jueves, septiembre 12, 2019

UN DÍA BAJÉ A MI HIJA Y YA NUNCA LA VOLVÍ A CARGAR

La cargué cuando se había lastimado. La cargué cuando estaba emocionada. La cargué cuando estaba cansada. La cargué cuando aún era demasiado pequeña para ver lo que yo podía ver.

Y de pronto un día la bajé y ya no la volví a cargar.

Un día, sin darme cuenta... ella se hizo grande. Demasiado grande para caber en mis brazos. Demasiado grande para descansar en mí.

Un día la bajé y ya no la volví a cargar.

Un día, sin darme cuenta ella se hizo fuerte. Lo suficientemente fuerte para seguir adelante aunque estuviera cansada; lo suficientemente fuerte para calmar su propio dolor.

Un día la bajé y ya no la volví a cargar.

Un día sin darme cuenta, ella ya podía ver lo que yo podía ver. Ella podía ver por encima de la gente. Ella podía ver sin mi ayuda.

Un día la bajé y ya no la volví a cargar.

El día que la bajé, yo no sabía que sería el último. Había sido una rutina que hicimos miles de veces. Y lo cierto es que ella aún me necesita para guiarla a través de la vida. Ella aún necesita descansar su cabeza en mi hombro. Ella aún me busca cuando se lastima. Ella aún me llama cuando está asustada.

Pero ya nunca se quedará dormida con sus pequeñas piernitas colgando de mí. Ya nunca necesitará mi ayuda para ver por encima de la gente. Ya nunca será pequeña para caber entre mis brazos. Ya nunca levantará sus brazos para que yo la cargue.

UN DÍA BAJÉ A MI HIJA Y YA NUNCA LA VOLVÍ A CARGAR.

Autor: Candice Curry

lunes, septiembre 09, 2019

PERDONA

Perdona a tu mamá y perdona a tu papá, quizá ahora no lo entiendas, pero cada vez que te lastimaron, te abandonaron, te humillaron te estaban enseñando a ser más fuerte, más independiente, te enseñaron a marcharte de donde ya no te quedaba más que salir.

Perdona a tu pareja que te engañó, quizás doliera mucho, pero te estaba enseñando a poner límites, a amarte a ti por sobre todos los demás y a serte fiel a ti misma.

Perdona a tu compañera de trabajo, la envidiosa, la que habló mal de ti, la que te hizo la vida imposible, ella vio en ti algo que nunca podría llegar a ser y te enseñó que, incluso en tu peor momento, tu luz brilla tanto que lastima la vista de los demás.

Perdona a tus hijas e hijos por las insolencias, las mentiras, el abandono, te estaban enseñando a soltar tus apegos y a entender que no puedes controlarlo todo, te estaban enseñando a soltar, y aceptar las frustraciones y/o decepciones en la vida.

Pero sobre todo perdónate a ti, por tu sobrepeso, por no ser la hija, la esposa, la madre perfecta. Perdónate por cada vez que te dejaste vencer por el miedo, perdónate por cada error, pues de no ser por ellos, no serías la persona que eres hoy, créeme, eres maravillosa.

Tu historia es perfecta, tu vida es como tiene que ser y, aunque pueda no parecer así, todo ocurre para enseñarte algo, para crecer, evolucionar, madurar, hacerte más fuerte, aprender la lección, enseñanza, adquirir experiencia, guiar a otros, etc.