A NADIE LE GUSTA QUE LE GRITEN
A nosotros, como adultos, no nos gustaría que nuestro jefe, nuestros clientes o nuestros familiares nos gritaran o pegaran para solucionar las cosas.
¿Cómo reaccionaríamos?
Primero, la reacción de sorpresa, indignación, humillación y luego la reacción de desquitarnos, reaccionar de la misma manera o resignarnos.
Eso no nos agradaría para nada, ¿cierto?
Entonces, pongámonos en el lugar de los niños, ¡cómo se sentirán con semejantes reacciones de sus padres, que son sus héroes, sus ejemplos, sus modelos para aprender a solucionar sus problemas!
Que no aprendan que las cosas se solucionan gritando o pegando.
Incluso los psicólogos no solucionamos las cosas gritando ni agrediendo a los pacientes.
Alguien dijo que los niños llegan al mundo sin manual de instrucciones, por lo cual uno de los grandes dilemas que padres y madres enfrentan es acerca de cómo disciplinar a sus hijos.
La mayoría oscila entre el polo de la permisividad y del autoritarismo, resultándoles difícil administrar una disciplina firme y amable al mismo tiempo.
15 CONSECUENCIAS DE LOS GRITOS
1. Baja la autoestima
En vez de sentir que sus padres están orgullosos por sus logros, sienten que sus padres no los quieren, que no valoran sus esfuerzos, que se centran en sus errores, que los tratan sin respeto, que los humillan, etc.
2. Les genera miedos
Los gritos asustarían a cualquiera. Imagínese que le grite alguien mucho más grande que usted, con una voz más potente, con mucha más fuerza y poder y que sean las personas que más ama. ¡Qué confusión e inseguridad se debe sentir!
3. No ayuda a gestionar las emociones
Los hijos aprenden de los padres observando cómo sus padres resuelven sus problemas: si lo hacen gritando y peleando o solucionando las cosas en forma serena, adulta, madura, civilizada. Luego algunos padres se preguntan sobre por qué sus hijos reaccionan tan agresivamente. Cuanto más se le grite a un niño, hay más probabilidades de que se ponga desafiante.
4. Aleja a los hijos
Si le gritan cuando se sincera o confiesa algo, la próxima vez ya no va a confiar en sincerarse con los padres. Se lo va a guardar y luego algunos padres se preguntarán por qué sus hijos no confían en sus padres. Los gritos generar una barrera como mecanismo de defensa.
5. Los vuelven sordos
Tanto física como emocionalmente. De allí viene la expresión: "les entra por una oreja y les sale por la otra". Cuando van creciendo, van haciendo oído sordos a los gritos.
6. Alteran su sistema nervioso
7. Aprenderán que los gritos son un recurso útil, válido y eficaz para resolver sus conflictos
8. Los gritos pierden validez cuando se utilizan de forma repetitiva y constante
9. Los hijos estarán estresados, lo cual influirá en su desarrollo emocional,´y, por ende, los padres también, generando un círculo vicioso.
10. Puede conllevar a que los hijos desarrollen ansiedad, depresión y adicciones en un futuro.
11. Empeoran los problemas de conducta
12. La solución es temporal, solo por el momento
13. Se debilita la influencia positiva de los padres
14. Gritar agrava la agresividad
15. GRITAR REFLEJA PÉRDIDA DE CONTROL
35 ESTRATEGIAS PARA DISCIPLINAR SIN GRITAR
1. Establecer reglas claras
2. Explicar las consecuencias negativas antes
3. Advertir antes de tomar medidas
4. Proporcionar refuerzo positivo: Elogia a tu hijo cuando se porte bien y realice las conductas deseadas
5. Examinar las razones por las que gritas
6. Ponerse en el lugar de los hijos
7. Analizar, reflexionar sobre los motivos de la conducta inadecuada y las consecuencias de la misma
8. Saber escuchar
9. Ser humildes, admitir que también nos equivocamos
10. Apoyo de la pareja: Frente común, acuerdos parentales
11. Resolverá el problema el adulto que esté más tranquilo
12. Ser democrático: ni permisivo ni autoritario, sino FIRME
13. Prueba susurrando: Parece mentira pero, al hablarle a su oído en voz baja, con un susurro, lo motivará a prestar atención. ¡Es muy eficaz! Pruébalo y luego nos cuentas.
14. Corrige con diálogo lo que necesita mejorar
15. Canaliza su frustración, ira y rabia con otra actividad. Por ejemplo: salir a jugar al patio, ir por un helado, ayudarte en la cocina con su receta favorita.
16. Canaliza tu propia frustración, estrés, agresividad. Cuando tienes un mal día, cualquier chispa encenderá el fuego. Date un momento, haz algo que te haga sentir mejor y deja de reunir leña para el fuego. Si se te dificulta lograrlo, puedes asistir a Psicoterapia.
17. Acuerda con toda tu familia que harán todo lo posible por no gritar.
18. Dile a tus hijos que cuando ellos gritan, no les puedes entender bien.
19. Recuerda que los niños deben actuar como niños
20. Trata con respeto a tu hijo: Así también aprenderá a respetar a los demás y lograr una mejor convivencia en sociedad.
21. Cuando te enojes, STOP: Para, cierra la boca. No hagas nada ni tomes decisiones en ese instante.
22. Aléjate de la situación, de la habitación
23. Lávate la cara
24. Enséñale a tu hijo a que ambos pueden darse un espacio aparte, a solas, en un sitio cerrado que nadie los escuche, debajo de una sábana, o con una almohada, para llorar o gritar si así lo sienten, después verán como la ira desaparece.
25. Respira y date cuenta de tus sentimientos
26. Encuentra tu propia sabiduría, tu esencia, que es cuando no estás triste ni molesto
27. Ten paciencia
28. Repite la norma las veces que haga falta, hasta que se forme un hábito positivo
29. Ten en cuenta que los aprendizajes requieren tiempo y paciencia, tu hijo no lo puedo aprender todo a la primera
30. Disciplina con afecto.
31. Adopta medidas positivas
32. Lean cuentos (o historias de internet) sobre las consecuencias del mal genio y cómo los personajes resuelven sus problemas de ira
33. A veces, basta con dar un paso para ayudar al hijo o hija a que se sienta mejor para que la ira desaparezca
34. Aprende estrategias para calmar tus emociones y manejar la ira de manera sana. Esto será también servirá de modelo para tu hijo, para que aprenda también a controlar sus impulsos.
35. Si se te dificulta lograrlo por ti mismo, siempre puedes asistir a Asesoría Psicológica y/o Psicoterapia.
Redactado por: Psicólogo y Psicoterapeuta Luis Venegas Chalen
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