Generalmente se nos ocurriría dejar una terapia en dos grandes situaciones: una es cuando hemos resuelto nuestros problemas o por lo menos el problema que generó el motivo de consulta; también cuando consideramos que la misma no está dando los resultados que esperábamos.
Sin embargo, a veces no es que no esté funcionando la terapia, ocurre que muchos de nosotros pone expectativas demasiadas pretenciosas para lo que es un proceso psicoterapeutico.
Mi experiencia me indica que lo mejor es chequear de forma constante con nuestro terapeuta como avanza este proceso.
Muchas veces se vuelca en el terapeuta responsabilidades que no dependen de él; un psicólogo está para ayudarnos a cambiar aspectos de nuestra vida, no para hacernos cambiar a nosotros como personas; quien toma la decisión de cambiar es uno.
De todos modos, cuando sentimos que una terapia está estancada o no avanza, lo primero que debe hacerse es transmitirlo para darle datos a tu terapeuta de las razones de este padecer y para revisar si realmente no está funcionando o estás en un proceso lógico y adecuado.
La ansiedad, generalmente nos juega este tipo de pasadas donde quisiéramos que nuestros problemas internos e interpersonales estén resueltos en una sesión.
Tener en cuenta que en muchas oportunidades hemos padecido por años algún problema y sin embargo a la hora de tratarlo, nos cuesta tolerar un tiempo para resolverlo.
Hay otros casos en donde no se está en proceso de trabajar un síntoma sino "el sentido del síntoma", que es buscar los mecanismos que originaron el malestar; esta situación no necesariamente es un estado de angustia o dolor psíquico y aunque no parezca necesario, trabajarlo es esencial.
A veces son períodos aburridos donde se "escarba en cuestiones que no se desean tocar" pero si queremos que el malestar no regrese, no queda alternativa.
Llegado el caso en que lo plantees y no recibas respuestas claras, no se recurran a alternativas, o no te sientas cómodo; deja claro lo que te pasa, no es bueno avanzar en una terapia que no te sirve y en la que no estás dispuesto; esa experiencia influirá más adelante en otra.
Después de todo debemos admitir que "no todos los pacientes son para todos los terapeutas y no todos los terapeutas son para todos los pacientes".
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