Para querer bien a los demás, es necesario quererse a uno mismo.
Todo exceso es contraproducente: por lo tanto, es necesario evitar un exceso de autoestima y evitar llegar a tener una autoestima inflada o sobrevalorada, creyéndonos que somos o valemos más que los demás.
Quererme a mí mismo es hacer mis respiraciones conscientes, que hacen mucho bien y que nadie más puede hacer por uno.
No quererme (tener autoestima baja) implica no querer hacer las respiraciones conscientes que ayudan y luego necesitar ir al psiquiatra para que me mediquen y que las sustancias químicas produzcan el efecto de las respiraciones (naturales, saludables y gratuitas) que no quise hacer.
Para lograr una adecuada autoestima, es necesario poner en práctica tu vocación, tu talento, tu don; aquello que te gusta, aquello que sabes hacer muy bien y aquello que harías gratis inclusive.
Cuando llegas a descubrir tu misión, tu sentido de vida, el porqué estás en este mundo, te sentirás realizado y con tu autoestima adecuada.
Si se te dificulta lograrlo por ti mismo, siempre puedes recurrir a: