“Debes retar los temores para que ellos vengan a tu encuentro, y hacerles frente como si estuvieras encarando a un enemigo cobarde. El método consiste en hacer exactamente lo que tus miedos o tus creencias infundadas te impiden hacer. Por ejemplo, si crees que no sabes hablar en público, porque no tienes una buena voz, tartamudeas a veces o sudas cuando estás frente al auditorio, pues reta al miedo escénico, provócalo y toma el control: habla en público cada vez que puedas, aunque sea incómodo o doloroso. Y si con el tiempo vas mejorando, no te duermas en tus laureles. No te confíes; de tanto en tanto, llama al miedo, a ver si es capaz de regresar. Búscalo en cada resquicio de tu ser, en sus escondites preferidos. Dile como un antiguo espadachín: “Te reto a que me impidas dar la conferencia; ¡a ver si eres capaz, pedazo de imbécil!”. El efecto es paradójico, similar a lo que le ocurre a la gente que sufre de insomnio y en vez de dar vueltas en la cama y tratar de dormir a la fuerza decide no dormir porque ya no le da la gana; a la media hora está roncando”.
Walter Riso
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