Un monje viajaba con su discípulo por distintos valles.
Estos monjes no conversaban ni tenían contacto con mujeres debido a sus creencias.
Mientras caminaban por el valle, encontraron a una mujer que quería atravesar un río y buscaba la forma de hacerlo sin caerse ni mojar su vestido.
El Monje cargó a la mujer, puso sus dos piernas sobre sus hombros y atravesaron el río y luego la bajó.
Ella siguió su camino y el monje con su discípulo por otro.
El discípulo veía la situación totalmente indignado.
Caminaron por dos días, y el discípulo constantemente con enojo.
El monje le pregunto: ¿Qué te pasa?
El discípulo respondió: No puedo creer que usted se haya echado esa mujer a sus hombros.
El monje respondió: Querido discípulo, yo solté a esa mujer hace 2 días; en cambio tú la sigues cargando.
Quizás es tiempo de soltar.
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