¡Cuánto mejor si hubiera dicho esto a mis hijas en lugar de transformarme en un volcán que escupe lava!. Por suerte, estoy segura que conseguiré otra oportunidad mañana.